HAMLET.- ¿Aparentar? No, señora, yo no sé aparentar. Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni en los ojos un abundante río, ni la dolorida expresión del semblante, junto con las fórmulas, los ademanes, las exterioridades de sentimiento, bastarán por sí solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupa el ánimo. Estos signos aparentan, es verdad, pero son acciones que un hombre puede fingir... Aquí (tocándose el pecho), aquí dentro tengo lo que es más que apariencia: lo restante no es otra cosa que atavíos y adornos del dolor.
Hamlet, William Shakespeare
Sigo aquí, Instrucciones para una ola de calor y Tiene que ser aquí, novelas todas ellas escritas por Maggie O´Farrell, me han acompañado en las últimas semanas. En la recámara una última bala, su novela traducida pendiente: La primera mano que sostuvo la mía. La mantengo a la vista, deseando entrar en sus páginas pero temiendo la despedida. Es lo que ocurre cuando eres un poco obsesiva con lo que te hace sentir bien, lugares que no están en los mapas. Los días en los que todo se te hace un poco cuesta arriba, en los que no puedes controlar nada, en los que la realidad es abrumadora y difícil de gestionar, esos días querría poder tener la posibilidad de quedarme a vivir en una de las novelas de Maggie O´Farrell. Me permito usar la metáfora de la bala porque así es el impacto de cada lectura, un proyectil que va directo al corazón pero que también me vuela la cabeza. Siento una profunda admiración por lo que consigue transmitir, por su narrativa, por su maestría. Sé que no tiene el mismo efecto en todos los lectores pero al fin y al cabo, así es esto: simplemente un día encuentras a una escritora, lees su novela y todo encaja. Con el mismo deslumbramiento cegador y apasionado que un enamoramiento.
Querría quedarme cerca de los hermanos Michael Francis, Monica y Aoife, de sus padres Robert y Gretta, protagonistas todos de Instrucciones para una ola de calor. Querría vivir en una casa en Donegal, junto a Daniel Sullivan y Claudette Wells, ver crecer a sus hijos del mismo modo que hacen ellos, reconfortarles en los momentos difíciles. Sería estupendo poder hacer como Michael J. Fox, subir al Delorean, viajar al pasado y poder decirle a estos personajes de Tiene que ser aquí: tranquilos, no será fácil, habrá dolor y dificultades, pero llegará un día en el que todo irá mejor.
Cuánto tiempo sin tocar blogger, madre mía.
ResponderEliminarAcabo de ver esta publicación y es curioso, porque descubrí a esta autora con Hamnet y me gustó tanto que me compré sigo aquí en la Feria del libro. Ahora voy a empezar el de Tiene que ser aquí que cogí el otro día de la biblioteca. Vaya sincronía....
Qué gustazo saber que a ti también te gusta tanto y que te ha acompañado durante el verano.
Entraré cuando pueda a leer más entradas con más calma. Besos.
Hola, Esther
EliminarA mí si una autora me transmite tantas cosas y además me traslada a cualquier otro lugar y en compañía de otras personas (aunque todo sea ficticio), ya me ha ganado para siempre. Ha sido mi descubrimiento de este año, no sé por qué me había resistido a seguir leyéndola pero imagino que vino cuando tuvo que venir y que por eso me ha gustado tanto.
Ya me contarás qué tal con estas lecturas que tienes pendientes. Ojalá te gusten tanto o las disfrutes tanto como yo.
Echo de menos tus reseñas en el blog pero sé que Ager y Hegoi necesitan de toda tu atención. Un beso enorme.