.Image { text-align:center; }

4 de abril de 2020

Sobre la muerte, sin exagerar - Wislawa Szymborska


«La poesía es el gran saldo del capital»
Victoria Guerrero Peirano


Había empezado esta entrada contando que, mientras la escribía, escuchaba la BSO de Amélie. Hablaba sobre lo agotador y deprimente que está resultando ver a mucha gente aprovechando esta situación de incertidumbre para tomar medidas desde ya y no quedarse atrás en la crisis económica que se avecina. Lo hacen vendiendo su propio relato, apelando a la conmiseración de quienes leen sus quejas y serán sus futuros clientes. En unos gremios, ese mercantileo se ve más que en otros.

Esta mañana escuchaba en la radio, aún en la cama, el testimonio de personas que carecen de todo recurso aquí en España, incluso de un techo. Viven al día. Sin colchones económicos, en la más absoluta precariedad. Ellos no tienen ninguna red social, periódico o cámara donde mostrarse y poder convertirse en víctimas. Porque siempre hay quien aprovechará cualquier situación para intentar ser más víctima que las propias víctimas de este coronavirus y del sistema económico.

He borrado todo lo que había escrito sobre ello y he pensado que no quería darles mayor hueco aquí y os aseguro que el mérito lo tiene Yann Tiersen. Su música ha ido modificando mi estado de ánimo. Citaban el otro día, entre las cien cosas más bellas de este mundo, su canción Les jours tristes. Tan absolutamente perfecta para este presente, que os dejo una versión subtitulada.




Porque ahora mismo importan las familias que han sufrido una pérdida, que mantienen a un ser querido en un hospital o en casa con este maldito virus. Quienes están dando todo de sí para que este país funcione, para que haya suministros, para que se salven vidas. En el sentido más literal (y extenso) de la palabra. Cualquier comparación o intento de poner el foco en uno mismo usando el "y yo más" o el "y yo qué", sinceramente, me parece un discurso miserable. No hay nada como una crisis para comprobar la pasta de la que está hecha la gente. Ay, la pasta, el vil metal...


Encontré un poema de Wislawa Szymborska sobre la Muerte, en un artículo que hablaba sobre la importancia de los obituarios ahora que, por razones sanitarias, nos arrebataron la posibilidad de despedirnos. Uno podría pensar que es imposible que un poema sobre la muerte pueda ser lo más apropiado en este momento. Lo es, pienso, si el mensaje que trasluce es de esperanza.


Sobre la muerte, sin exagerar 


No sabe encajar una broma,
no sabe de estrellas, de puentes,
de tejidos, de minas, de labranza,
de construir barcos, ni de pastelería.

Hablamos sobre el día de mañana
y dice su última palabra
sin venir nunca al caso.

Ni siquiera sabe hacer
las funciones propias de su oficio:
ni cavar fosas,
ni clavar ataúdes,
ni limpiar los despojos que su paso deja.

Ajetreada con tanto matar,
lo hace de cualquier modo,
sin método ni destreza.
Como si se estrenara con cada uno de nosotros.

De acuerdo, tiene éxitos
pero, ¡cuántos fracasos,
cuántos golpes fallidos
e intentonas estériles!

A veces faltan fuerzas
para fulminar a una mosca al vuelo.
Y más de una oruga la deja atrás
al arrastrarse en la carrera a más velocidad.

Todos esos tubérculos, vainas,
antenas, aletas y branquias,
plumajes nupciales y pelambres de invierno
demuestran serios retrasos
en su penosa labor.


La mala voluntad no basta,
y nuestra ayuda a base de guerras y revueltas
no le resulta por ahora suficiente.


En los huevos laten corazones.
Crecen los esqueletos de los recién nacidos.
Las semillas se visten con sus primeras hojas
y a veces también con árboles en el horizonte.

Quien afirma que es todopoderosa
es, él mismo, prueba viviente
de que, de todopoderosa, nada.

No existe vida,
que, aun por un instante,
no sea inmortal.

La muerte
siempre llega con ese instante de retraso.

En vano golpea la aldaba
en la puerta invisible.
Lo ya vivido
no se lo puede llevar.



Cuidaos mucho y rodeaos de personas que en días como los que vivimos esté dispuesta a anteponer el dolor de los demás al propio. Porque no todos los dolores son iguales y nunca fueron tan necesarios ciertos silencios.

3 comentarios:

  1. Voy a tomarme la libertad de modificar ese poema:
    "de todopoderosa, ¡nada!".
    Y también rescato, esta vez literalmente:
    "No existe vida,
    que, aun por un instante,
    no sea inmortal."

    Precioso y además, muy adecuado. Al final vas a hacer mi profe de poesía porque la única que leo es la que muestras por aquí. Y encantada, porque como decía Pennac en su libro "Como una novela", no hay nada mejor que leer lo que un lector te aconseja tras haberlo añadido a su lista de favoritos.

    Como dice un refrán: "A río revuelto, ganancia de pescadores". El problema es cuando esos pescadores son oportunistas disfrazados de pescadores.

    #largavidaalblog por aquí una que sigue leyéndote y que alucina con tu lucidez en estas fechas. Beso grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola. M. Ángeles.
      Estoy encantada de que disfrutes de la poesía que aparece por aquí. Conste que yo leo poca, pero me gusta anotar de aquí y de allí, porque creo que no hay mejor medicina para nuestros estados de ánimo.
      Tanto estamos viendo y tanto nos queda por ver en estos días sobre los comportamientos de unos y otros, incluidos los nuestros...
      Mil gracias por tus palabras, como siempre y tu "incondicionalidad".
      Mucho ánimo y un beso muy fuerte.

      Eliminar
  2. Te felicito porque has encontrado el poema idóneo para este momento. ME ha encantado y también me ha entristecido.

    Voy a esa canción que has compartido, esperando a que me revuelva un poquito a mí también, un poco más.
    Besos.

    ResponderEliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog