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17 de julio de 2019

Pequeñas grandes cosas - Jodi Picoult

Pequeñas grandes cosas de Jodi Picoult ha sido mi última lectura. Dice la autora en una nota final: Pequeñas grandes cosas es una referencia a una cita atribuida al reverendo Martin Luther King Jr.: "Si no puedo hacer grandes cosas, puedo hacer pequeñas cosas a lo grande".

Son muchas las razones por las que me gusta Picoult. Es atrevida, en cada novela presenta conflictos de intereses, situaciones difíciles, temas controvertidos. Las relaciones familiares suelen tener también un gran protagonismo, así como las repercusiones legales de ciertos actos. No suele escribir libros cortos, muy al contrario, no teme pasar de las cuatrocientas o quinientas páginas y aún así nunca me parece que sobre nada ni me ralentiza la lectura. Sin embargo, no ha sido así esta vez. Porque esta vez el tema, el conflicto, me ha hecho sentir como si una parte de mí leyera y otra analizara todos los planteamientos y puntos de vista que se muestran en la novela.


SINOPSIS

Ruth Jefferson es enfermera en la sala de partos de un hospital de Connecticut, una profesional con más de veinte años de experiencia. Ruth empieza su turno con el reconocimiento rutinario de un recién nacido, pero unos minutos después le comunican que el niño tiene otra enfermera. Los padres son supremacistas blancos y no quieren que Ruth, que es de origen africano, toque a su pequeño. El hospital satisface sus deseos, pero al día siguiente el niño sufre una crisis cardíaca y Ruth es la única enfermera de servicio. ¿Obedecerá las órdenes de la dirección o intervendrá a pesar de todo? 


Con un extraordinario despliegue de inteligencia y sinceridad, y una gran empatía, Jodi Picoult aborda los problemas de la raza, los privilegios, los prejuicios, la justicia y la compasión y no da soluciones cómodas.


El tema estrella, como imaginaréis después de leer la sinopsis, es el racismo. Pero nada de un racismo ligh. La incomodidad se siente en sus líneas. Picoult coge el tema, lo esparce a través de sus protagonistas y es imposible no salir salpicada. ¿Quizá se le podría acusar de usar a los personajes para representar al estereotipo? Quizá. 

Ruth y su familia representan el estereotipo negro: está la madre-criada que trabaja para una familia blanca desde hace años, la hermana que vive en un barrio marginal, el hijo brillante que es la gran esperanza de la familia y Ruth, enfermera, que ha vivido creyendo que "se había integrado en la comunidad".

Por otro lado, están los supremacistas blancos: los que creen firmemente en la superioridad aria, los odiadores (de negros, homosexuales, judíos...), los que se concentran para sentir el apoyo del grupo y poder reafirmar sus creencias, los delincuentes que usan ese odio como válvula de escape para emplear la violencia. Y en medio de todo eso, una abogada blanca que deberá ponerse en la piel de su defendida para entender la magnitud de una situación que se mantiene en EEUU, que es donde se sitúa la novela. Huelga decir que toda mi empatía se ha ido hacia esa abogada.

«-¿Sabías que, en El Rey León, las hienas, que son los malos, hablan con jerga de negros o latinos? ¿Y que a los cachorros se les dice que no vayan donde viven las hienas?

Me mira como si le estuviera contando una gracia.

-¿Sabes que Scar, el villano, es más oscuro que Mufasa?»

El hecho de pensar en los estereotipos ha sido lo que ha ralentizado mi lectura. No dejaba de pensar: ¿de verdad ocurre esto? ¿de verdad se permite?. No soy una ingenua. Lo cierto es que creo todos los escenarios que presenta Jodi Picoult. Y, además, he disfrutado mucho de la trama legal y judicial (y eso es culpa de haber estudiado Derecho pensando que al terminar todo sería como en la serie de finales de los noventa: Ally McBeal).

Aun así no ha sido una lectura redonda y con Picoult suelo estar avisada. Los temas que toca tienen tantas aristas que el lector espera con ganas que llegue el final y que se resuelva el conflicto. Cuanto más se enreda todo más te preguntas: ¿cómo vas a solucionar todo lo que estás poniendo en el tablero?. A veces esa resolución no me satisface del todo y en este caso me ha parecido un poco complaciente con el lector. 

Justo el mismo día que termino la novela (#señales), escucho un podcast sobre el trabajo de Angélica Dass, Humanae Projet. La escuchaba y pensaba en cuánto ganaría el mundo si todos entendiéramos que el color de la piel no nos hace diferentes porque, ante todo, somos seres humanos.

Creo que la mejor forma de cerrar esta entrada es dejando su charla TED. De veras, merece la pena. Leed también a Picoult, es una buena manera de revisarnos a nosotros mismos y de disfrutar a la vez de una  muy buena lectura.



1 comentario:

  1. Tengo que leer a Jodi Picoult YA.

    Me encantan tus señales, desde que nos conocemos me fijo mucho en ellas y me hace sonreír porque siempre me vienes a la cabeza. Sin ir más lejos tenemos la prueba la semana pasada, acababa de leer a Lea Vélez y el cómic de El fotógrafo de Mauthausen y me ponen el documental en la tele. ¡Y te tuve que escribir en el momento! ♥

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