.Image { text-align:center; }

17 de abril de 2020

Estupor y temblores

Permitidme la licencia de usar el título de la novela de Amélie Nothomb para esta entrada pero, ¿no es este nuestro estado general?  Estupor y temblores.

No sé cómo lo hace el resto de la gente para mantener la cabeza a raya. No me refiero a momentos concretos, me refiero a esta suma de días y de incertidumbre.
Yo estaba acostumbrada a ser tajante, a que lo blanco era blanco y lo negro, negro. Poco espacio para los grises. Y aquí estoy, con toda la maldita gama cromática a mi disposición.

No soy de las que opinan que algo bueno saldrá de esto y cada vez me chirría más la publicidad que nos muestra esa supuesta felicidad y burbuja en la que vivíamos antes y a la que estamos deseando regresar. Pienso en los Don Drapers de las agencias frotándose las manos, apelando a una falsa normalidad y al deseo de volver a ella. Todo saldrá bien. ¡Ja!
Siempre he sido más de los dos minutos de Carlos del Amor en el telediario, de su maestría para usar lo cotidiano y hacerte llorar. De cero a cien en veinte segundos. Sin venderte nada. Ni bebidas refrescantes, ni planes de pensiones, ni playas desiertas.

Estupor y temblores. Así pasan los días. Recopilo información de mis seres queridos: si están bien, si necesitan algo (aún sabiendo que en la distancia poco pueda hacer, pero sintiéndome mejor por ello), tomando el pulso a la realidad (si es verdad que está pasando lo que dicen en la televisión, en tal o cual hospital o zona). 

A veces, leer un artículo o un comentario, te coge de la solapa y te arrastra al pasado. Hace unos días me pasó porque una chica de Instagram había hecho sopaipas como las hacía su madre. Y ahí es donde una imagen o una palabra te zarandea y te lleva a los domingos de Pascua, cuando tu abuela paterna, que apenas si podía mantenerse diez minutos de pie, se pasaba horas en la cocina, amasando harina y agua y friendo sopaipas para el desayuno de sus nietos. Con chocolate caliente. El mejor desayuno del mundo. Y luego piensas en que la última imagen de tu abuela, la que más recuerdas quizá por ser la última, es esa en la que estaba postrada en una camilla de hospital, sedada y dejándose ir. Yo pude cogerle la mano. No le dije cuánto la quería  y cuánto sabíamos que nos quería, porque siempre había alguien más de la familia en la misma habitación. Qué estúpida es a veces la vergüenza. 
Pienso mucho en ella estos días. Mi abuelo paterno falleció en una residencia y la enfermedad le hizo ser mejor los últimos días. En el entierro poca gente tuvo una palabra amable, más bien todos recordaban el mal genio que gastaba. Genio y figura decían, cuando sabías que lo que querían decir es que a veces era un poco cabrón. Pero la enfermedad le convirtió en un abuelo adorable y cariñoso al final y eso le reconcilió con parte de la familia. También pienso mucho en él estos días.

Decía Ray Loriga que la memoria es el perro más estúpido: le tiras un palo y te trae cualquier cosa. Pues un poco así, cada día.

Solo me queda mi abuela materna. Está estupenda a sus ochenta y tantos, vive en una casa con patio, un pozo y un limonero en el pueblo, y le dejan la compra en la puerta. Hace videoconferencias con toda la familia. Con la única hermana que le queda y vive en Francia desde la época del hambre, con sus hijas y nietas. Dice que ahora sus sobrinas de Barcelona la llaman mucho. Efectos secundarios de esta pandemia. Todos insistimos: no salgas, solo al patio a que te dé un poquito el sol, y ponte música (porque desde que murió mi abuelo, hace años, sufre de los nervios). Mi prima le hace vídeos desde la puerta mientras hace gimnasia y se ríe porque en el fondo se siente un poco ridícula. Nos lo envía: "mirad a la yaya, haciendo estiramientos como si fuera Eva Nasarre". Nos reímos y sentimos un alivio infinito. En realidad todos queremos comprobar que está bien porque no queremos pasar por lo que muchas familias están pasando. Cuando llegue su momento, queremos poder cogerle la mano.

No creo que algo bueno salga de esto. Pienso en todo aquel que ha perdido a alguien sin despedirse. Son demasiados y no hay freno. Hay un dicho africano que dice que cada vez que muere un anciano se pierde una biblioteca. Quizá por eso cambio de canal cuando alguna marca intenta obligarme a sentirme bien a costa de las emociones. Estar triste, sentir miedo, llorar por las pérdidas está bien. Sentir rabia por lo que está pasando, también. Así que solo se me ocurre una manera de cerrar esta entrada: Fuck off, Mr. Wonderful!.

15 comentarios:

  1. Escribe sobre tu abuela y su vida o sobre lo que quieras, Lidia, incluso sobre el limonero y lo leeré con gusto.
    De paso cuenta qué son las sopaipas, suena delicioso.
    ESCRIBE, ya no sé las veces que te lo he sugerido hasta en persona, jeje, esto es más una petición vehemente.
    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mara
      Escribo, escribo. Solo que me cuesta hacerlo si no me sale "de las tripas". Quizá sea de lo poco "positivo" que va a sacar esta situación, que es imposible guardarse lo que una piensa durante mucho tiempo ;)
      Un beso enorme.

      Eliminar
  2. Me has emocionado muchísimo. Cada vez que entro aquí pienso en aquella primera vez que te escribí. Ese blog que descubrí no tiene nada que ver con este. La evolución es muy bestia, Cielos de papel se ha convertido en algo inmenso. Es una gozada ver que cada día nos das un pedacito más de ti, que en cada entrada transmites mil emociones, que cada vez escribes más bonito, más sentido. Nunca dejes de escribir.

    Cuida mucho de tu yaya, que te voy a decir yo, para mí la mia es lo mejor de mi vida.

    Ojalá cuando nos volvamos a abrazar tengamos mucho que celebrar.

    ¡Mua!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Moni.
      Que lo digas tú, que eres sentimiento puro me hace muy feliz. No creo que ninguna de las dos pueda dejar de escribir (y transmitir).
      No sabemos cuánto se alargará esto, así que tendremos que luchar contra esta incertidumbre cada día, pero yo también quiero pensar que, la próxima vez que nos veamos y nos abracemos, celebremos la vida.
      Un beso enorme.

      Eliminar
  3. Siempre me emocionas, siempre me haces pensar en tantas cosas... (lo de Don Draper es cuestión —y devoción— aparte). Supongo que soy más bien de grises que de blancos y negros, y es cierto que eso puede ayudar (a no irse a las nubes y a no caer en lo hondo), pero ante todo, tienes razón, tienes —tenemos— todo el derecho del mundo a estar tristes, enfadados, muy preocupados y a no comprar ese mensaje —así lo llama mi hermana— covidpositivo 😔
    Y yo también quiero agradecerte que escribas, pero sobre todo que lo hagas con tanta verdad, con la que alegra y con la que duele. La necesitamos toda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú sabes, Marisa, que viniendo de ti me parece todo un cumplido. También sé que no sería sin ti. Creo que sabes a lo que me refiero. Me siento muy identificada con Merce y esa especie de aversión a lo covidpositivo. No pasa nada por intentar mantener la cabeza fría, porque ya nos gobiernan suficiente las emociones :)
      Gracias por estar siempre cerca y por animarme cuando dudo, cuando ni siquiera yo sé lo que quiero contar y por acompañarme en el proceso.
      Un beso fuerte.

      Eliminar
  4. ¡Qué emocionante ha sido leerte hoy, Lidi!
    De verdad que te leo un poco entre la lágrima y la sonrisa, ¡qué bonita tu abuela! (me la he imaginado haciendo gimnasia jejeje). Tengo la suerte de vivir con la mía y cada día aprendo algo nuevo (me sigue sorprendiendo de una manera tremenda, ahora me pide cómics para leer, lleva tres, no te digo más), sobretodo a no dar nada por perdido y a mirar todo con esa mirada tan especial que tiene mucha gente mayor.

    Es difícil no dejarse llevar por ese extremo en blanco y negro o el estupor y los temblores, siendo sincera, he sido más de grises y de no dejar que me abrume lo negativo, la incertidumbre o el malestar...obviamente, unos días son más fáciles que otros y por supuesto no pasa nada por estar triste, enfadada o apática. Somos humanas y también hay que dar espacio a esas emociones, mi abuela siempre dice que lo que no se saca se enquista.

    Hace una semana decidí no mirar noticias y creo que he ganado en calidad de vida..es necesario un microcosmos de paz para seguir avanzando y como ya hemos hablado muchas veces, la desinformación no ayuda en nada.
    ¡Fuerza Lidi! Sin duda alguna, en este retiro tus reflexiones (y pequeños post de instagram) me ayudan a entender las mías, gracias por este rincón, gracias por esa honestidad.

    ¡Un abrazote enorme!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ani.
      A mí me parece que somos unas privilegiadas, porque aún tenemos a nuestras abuelas y lo que es más importante: están bien, con achaques, pero bien.
      Creo que esta situación nos acerca mucho más a todos. No me creo que haya personas que no hayan pasado por todo este carrusel de emociones, la cuestión quizá sea que está bien, que entra dentro de la normalidad. Y que no pasa nada si, en algún momento, no entendemos tanto mensaje positivo entre tanta oscuridad.
      En mi caso, me está costando entender a toda esa gente que usa sus redes como los nuevos cómicos de la pandemia. No le veo la gracia.
      Me apunto al microcosmos. Si no fuera por todo lo que tenemos a nuestro alrededor que nos llena, no sé qué haríamos. Por eso admiro mucho más a los supervivientes que no tienen todos los lujos que tenemos los demás.
      Mil gracias por tus palabras, Ani. Te mando un abrazo de vuelta y mucho ánimo.

      Eliminar
  5. No sé si puedes llegar a hacerte una idea de lo que me ha emocionado esta entrada. Y te diré, amiga, que sí hay algo bueno de todo este confinamiento y es que, en tu caso, cada día escribes mejor. Cada día transmites mejor. Con cada entrada te entregas más, ahondas más profundo y lo conviertes en magia. Y me emociona. Me enorgullece la manera que tienes de transformar una cita literaria en algo tan íntimo que sobrecoge.

    Te aplaudo. Eres genuina.

    Ojalá tu abuela leyera tus palabras, qué orgullosa estaría. Quizá sea tu manera de llenar esos silencios.
    A mí no me queda ya ningún abuelo y, te parecerá curioso, desde que murió Ager escribo mucho sobre ella.

    Te abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Esther.
      Gracias por tus palabras, de verdad. Me ha gustado mucho escribir esta entrada, vaciar un poco la jarra. Se la envié a mi mamá y sé que ella la ha enviado a algunos familiares. Es bonito saber que ellas también se emocionan.

      Yo creo que las experiencias de cada uno enfocan nuestra vida, nuestras decisiones y, por supuesto, nuestras lecturas. Reconozco que yo no "te leo" igual desde que perdiste a Ager. Vengo de tu entrada de "Las madres no" y, cada vez que hablas de las relaciones de madres e hijos se me encoge un poquito el corazón. Te leo cuando escribes de algo tan difícil, tu madurez al expresarlo y, no importa que yo no haya pasado por la experiencia, es imposible no ponerse en tu lugar. Eso lo da tu manera de escribir. Ya sabes que, algunas veces, "me despiertas". Detalles en los que nunca me habría fijado, toman forma cuando los mencionas. Por eso, supongo, es valioso lo que contamos en nuestros rincones. Sin pretender llegar al mundo, es suficiente si llega a las personas adecuadas.

      Te mando un abrazo fuerte de vuelta, Esther. Y escribe. Llénanos de luz.

      Eliminar
  6. Hola.
    Carlos del Amor, sus minireportajes sobre la Luna, los que más me gustan. Sé que siempre los hará y que en la próxima super Luna, Luna Rosa o lo que sea, él estará ahí, hablando de lo mismo pero hipnotizando con sus palabras. Ya estoy esperando la próxima, será en mayo y lo sé, cómo no, gracias a él.
    Nada bueno saldrá de esto, nada puede salir cuando tanta gente ha sufrido tanto. Pero si que creo que todo esto va a cambiarnos la vida, de un modo u otro.
    Por ciertos, los saltos al pasado en esta cuarentena, parecen ser tendencia. ¡Cuántos me han venido a la cabeza!. Para mi han sido regalazos de la cuarentena, qué te puedo decir, aquí escribe una nostálgica empedernida.
    Beso enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué días M. Ángeles! Yo paso el día aferrándome a los recuerdos, escuchando y leyendo a gente que me habla de libros, a escritores, a reporteros, viendo series y películas anestésicas. De nostálgica a nostálgica.
      Todo esto va a cambiarnos la vida. Y tanto. Ya lo está haciendo.
      Un beso grande.

      Eliminar
  7. Hola Lidia, qué decir que no te hayan comentado ya! Reitero en lo de que sigas escribiendo. Lo haces de miedo. Transmites tanto! ¿Te confieso una cosa? Ahora que muere tanta gente sola, en hospitales o residencias, doy gracias porque mis padres ya fallecieron. Sobre todo por mi madre , de quien nos despedimos casi en una fiesta, con su preciosa sonrisa y sus palabras exclusivas para cada uno de sus hijos y nietas. Se despidió antes de entrar en quirófano y ya salió en coma, pero esa parte la he relegado al olvido. La otra no. La feliz no. Y agradezco que muriera entonces y no ahora, que podría haber sido tan crudo. Porque me desgarra el alma pensar en alguien que muere sin un ser querido al lado. Por lo demás, me jode que idealicemos la vida que llevábamos, porque oye, no era tan guay, al menos no para todos; y no quiero que me cuenten cuentos chinos de lo que vendrá tampoco, porque va a ser chungo, seguro, pero esta vez para muchos más de los que ya lo tenían chungo. Pero el hombre es superviviente por naturaleza, e inventaremos nuevas formas de relacionarnos ( espero que no más egoístas, que eso se nos da de fábula) Quiero creer en el ser humano y su bondad, aunque a ratos me cuesta. Pero ves, tú cuentas lo de tu abuela y se abre el cielo, ilusiona ver que el amor flota en el aire y eres capaz de contarlo. Creo que estoy siendo un poco inconexa, discúlpame, pero es que los mensajes son tannnntos que la mente se embota y casi no carbura. Eso sí, como siempre, te envío mi cariño y admiración. Y desde aquí, besotes a Mara y Marisa, que siempre están a tu lado.¡Menudo lujo! (para las tres)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mercedes.
      Es curioso lo que dices sobre tus padres porque creo que ese "alivio" lo están viviendo muchas familias que sí pudieron despedirse. A pesar de la tristeza por que se fueron, al menos no lo hicieron como ahora, sin los suyos cerca.
      Sobre lo que dices de que idealicemos la vida que llevábamos, pues es así. No paran de lanzarnos mensajes para que reflexionemos sobre lo que teníamos, lo perdido, etc... Oiga no, que yo no necesitaba una pandemia para saberme privilegiada y que tampoco es que la vida no nos la hubiera jugado durante todos estos años. Que ni todo era tan perfecto ni todo era tan horrible. Que aquí muchos nos hemos intentado labrar lo mejor posible un futuro y vivir la vida a costa de mucho esfuerzo y sacrificio.
      Y contestándote a lo que dices al final y hablando por cierto de privilegios: sí, para mí es y será siempre un lujo tener cerca a personas como Mara y Marisa. No soy yo de las que tienen un millón de amigas, pero las que tengo no las cambiaría por nada del mundo.
      Gracias por este mensaje tan cálido (como siempre, cada vez que pasas por aquí), Mercedes. Te mando un abrazo muy fuerte y mucho ánimo y fuerza para los días venideros. Nos va a hacer falta.

      Eliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog