.Image { text-align:center; }

1 de marzo de 2020

Por si vinieran tiempos de silencio

Me he levantado esta mañana pensando en la cantidad de tiempo que dedicamos a cosas y a personas que, en realidad, no nos aportan nada. Tiempo mal invertido, tiempo transformado en decepción.
Me convenzo, en una reflexión un poco naíf, de que son momentos necesarios para valorar en su justa medida aquellas cosas y personas que son bálsamo, inspiración y compañía. Con los años he ido perdiendo capacidad de asombro o deslumbramiento, por eso su número -las personas cuya opinión y reflexiones me importa- es reducido. Pero su valor, incalculable. Tanto como lo es sentir que le gustas a esa gente que te gusta a ti. Esa reciprocidad invaluable que te proporciona una buena charla, una buena recomendación, una buena lectura. 

Quiero hacer un pacto conmigo misma: no dejar que los mediocres, los miserables, los estúpidos, los cargantes, los mentirosos, los manipuladores, los cobardes, los impostores, los necios, los tibios, los cretinos... estropeen un solo momento de esta mañana de domingo. Ni de ninguna otra más. No es un pacto baladí. Campan a sus anchas, saturan las redes sociales o coincides con ellas inevitablemente en tu entorno, parecen mancharlo todo.

Y, al mismo tiempo, en el mismo terreno encuentras a algunas de las personas más influyentes de/en tu vida, hallazgos a los que merece la pena prestar toda tu atención. Decía Pavese: no se recuerdan los días, se recuerdan los instantes. Quiero tener una vida rica en instantes.



Las mañanas de domingo, ya sabéis, son tiempo de poesía y de rodearnos de lo que al final nos aleja un poco del ruido y nos acerca a la cordura. Quizá, la poeta Raquel Lanseros tenía todo esto presente cuando escribió su poema:

Invocación

Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo,
de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme los cantos de sirenas,
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.
Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.
Por si vinieran tiempos de silencio.

Y por si vinieran tiempos de silencio, por si alguien me pregunta un día si ha merecido la pena, si haría o diría algo diferente conociendo las consecuencias de antemano, si pudiera elegir... entonces, simplemente, contestaría con el poema  de Raymond Carver.

Lluvia

Me desperté esta mañana con
unas ganas tremendas de quedarme todo el día en la cama
leyendo. Luché contra ello durante un rato.

Me asomé entonces a la ventana y estaba lloviendo.
Y me rendí. Me dediqué por entero
al cuidado de esta mañana lluviosa.

¿Viviría mi vida otra vez?
¿Con los mismos errores imperdonables?
Sí, a la mínima posibilidad que tuviera. Sí.


Porque, al fin y al cabo, como decía al principio, ¿cuáles y cuántas son en realidad las cosas que nos importan? ¿cuántas personas permanecerán a nuestro lado? ¿cuántas querremos conservar a lo largo de nuestra vida? Al fin y al cabo... tenía razón Amalia Bautista:

Al cabo

Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.


Ahí fuera están las palabras que consiguen alegrar mi alma y esas pocas personas que mueven mi corazón. El resto, pasará.

Os deseo una feliz mañana de domingo y felices lecturas.


7 comentarios:

  1. Para variar, conmovedoras reflexiones. Con tu permiso, te robo los poemas para mi colección personal. Alucino con la calidad de tus lecturas. Con cariño, siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mercedes. Siempre recibo tus palabras con el mismo cariño con el que tú me las envías.
      Un beso.

      Eliminar
  2. Me encanta "Lluvia", me recuerda a mis fines de semana sola en Soria. Quiero volver a algún fin de semana de "Lluvia".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un poema muy evocador, ¿verdad?
      Justo hace un par de días comentábamos Boni y yo que deberíamos volver pronto a Soria, quizá algún fin de semana. :)

      Eliminar
  3. Es preciosa tu reflexión, y estoy muy de acuerdo contigo. Hay que dedicar el menor tiempo posible a personas que tuvieron un paso frugal por tu vida, las tóxicas, las que no te dejaron huella, o las que te clavaron el tacón en la yugular. DE todo eso se aprende. De lo innecesario se aprende, de lo doloroso también, y al final todo refuerza a una como persona. En serio, tienes que ir a una clase de yoga.

    Por la parte que me toca (porque me siento muy reflejada e identificada entre tus letras) es un placer compartir instantes contigo.

    Por cierto, has hecho arte con esta entrada, introduciendo estos tres pedazos de poemas y ligándolos a tus emociones. Estás super inspirada. ¡Qué bien te está sentando el parón!

    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También te cuento entre mis instantes, Esther. Es curioso como, las personas que apreciamos y las palabras, nos han puesto en la misma sintonía, en el mismo camino.
      En este mundo interconectado y "sobresaturado" de información instantánea y fugaz pocas cosas consiguen emocionarme, pero ahí están tus blogs. Tan diferentes y tan emotivos. Hablas de inspiración y te aseguro que, mucha, surge de escucharos y leeros a quienes sois referentes y referencia. Dejar que algo cálido e importante vaya calando. Dejar a un lado lo que no lo hace.
      Gracias por tus palabras, siempre.
      Un beso enorme.

      Eliminar
  4. Ains, qué lindo todo :) gracias, amore!
    De vez en cuando me dan ganas de cerrar las redes sociales otra vez, pero sé que volvería por el oro, que son los instantes con las personas que adoro ;) pero tengo que cribar mejor y no sentirme mal por silenciar a gente que aunque aprecie y no quiera borrar, me hartan ya con su autobombo. En fin...
    Somos moscas en el cristal del tiempo, no sé qué coño he querido decir con eso, bueno, lo sé, pero esoy muy Bartleby y no lo voy a explicar ;) ahí lo dejo, jejeje, las moscas cojoneras gastan su día en tocar los huevos, será poralgo, cuestión de gustos. Te quiero, flor!

    ResponderEliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog