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27 de febrero de 2017

Valiente Vera, pequeña Sara


VALIENTE VERA, PEQUEÑA SARA


Neïra - Andrea Longarela

Edición impresa y ebook
Autopublicado
(2017)




Sentimental
Romántica Contemporánea


SINOPSIS

Vera, Sara y Alexander eran inseparables. Siendo adolescentes, habían establecido un vínculo especial, una amistad inquebrantable; habían trenzado sus vidas con nudos en apariencia irrompibles. ¿Por qué entonces, en la actualidad, Sara se siente sola? ¿Por qué hace años que no está cara a cara con ninguno de los dos? ¿Por qué los veranos en el lago ya no son tan mágicos como en algún momento fueron? ¿Por qué resulta tan fácil romper las promesas? Dos hermanas, un chico y el lago como único testigo de una historia que marcó la vida de cada uno de ellos. 
Una novela sobre esas decisiones cobardes que tomamos en algún momento, pero también sobre personas valientes que les hacen frente. Sobre esa amistad profunda que se forja en la juventud y que sobrevive incluso al paso más cruel del tiempo. Sobre el miedo, el rencor, el fracaso. Pero también sobre el amor; el amor por la familia, por los amigos, por el hogar, por aquellas personas que poseen la capacidad de hacer que tu mundo gire o deje de hacerlo. Sobre un amor de verano y sobre el amor de toda una vida.


Esto no es una reseña, ni un análisis de lectura ni nada que se le parezca. Hoy solo quiero hablar de lo que he sentido leyendo Valiente Vera,  pequeña Sara.

No voy a referirme a la trama porque creo que, con la sinopsis, Neïra ya dice lo suficiente. Porque se trata de eso: cuánto menos sepas de esta historia, más te emocionará, más la disfrutarás.

Leer Valiente Vera, pequeña Sara es leer una novela de personajes, sentimientos y sensaciones. Es una novela de vida, de interiorizar ese mensaje que grita entre sus páginas: vivir el presente. Asumir el pasado y dejar de obsesionarnos por el futuro. 
No creo que exista una carta de presentación más acertada que esa sinopsis, porque dice exactamente de qué va esta historia. Sus temas principales. Os lo vuelvo a poner:

Una novela sobre esas decisiones cobardes que tomamos en algún momento, pero también sobre personas valientes que les hacen frente. Sobre esa amistad profunda que se forja en la juventud y que sobrevive incluso al paso más cruel del tiempo. Sobre el miedo, el rencor, el fracaso. Pero también sobre el amor; el amor por la familia, por los amigos, por el hogar, por aquellas personas que poseen la capacidad de hacer que tu mundo gire o deje de hacerlo. Sobre un amor de verano y sobre el amor de toda una vida.

Y para ello, para desarrollar todos estos temas universales, Neïra nos ha traído a Vera, Alex y Sara. Y no me olvido de Yago, un secundario que mantiene una relación muy especial con las chicas de esta novela.

Supongo que no había mejor lugar para hablarnos de ellos que un sitio idílico, apartado, uno de esos parajes en los que se para el tiempo. El lago, el embarcadero y una casa en ruinas que necesita convertirse en algo nuevo. Esta historia no sería la misma si ocurriera en otro lugar o en otro tiempo. El verano está muy presente en ella y supongo que será la época ideal para releerla. Neïra ha conseguido transportarme, hacerme sentir la calidez del sol veraniego, la frescura de los baños en el lago, las sensaciones que produce entrar en una casa decorada de manera especial. Me ha hecho sentir los colores, percibir los olores, la música... saborearlo todo.

—¡Venga, Sara! Tres, dos… ¡uno!

—¡Salta, valiente!

Y, gritando las palabras de Vera que siempre funcionaban como empuje, me suelto y el agua me rodea, sintiéndome libre, tranquila, a salvo. Feliz.


He llegado al final. Os confesaré que no soy una lectora de lágrima fácil. Me cuesta encariñarme con los protagonistas de ficción, me incomodan las escenas demasiado idílicas o excesivamente dulces (son las que me sacan a golpes y me convierten en una espectadora escéptica e incrédula). Mientras preparaba esta entrada buscaba una buena definición de la palabra conmover y he encontrado esta:

Conmover: Hacer (especialmente una persona mediante una demostración de cariño, un acto de amor, etc.) que una persona se emocione hasta el punto de despertarle deseos de llorar.

Eso es lo que ha conseguido Neïra a través de Sara y Vera. Y no solo me despertó deseos de llorar, lo hice sin ningún reparo. Con sus pequeños detalles, con sus grandes mensajes que puede que no sean nuevos u originales, pero son los que nos ayudan cada día a seguir en este mundo de locos. 

Leed Valiente Vera, pequeña Sara y comprobad qué despierta en vosotros. No creo que podáis conseguir que algo, algún detalle, alguna decisión de Vera, Sara y Alex no os toque el corazón.

Gracias, Andrea Longarela-Neïra, por hacerlo posible. Por autopublicar esta historia y no dejarla en un cajón. Por dejar que toda esa sensibilidad quedara impresa en papel. Por hacerme sentir nostalgia de una época sin la presencia de nuevas tecnologías.
Gracias, Mónica Brandon, por acompañarme de nuevo en esta lectura. Por callar cuando me adelantabas y yo te transmitía mi ansia por saber y el miedo a que no se cumplieran las expectativas. Por decirme: tú-solo-disfrútalo. Por acompañarme en las redes, y por ser la culpable -con tu entusiasmo y tu poder de persuasión- de que un día decidiera leer a esa chica autopublicada y un poco indie que empezaba a hacerse un hueco en este mundillo. Este viaje emocional también es por tu culpa. En esta entrada se resume el significado de la palabra Serendipia.
Podéis leer la reseña de Miss Brandon pinchando aquí.

24 de febrero de 2017

El último baile - Marisa Sicilia


EL ÚLTIMO BAILE


Marisa Sicilia


Edición impresa y ebook
ISBN: 9788468791616
Harlequín Ibérica
(2017)



Romántica Histórica

SINOPSIS

Viena, 1952.
Andreas y Lilian se reencuentran inesperadamente en un café tras una larga separación. Mientras pasean juntos por el Prater, Lili recuerda su historia de amor con Andreas, su enamoramiento incondicional y juvenil, el primer desengaño, el fracaso en su intento de olvidarlo, la reconciliación y los años locos que vivieron juntos en el salvaje Berlín de entreguerras. Recuerda cómo, a pesar de las separaciones y las distancias, nunca dejaron de amarse.
Porque el de Lili y Andreas es uno de esos amores que perduran a través del tiempo y las pruebas.
Porque las verdaderas historias de amor nunca terminan.


Siempre que os traigo algo nuevo de Marisa Sicilia siento que todo lo que quiero decir de la novela no es suficiente, que querría deciros: es su mejor obra hasta el momento. Pero luego recuerdo las anteriores y pienso que no puedo afirmar tal cosa, que no sería justo. Lo que sí os puedo decir es que El último baile es algo diferente.

La primera escena es el reencuentro fortuito de Lilian y Andreas, en la Viena de 1952, después de una separación de catorce años. Catorce. Un encuentro que les hará recordar lo que vivieron, compartieron y perdieron años antes. Os aviso de que no será un recorrido fácil, cómodo o sencillo y eso solo lo hace más excepcional y emotivo. 

"—Ahora recuerdo aquel baile. Fue justo al final de la noche.
—Sí, fue el último baile.
—¿Y qué más recuerdas? —dijo reanudando la marcha y estrechando su brazo cálidamente contra el suyo.
—Todo, Andreas. Lo recuerdo todo."

Lilian y Andreas se conocen desde la infancia. Ella siempre ha estado enamorada de Andreas. Un amor ciego, absoluto, incondicional y capaz de todo, tanto que, en su juventud, le resulta fácil alimentar sueños románticos sobre el futuro. Un futuro con él, totalmente idílico.
Sin embargo, Andreas desea todo lo que la vida puede ofrecerle, es joven, quiere ser arquitecto, viajar, hacer grandes cosas, diseñar edificios... no quiere atarse a nada ni a nadie. No, teniéndolo todo a su alcance. 
Todos los deseos de Lili -el espejismo que ella misma se había creado- desaparecen, y tiene que empezar a hacer frente a la realidad, a madurar. Una realidad que no tiene nada que ver con lo que ella había planeado. Aun así, Andreas será siempre una constante en su vida.

"—No te fíes de los médicos. Ni de los abogados… En realidad, no deberías fiarte de nadie —le dijo con seriedad cuando ya estaban junto al coche.
Lili lo tenía presente, por eso le preguntó.
—¿Ni siquiera de ti?
Él soltó la puerta y la miró.
—Tampoco te fíes por completo de mí. No soy tan excepcional como piensas."

Andreas... ese protagonista contradictorio, a veces caprichoso y egoísta, imperfecto, dispuesto a dejarse llevar por los excesos de la época, por sus propios deseos y anhelos, pero incapaz de olvidarse de una Lili que tira de él con un hilo invisible. Ha habido momentos en los que ha sido difícil perdonar las decisiones de este protagonista porque resulta mucho más fácil ponerse en la piel de Lilian, de la que sí conocemos sus sentimientos, sus dudas, los factores que determinan sus actos. Veremos a Andreas a través de los ojos enamorados de Lili. A ella también le tocará decidir y elegir. No penséis que va a ser un personaje plano o débil -ninguno de los creados por Marisa lo es- y quizá por eso, cuando llegas al capítulo final sientes la congoja por el tiempo perdido, por los años de separación, por lo que pudo ser y no fue. Y es porque creo firmemente que lo de Andreas y Lili es amor por lo que ese primer capítulo, ese reencuentro, siempre me emociona.

Junto a la fuerza de los protagonistas destacaría el carisma de sus secundarios, especialmente, el papel de Ernst Bertelmann -total y absolutamente inolvidable- y Mark Slattery. Quisiera contároslo todo, hablaros de cómo la casualidad o el destino se encarga de unir y separar a esta pareja,  pero entonces os fastidiaría cada sorpresa, cada giro.

No puedo dejar de mencionar la recreación de la época: la Viena de los años 20, las calas de Miramare, el Berlín en el que iba creciendo la semilla del nazismo pero también el de los excesos, los cabarets,  los cafés bulliciosos llenos de intelectuales y artistas... Lugares por los que pasearon Lili y Andreas, en los que se amaron y se hirieron, dejando una huella indeleble en sus vidas -como si de una fotografía en blanco y negro de Robert Doisneau o Cartier-Bresson se tratara-, imágenes que recordar, momentos en los que parar el tiempo. 

El último baile es una novela que tiene para mí un valor sentimental especial. No ha sido solo una lectura, han sido horas de charlas, de dudas, de compartir emociones y de evocar escenas hasta no poder evitar las lágrimas. Siempre os digo que como lectora, y dejando a un lado la relación personal, las novelas de Marisa Sicilia suponen una apuesta arriesgada pero segura y diferente dentro del panorama nacional. Ojalá para vosotros también lo sea. Ojalá también os deje huella y con ganas de volver de nuevo a Viena o Berlín. Y que queráis hacerlo con ellos. Con Andreas y con Lili.

Os dejo aquí el enlace al Primer capítulo

Y dos enlaces más si tenéis interés por: Cómo surgió la historia y su documentación y Los lugares en los que transcurre.

17 de febrero de 2017

Lecturas que se quedaron en el tintero

17 de febrero y ya siento que el mes ha terminado. Quizá es porque mi trabajo funciona a base de cumplir plazos, tener organizado tal o cual tarea para una fecha, dejar los últimos días para poder terminar otra. Y así un mes tras otro. Un trimestre tras otro. Es la vida de una gestora laboral. Por eso, ya estoy pensando que la semana que viene es la última del mes, aunque no lo sea en realidad.

Febrero ha sido el mes en el que me ha tocado cumplir años, me he reencontrado con amigas -buenas lectoras y escritoras, pero mejores personas-, he confirmado el marchito estado en el que se encuentra la novela romántica nacional y he sobrevivido a San Valentín a pesar de las redes sociales: ese eterno escaparate de postureo, manipulación e información habitualmente inútil o prescindible.

Hace nada, nos sacudíamos los efectos de la época navideña y ya casi han pasado dos meses. He leído bastante, teniendo en cuenta el tiempo disponible, pero he reseñado poco. Y tengo esa sensación de haberme dejado en el tintero buenas lecturas de las que hablaros. Así que, saliendo un poco del formato habitual, os traigo algunas de ellas.

Una habitación propia
Virginia Woolf


Esta ha sido mi primera toma de contacto con Virginia Woolf. Un ensayo fruto de sus conferencias sobre "la mujer y la novela". Que sea un ensayo ha sido lo que me ha hecho bajar su valoración ¿Por qué? Porque había partes que me han parecido un poco más farragosas, como si se desviara de lo importante (y no deja de ser culpa mía y mi falta de paciencia como lectora a la que le gusta ir al grano). Dicho esto, considero que debería ser una lectura obligatoria en el colegio: la importancia de que, en palabras de Virginia, una mujer tenga una habitación propia y una renta de quinientas libras. Independencia, pensar por sí misma, ser autosuficiente. Hay muchos párrafos para enmarcar. Dice: "Además, dentro de cien años... las mujeres habrán dejado de ser el sexo protegido. Lógicamente, tomarán parte en todas las actividades y esfuerzos que antes les eran prohibidos. La niñera repartirá carbón. La tendera conducirá una locomotora". Esto lo dijo en 1928. Iniciamos 2017 y es verdad en parte.

Prácticamente, he copiado mi comentario en Goodreads. Es un ensayo muy corto del que se pueden sacar muchas reflexiones en torno al discurso feminista. Merece la pena.



23 Otoños antes de ti
Alice Kellen


El segundo volumen de la serie Volver a ti. Últimamente me siento bastante reacia a leer New Adult porque ha llegado un momento en el que no me aporta nada. Sin embargo, soy una lectora fiel a Alice Kellen y, esta vez, tampoco me ha defraudado. Sobre todo porque, como suelo decir, sabe manejar los clichés en beneficio de sus protagonistas.
Me quedo con la dulzura y detalles con las que Alice lo envuelve todo. Me quedo con sus guiños (a otros personajes y novelas suyas), con su manera natural de expresar sentimientos y con esa sensación final que te deja cada una de sus historias y que suele traducirse en una sonrisa enorme.
Pero, la razón por la que ahora mismo estoy hablando de 23 Otoños antes de ti, es Harriet, su protagonista. Esa amiga que te llevarías a casa y que querrías tener en tu vida. Me llevo conmigo su fragilidad y su fortaleza.



El mapa de mi piel
María Montesinos


No quería dejar de mencionar El mapa de mi piel. Fue una lectura conjunta que compartí con Mónica Brandon y reconozco que ese ha sido un gran aliciente. No os voy a mentir: es una novela que trata el cáncer de mama. Es Celia -una treinteañera que acaba de recuperarse de la operación y está en período de curación- la que da voz a esta novela. Sé que la palabra cáncer es un handicap. Parece que a ninguno nos gusta leer nada que tenga que ver con esto. Queremos historias más o menos bonitas pero que no hablen de enfermedades. Yo también me dejé llevar por los prejuicios y por eso he tardado tanto en leerla. Pero María Montesinos ha hecho un trabajo que hay que valorar. A mí me ha servido para abrir los ojos, incluso para solventar algunas dudas. El mapa de mi piel es una novela sobre la vida, sobre elegir y decidir qué queremos hacer con ella cuando ésta te ha puesto a prueba. Es una novela sobre el amor, sobre saltar obstáculos, sobre luchar y adaptarse a los cambios. Es una historia de la que siempre guardaré un mensaje positivo y esperanzador.
En definitiva, es una novela que hay que leer.



La mujer del viajero en el tiempo
Audrey Niffenegger


Ha sido una relectura que me ha pasado factura. La empecé en diciembre, inicialmente planteada como lectura conjunta. Sin embargo, en cuanto fui acercándome al final, tuve que abandonarla (dejando tiradas a mis compañeras de lectura) y darme un tiempo para respirar. La mujer del viajero en el tiempo siempre tiene el efecto de un huracán sobre mi corazón. Lo arrasa todo, me hace llorar como si Henry y Claire fueran mis vecinos y asistiera al desarrollo de su vida, de su historia de amor. 
Soy incapaz de poner distancia y recurrir al "no pasa nada, es solo un libro", ni tampoco al "lo has leído más veces, ya sabes lo que viene". Para mí nunca será solo un libro. Hay algo trágico en los continuos e inesperados viajes en el tiempo de Henry, en su falta de control, en su abandono. El hecho de que esté escrito en primera persona pero con la visión de ambos, nos ayuda a ponernos en situación. También sé que es una percepción puramente personal.

Estoy segura de que hay lectores que abandonarían el libro por falta de interés, o que lo leen sin que deje en ellos ninguna huella. No es mi caso. Hace unos días la terminé por fin y, como ya imaginaba, no he salido indemne de ella.

Hay una película basada en el libro: Más allá del tiempo, protagonizada por Eric Bana y Rachel McAdams, pero creo que hay que verla después de leer el libro porque muchos detalles se quedan fuera.  La mujer del viajero en el tiempo forma parte de la estantería de libros que, de alguna manera, cambiaron mi vida. Por eso necesitaba hablaros de ella.


Tengo planificado el calendario de lecturas de marzo. Hay novedades y también lecturas pendientes. Pero antes de que se acabe febrero, prometo traer alguna reseña bonita.







14 de febrero de 2017

Una imagen vale más... Vivian Maier

Febrero tiene como protagonista a una mujer no exenta de misterio, polémica y talento: Vivian Maier, conocida como la niñera fotógrafa

Nacida en Nueva York, en 1926, falleció en el año 2009 dejando tras de sí una cantidad ingente de carretes, negativos sin revelar, cartas, ropa, recibos, periódicos... Su vida en objetos. 


¿Queréis saber algo de su historia? Antes de 2007, Vivian era una auténtica desconocida. Ese año, el coleccionista John Maloof consiguió cientos de sus negativos en una subasta y, desde el primer momento, fue consciente de la calidad y talento de la fotógrafa. 

Llevado por la curiosidad, intentó por todos los medios saber quién estaba detrás de esa obra, iniciando una investigación en toda regla para conocer al personaje anónimo tras el objetivo.

Lo curioso de todo esto es que consiguió contactar con varias familias que habían conocido a Vivian, familias para las que había trabajado, quedando al descubierto la verdadera profesión que le permitía pagar facturas: era niñera.

Un niñera peculiar, tal y como todos la recuerdan. Excéntrica, aficionada a coleccionar periódicos y a guardar objetos de todo tipo: cartas, recibos de compra, sombreros, películas caseras en Super 8, o cintas con grabaciones sonoras, realizadas por ella misma. Algunos de esos objetos continuaban en los trasteros de las familias con las que había convivido. Maloof localizó una cantidad tal de negativos que este hecho solo podía explicarse de una manera: Maier tomaba cientos de fotografías cada día.  Y, todo eso, mientras desarrollaba su profesión.
Lo más sorprendente del caso es que la obra de Vivian ha sido conocida -y reconocida- tras su fallecimiento, ya que, parece ser, nunca tuvo interés o medios para sacarla a la luz y publicarla.





Después de ver el documental, de leer algo más sobre la biografía de Vivian, pensaba en todas aquellas personas que tienen una vida normal, que no destacan o que, incluso como en el caso de Maier, son consideradas personas raras, excéntricas o de trato difícil. 

Pensaba en toda la gente anónima que posee un don, aficionados, creadores, cuya obra nunca verá la luz. Manuscritos guardados en cajones, lienzos o simples páginas con ilustraciones o dibujos, envueltas en papel y encerrados en trasteros. Creaciones que serán destruidas u olvidadas por el paso del tiempo. 


Solo las fotografías de Vivian son ya un retrato de época, un agujero temporal en el que mirar para ver cómo era la ciudad de Chicago entre los años cincuenta y sesenta, por ejemplo. Su obra casi puede dividirse en tres temas: fotografía callejera, autorretratos y fotografía de viajes. Algunas de sus fotos me parecen inquietantes. Otras algo así como si fueran un hurto a la intimidad de la gente a la que retrata.








Dicen que, teniendo en cuenta el carácter reservado de Vivian, era bastante probable que no disfrutara de esta fama póstuma. Sin embargo, creo que hay que agradecer a John Maloof su esfuerzo y dedicación en intentar darle el sitio que, como fotógrafa, merece entre los grandes. 




Hay un montón de anécdotas y detalles que rodean su vida, pero la que más me ha fascinado es que en 1959 viajó SOLA a Egipto, Bangkok, Tailandia, Taiwán, Vietnam, Francia, Italia e Indonesia. 

Creo que es un dato a tener en cuenta y que muestra a las claras que fue una mujer que seguía sus propias reglas.



Ahora es cuando llegáis al enlace del vídeo documental Encontrando a Vivian Maier (Finding Vivian Maier) -que, además, está subtitulado- y pensáis: ¡qué pereza!, una hora y veinte minutos para hablar de la vida de esta fotógrafa. Os diré una cosa: apagad la tele, buscad un minuto para darle al play y luego me decís en qué punto exacto os habéis quedado. Yo me quedé atrapada durante cuarenta y cinco minutos y tuve que dejarlo porque llegaba tarde al trabajo... En definitiva, merece la pena, os enganchará y podréis conocer muchos aspectos de su vida y personalidad, pero sobre todo de su prolífica obra.






Reconozco que he disfrutado mucho haciendo esta entrada, curioseando, leyendo aquí y allá. Buscando fotografías para añadir a esta entrada, que sirvieran de mini archivo, y llamaran vuestra atención. Por si a vosotros también os ha pasado, os dejo aquí el enlace a la magnífica página web de Vivian Maier












7 de febrero de 2017

Esplendor - Margaret Mazzantini


ESPLENDOR


Margaret Mazzantini

Edición impresa y ebook
ISBN: 9788432229251
Seix Barral
(2016)




Sentimental
Narrativa extranjera


SINOPSIS
¿Llegará el día en el que tengamos el coraje de ser nosotros mismos?
Ésta es la pregunta que se plantean los dos inolvidables protagonistas de esta novela.
Dos niños, dos hombres, dos increíbles destinos. Uno es intrépido e inquieto; el otro, sufrido y atormentado. Una identidad hecha pedazos que es necesario recomponer.
Una conexión absoluta que se impone, la hoja de un cuchillo en el filo del precipicio de toda una existencia.
Guido y Constantino se alejan, kilómetros de distancia los separan, establecen nuevas relaciones, pero la necesidad del otro se resiste en aquel primitivo abandono que los lleva a ellos mismos al lugar en el que descubrieron el amor. Un lugar frágil y viril, trágico como la negación, ambicioso como el deseo.

Dos días me ha durado Esplendor. La resaca ya es otra cosa. Soy una admiradora absoluta de Margaret Mazzantini, su obra, su narrativa, toda ella. Siempre temo empezar una novela suya, porque sé lo que vendrá después. Pensamientos hilvanados al corazón, imposibles de separar. 
En esas estoy. Digiriendo. Pensando y sintiendo a Guido y Constantino. Esos dos jóvenes que lo tenían todo a sus pies, la vida, la plenitud, el amor. La portada, ese lanzarse al vacío -como volar-, esa juventud, esa libertad, me parece de lo más apropiada.

Constantino es el hijo del portero, el descendiente de una familia con pocos recursos, siempre servicial, siempre dispuesta a cumplir con el vecindario. Guido es el hijo único de un matrimonio defectuoso, de una madre ausente y una figura paterna apenas perceptible. 
Ambos han crecido juntos, compartiendo el mismo espacio, aunque esa cercanía no pueda ser llamada amistad. Y el paso de los años les muestra que lo suyo, esa relación extraña y equívoca, esos sentimientos anormales, eso que sienten pero que no pueden mostrar ante nadie, ni siquiera ante ellos mismos, todo eso, bien podría ser amor.

¿Qué es lo que viene después? Lo que ocurre, lo que les pasa, sus idas y venidas, sus errores, sus aciertos, sus decisiones, su fragilidad y su valentía, todo eso, es la vida. Y no está dispuesta a ponérselo fácil a estos dos hombres. Porque este mundo, esta sociedad, se encuentra más cómoda juzgando y castigando lo diferente, cubriéndolo de una pátina de culpabilidad y vergüenza, haciendo que nieguen su propia identidad sexual.

<<...Me contó una historia, la historia de un pueblo de muertos, al morir la última vieja, hasta el campanario calla, y queda sólo un perro hambriento y asustado. Un perro blanco. Mientras los lobos se acercan, el pobre perro se mezcla con la tierra, se mancha el pelaje, y cuando llegan los lobos se pone a aullar ronco, y ellos se lo llevan consigo en su manada. Tiempo después se acercan a un rebaño, el perro ve a un corderito, finge ladrarle pero le dice huye, vete. Es un perro pastor, tiene esa naturaleza. Los lobos se dan cuenta y pasan por el río, lo hacen aposta, para que el pelo del perro se vuelva blanco en el agua. Entonces cogen palos y lo matan.
—Ser marica en Calabria es como ser un perro pastor entre lobos.>>

Lo que continúa son un cúmulo de acciones que afectarán a otras personas, secundarios cuya presencia resulta imprescindible y especial:  Izumi, Leni, Geena, Zeno, Giovanni...
Las referencias a la película Alguien voló sobre el nido del cuco han sido uno de esos detalles que me han sorprendido y gustado, presentes en el momento adecuado.

<<Constantino callaba como si fuera mudo, preñado de lirismo y de dolor. Yo era Randle, y él, el Gran Jefe. Tenía la fuerza de alguien capaz de arrancar un lavabo de la pared y romper un cristal para escapar de la mentira>>

Lo que hace especial esta obra, aquello que la hace única, es Margaret Mazzantini y su manera de contar historias: contundente, trágica, poética, hermosa y cautivadora. Es su forma de hablar de la relación de padres e hijos, maridos y esposas... de hacer que acompañemos a Guido, nuestro narrador, de que le entendamos, de que seamos testigos de ese camino que siempre parece llevarlo al mismo destino. Siempre lo lleva a Italia, a la playa, a Constantino.


<<Y tú, por primera vez en tantos años que lo conoces, pensaste es él, es del todo él, es feliz. Entonces alargaste la mano para enjugarle esa lágrima y te paraste ante ese ojo bellísimo, que sólo tú sabes lo bello que es, que sólo tú has visto morir y renacer, y sabes que no ha tenido mucho, y sabes que lo merece todo, sabes que ya no sois jóvenes, pero que tampoco estáis para el arrastre, y tú quieres darle todo pero no sabes cómo decírselo, entonces le pones esa pulsera en la muñeca y le dices sobre esta mesa de metal sucio se consuma el amor, sobre este mar silencioso y embelesado como nosotros, todo esto es nuestro esplendor.>>


Y, como ya hiciera en No te muevas o en La palabra más hermosa, Mazzantini se guarda un as en la manga, un giro final, el golpe de gracia que nos descoloca y a la vez nos hace darle sentido a todo. Ver la imagen completa. Esos pequeños flecos que estaban ahí, pero no vimos, en los que solo reparamos al final. Ese detalle apenas insinuado, sutilmente mostrado. Y es justo en ese momento cuando sabes que ya no podrás sacarte esta novela de la cabeza, ni del corazón.

Y, si me preguntáis, ¿la recomendarías? Os diré, sí, a ciegas. Siempre. Es la clase de novela que me recuerda por qué no todo me vale. Por qué no consigo sintonizar con ciertos estilos, con cierta literatura faltona, fácil, huérfana de calidad lingüística. Es una muestra de ese "otro nivel" que solo consiguen unos pocos. Es el don de la palabra usada para tejer una buena historia. Y, ya sabéis que, algunas veces, me gusta mencionar el impecable trabajo de los traductores. Qué labor tan magnífica ha realizado en esta ocasión Isabel González-Gallarza.
Si no habéis leído nunca a Mazzantini, este es un buen momento para hacerlo y salir de vuestra zona de confort. Hacedlo y contádmelo.



3 de febrero de 2017

Entre bambalinas - El último baile

La semana pasada os mostraba los entresijos de Bajo el sol de medianoche, de Marisa Grey. La autora nos hablaba de la ambientación, de la documentación, la época... y yo os prometía que os traería lo mismo de una novela y épocas muy diferentes: la Viena y el Berlín de entreguerras, de la mano de Marisa Sicilia. Y, en este caso, también nos regala una escena de cortesía que os puede dar una idea de lo que vais a encontrar en El último baile.

En realidad, podéis haceros una imagen sobre lo que esconden sus páginas pero, si ya habéis leído antes a Marisa Sicilia, sabréis que la historia no estará exenta de sorpresas ni os dejará indiferentes.
El último baile es mucho más que una novela romántica histórica así que, cuando iniciéis su lectura, mantened el corazón y las emociones alerta.


El último baile - Marisa Sicilia
(23 de febrero -15 de marzo de 2017) 


Viena, 1952

Andreas y Lilian se reencuentran inesperadamente en un café tras una larga separación. Mientras pasean juntos por el Prater, Lili recuerda su historia de amor con Andreas, su enamoramiento incondicional y juvenil, el primer desengaño, el fracaso en su intento de olvidarlo, la reconciliación y los años locos que vivieron juntos en el salvaje Berlín de entreguerras.

Recuerda cómo, a pesar de las separaciones y las distancias, nunca dejaron de amarse. Porque el de Lili y Andreas es uno de esos amores que perduran a través del tiempo y las pruebas. 


Porque las verdaderas historias de amor nunca terminan.



Marisa, para ir ambientándonos, ¿cómo suena esta época?

La música que asocio a la novela es la misma que escuchaba mientras la escribía.

Para mí, Viena suena al Claro de luna de Debussy, a Gnossiennes y a Gymnopédie, de Erik Satie, que fueron compuestas a finales del siglo XIX, pero aún sonarían de fondo en los cafés vieneses. Tienen un tono evocador y nostálgico que le va muy bien, tanto a la época, como al estado de ánimo de Lilian durante esos años.


Berlín es otra cosa: desenfado, libertad, efervescencia... Música ligera y chispeante, como Ain´t She Sweet?, de Ben Bernie.

Hay un momento en la novela en el que Lili recuerda haberla bailado una noche un poco borrosa por culpa del champán.

(*Si pincháis en los títulos podéis tener la música de fondo)

¿Por qué elegiste el período de entreguerras (1919-1939) para tu novela?

Casi diría que fue el periodo el que me eligió y yo no hice nada por resistirme. Me atraen las épocas de cambio, de transformaciones. Cuando surgió la historia de Lilian y Andreas tenía claro que sería una relación que se alargaría en el tiempo y pasaría por muchos momentos distintos: el primer enamoramiento, una separación, el reencuentro justo en el instante oportuno… Desde el principio situé a los protagonistas en aquella época porque la evolución que sufrió la mentalidad se asemeja a la que experimentarán ellos.

La historia comienza con reminiscencias de la Viena imperial, con ese viejo mundo que ya da las boqueadas, y se despliega con toda la intensidad del Berlín descontrolado y excesivo de la república de Weimar. Era lo que necesitaba, lo que quería contar.

    


¿Cómo hiciste para documentarte? ¿Cuáles han sido tus fuentes?

Cuando comienzo a escribir veo con mucha claridad los condicionantes que afectan al desarrollo de la trama. Forma parte de lo que yo llamaría la documentación de base, de todas las novelas que he leído, los documentales, los libros de historia...

Lo que ocurre es que no puedes dar nada por hecho, necesitas contrastar. A veces estás convencida de algo y es precisamente cuando cometes un error.

Por eso traté de pisar terreno firme y busqué documentos gráficos sobre lugares, medios de transporte y prendas de vestir, artículos y biografías, discursos oficiales, información sobre hechos históricos que no aparecen en la novela o lo hacen solo de refilón, pero me hacían entender la situación y cómo debía ser el estado de ánimo de quienes los vivieron.

Y en cuanto a los libros que leí para ayudarme con el tono y la ambientación, o que había leído y en los que pensaba mientras escribía, están:


Una princesa en Berlín: Arthur R.G. Solmssem

Se trata de una novela publicada en 1980 y centrada en los primeros años de la República de Weimar.

El autor retrata un Berlín asfixiado por las secuelas de la I Guerra Mundial, sumido en una profunda crisis de valores y que muestra los primeros síntomas de un mal que no tardaría en desencadenarse.





París era una fiesta: Ernest Hemingway.

Memorias de juventud que reflejan la añoranza del autor por aquella época inquieta y brillante en la que, al igual que Hemingway, muchos compartieron el deseo por apurar una vida que parecía dispuesta a darles todo lo que ambicionaban si tan solo se atrevían a cogerlo.




Adiós a Berlín: Christopher Isherwood.

La novela en la que se basó la película Cabaret.

Isherwood, que era inglés, vivió durante esos años en Berlín y tanto en el libro como en la película, Sally sigue siendo un personaje inolvidable y conmovedor.





La montaña mágica: Thomas Mann.

1914. Balneario de Davos. Lo mejor para saber cómo se pensaba y se actuaba en determinada época es leer a quien la vivió.  Otra forma de entender el mundo y la literatura y un protagonista distinto a cualquier otro.

Siempre que recuerdo la novela pienso en Hans Castorp envuelto en una manta en su tumbona, respirando aire puro y esperando no sé sabe bien qué.




Henry y June: Anaïs Nin. 

Más protagonistas de su tiempo. La pareja compuesta por el escritor norteamericano Henry Miller y su esposa June y la relación que mantuvieron con la propia Anaïs.

De nuevo transgresión, ruptura de tabúes, ansias de experimentación. Las viejas normas ya no sirven. 





Hubo otros personajes reales con los que di durante el proceso de documentación y cuya vida fue igual de intensa y tanto o más interesante que la de cualquier novela. Me conmovió de un modo especial la escritora rusa, afincada en Francia, Irène Némirovsky.

Irène vivió esa juventud que todos identificamos con la época: fiestas, despreocupación, risas y champán… Y, sin embargo, y a pesar de su lucidez, se quedó para afrontar el terrible final que sobrevendría algunos años más tarde.


Mies van der Rohe, director de la Bauhaus y uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX. Durante los primeros años del nazismo trató de convivir con los nuevos dirigentes, pero sus ideas vanguardistas no tenían encaje en la nueva Alemania y optó por exiliarse. Él y Albert Speer, otro arquitecto que sí colaboró con los nazis y llegó incluso a ocupar el cargo de ministro, me sirvieron de contrapunto para establecer las diferencias y semejanzas con Andreas.
Andreas también es arquitecto y ama su profesión. Esa dedicación, su éxito y su fracaso, supone una parte importante de la historia.


Por último, no quiero dejar de mencionar a Anita Berber, que es mucho menos conocida, pero tuvo una vida fascinante y extrema. Anita fue bailarina, actriz, modelo en revistas de moda, musa de los expresionistas, diva provocadora y adicta a las drogas.

Tuvo amoríos con hombres y mujeres, y murió enferma y aún joven después de haber tenido a sus pies a todo el Berlín más libertino y decadente. Cuando leáis la escena de la serpiente y la bailarina, acordaos de Anita.


¿Hasta qué punto la época ha condicionado el comportamiento de tus protagonistas?

Los ha condicionado por completo, tanto en su relación como en la evolución de los personajes. Andreas y Lilian se conocen desde siempre, sus familias tienen relación de amistad. Entre ellos siempre ha existido esa chispa, pero el mismo hecho de conocerse desde tan jóvenes, en un mundo que ofrece tantas posibilidades, las distintas expectativas…, todo contribuye a que se distancien. Pero precisamente porque el mundo está cambiando a pasos agigantados, sus circunstancias también lo harán. En especial las de Lili.

Al principio de la novela, sus aspiraciones son las que tradicionalmente se esperaban de cualquier mujer joven y sensata: casarse, amar y respetar a tu marido, tener hijos y vivir más o menos felices, pero juntos para siempre. Por supuesto, en todas las épocas hubo mujeres que se saltaron esas reglas, pero, hasta entonces, ese comportamiento tenía una dura sanción social. Es a partir de esos años cuando empiezan a aparecer cada vez más mujeres que no solo infringen las normas, sino que son admiradas y aplaudidas por ello. Lilian no pretendía ser una de esas mujeres rompedoras, pero no dudará en soltar los lazos cuando tenga que decidir entre las apariencias y seguir a su corazón, seguir a Andreas.

Vivirán años intensos, apasionados y revueltos. Traerán consigo costes. Tanto Lili como Andreas cambiarán y no todos los cambios serán a mejor. Solo una cosa permanecerá inalterable y es que de un modo u otro nunca dejarán de amarse. Esa es la historia que quería contar y espero que, cuando los conozcáis, también lo veáis así.




Aun cuando la portada es elegante e identificable para una historia romántica, diría- y esto es una opinión personal- que es demasiado genérica y que lo mismo podría tratarse de una novela ambientada en la Inglaterra del s. XIX como en Nueva York en 1915. Si pudieras elegir una imagen que fuera la carta de presentación de El último baile ¿cuál habrías elegido?


Me gusta el gesto tan delicado de la portada, pero coincido en que habría preferido que se identificase la época con solo echar un vistazo. Hay imágenes que todos relacionamos con esos años y en las que pensaba cuando imaginaba la portada. Algo así como “me encantaría que se pareciera a...” Pero también reconozco que hay pocas imágenes que trasmitan tanto como por ejemplo esta de Doisneau. Y ya no es solo la época, es la vibración, la emoción, el sentimiento que irradian esos dos desconocidos que se besan en un entorno gris.

Es una imagen inspiradora donde las haya y, cuando pienso en Lilian y Andreas, los imagino besándose así.


Beso. Place de l`Hôtel de Ville, París. 1950 (Robert Doisneau)

Desde este rincón, solo me resta dar las gracias a Marisa Sicilia por su tiempo y dedicación a preparar esta entrada. 

Cuando leí Deux ex machina 2.0, de Mara Oliver, descubrí entre sus páginas una expresión que se quedó grabada en mi mente: Fortuna fortes adjuvat. La fortuna favorece a los audaces/valientes.  


El último baile es una historia audaz, arriesgada, valiente. Lo es también Marisa Sicilia. Así que ojalá que esa expresión latina se cumpla
. Y, como os prometía,




Marisa nos ha dejado una de las escenas que da nombre a la novela. Espero que la disfrutéis.


Serían casi las cinco de la madrugada cuando el maestro de ceremonias anunció la pieza con la que se cerraba el baile de debutantes. Había sido una noche larga. 
Lilian miró inquieta hacia todos los lados y no lo vio por ninguna parte. Un temor que había tratado de obviar durante toda la velada la invadió: se había olvidado de ella, nunca había pensado en hacerlo realmente, Andreas seguía viéndola solo como la niña pequeña a la que podía tirar alegremente de las coletas. 
Los primeros y melancólicos acordes comenzaron a sonar. El temor se convirtió en pánico. Pero entonces él y su sonrisa hicieron acto de presencia. 
—Lili, mi querida Lili, ¿me concedes este baile? 
Frente a sí, mirándola como si nada en aquel momento le importase más que ella. Andreas le ofreció el brazo y se inclinó imperceptible y gentilmente hacia ella. Lilian olvidó todas sus inseguridades y se sintió deshacer. Andreas era tan, tan guapo y, por si no fuera suficiente, poseía esa mirada cómplice y acariciadora con la que hacerse perdonar cualquier cosa. Además, ¿qué importaba que la hubiera hecho esperar? Lo que contaba era que por fin iban a bailar. 
Con su habitual y tranquila seguridad la llevó hasta el centro del salón, donde el resto de parejas ya estaban danzando. Tomó su mano derecha, rodeó su espalda, la acercó con calidez contra sí y esperó a que Lilian apoyase la mano en su hombro. Después, siguiendo el compás de la música, la hizo girar como si careciese de peso o de voluntad. 
Más que bailar, era como flotar. 
Al principio no podía pensar. Lo había soñado tantas veces que, ahora que estaba sucediendo, su cabeza patinaba entre la realidad y la fantasía. Todos sus ensueños adolescentes comenzaban de ese modo. Andreas y ella bailaban y era tan maravilloso que el mundo desaparecía alrededor, no existían los músicos ni las viejas damas, ni los envarados oficiales con monóculo y barba de chivo. Solo Andreas y ella. Él la miraría como si fuese la primera vez que la veía y entonces se besarían. Y en ese instante sublime y preciso en el que sus labios se rozasen, todo cambiaría entre ellos. Ya solo vivirían para adorarse el uno al otro. Serían felices para siempre, igual que en los cuentos. 
Y por fin el momento había llegado y Lilian tenía a Andreas más cerca de lo que lo habían estado en mucho tiempo. Al menos desde que dejaron de ser niños y ya no les estuvo permitido que él la volcase alocadamente sobre la hierba y rodasen el uno sobre el otro. Sí, hacía demasiado que añoraba la cercanía de Andreas y ahora de nuevo sentía su calor, su presencia, aspiraba su fragancia a madera, sándalo y musgo.  
La misma fragancia de cuyo frasco usado y vacío se apropió una vez a escondidas para guardarlo como un tesoro, su pequeña posesión de la esencia de Andreas. Y sin embargo no era en absoluto comparable a respirar ese mismo perfume en su cuerpo, sobre su impecable frac de gala, tal y como lo sentía en aquel instante, embotándola por entero, llenando cada partícula de su ser, allí bailando en la Ópera, entre docenas de parejas que estaban solo para que ellos también estuvieran. Mientras la música se hacía cada vez más dulce y lenta y las luces se iban apagando poco a poco… 
Sus miradas se encontraron. En realidad, Lilian no había dejado de mirarlo ni por un instante. Entonces fue cuando se dio cuenta de que él la había estado rehuyendo. Pero ya no lo hacía y Lilian pensó: ahora, tiene que ser ahora. 
Solo que no ocurrió. El instante pasó y, en lugar de besarla, Andreas rompió la magia con la misma facilidad con la que podría haber roto una copa tallada en cristal de Bohemia: arrojándola contra el suelo. 
—¿Cómo has dejado que te vistan así, Lili? No va contigo en absoluto. 
Fue un jarro de agua fría sobre su cabeza. Sabía que se veía absurda, igual que una bailarina fuera de su caja de música. Pero oírselo decir a Andreas la hería. 
—Todos me han dicho que estoy preciosa —saltó a la defensiva. 
—¿Quiénes son todos? ¿Tu madre? 
Lilian apretó la mandíbula. No iba a dar el brazo a torcer. Y menos con Andreas. 
—Todas mis parejas de esta noche me han dicho que estaba preciosa. 
Andreas valoró el desafío que destellaba en sus ojos. Ella se sentía en su derecho. Todos, todos sin excepción le habían dicho lo bonita que estaba. No importaba que fuese una frase de cumplido. Al menos habían sido lo bastante caballerosos para pronunciarla. Pero no Andreas. Andreas era diferente. 
—Pero, Lili —dijo él con suavidad—, ninguno de ellos te conoce como yo. 
Lilian vaciló, por sus palabras y por el modo en que la había mirado al pronunciarlas. Con un esfuerzo reunió el valor para preguntar. 
—¿Y qué es lo que quieres decir con eso? 
—Tan solo que esta no eres tú. Tú ya eres preciosa. No necesitas parecer otra. 
Ahora, volvió a gritar Lilian, bésame ahora. Pero Andreas no debió escuchar su silencioso grito y ella se sintió obligada a justificarse. 
—Solo hago lo mismo que las demás: vestido blanco y diadema. Es la tradición. 
—La tradición… En este país podemos perderlo todo menos las tradiciones. Perdimos la guerra, perdimos el imperio, perdimos incluso al emperador. Ahora tenemos una república y sin embargo seguimos celebrando el comienzo de temporada como si los mismísimos Sissi y Francisco José lo presidiesen. Dime, ¿qué sentido tiene? 
Lilian no supo qué contestar. Odiaba cuando Andreas le hablaba de política. Siempre pensaba que no sería capaz de dar con la respuesta correcta. Sin embargo, no estaba dispuesta a quedarse callada como una chiquilla boba. 
—Tiene sentido porque es hermoso. Es una noche especial. No deberíamos dejar que las cosas hermosas se perdiesen.
Andreas se quedó mirándola mientras la giraba lentamente siguiendo el cadencioso compás de la música. 
—¿Sabes, Lili? Por eso me gustas. 
—¿Por qué? —preguntó ella con el corazón en la garganta. 
—Porque en el fondo pensamos igual. Tampoco yo quiero dejar de disfrutar de las cosas hermosas, de las cosas que de verdad valen la pena. 
Lilian lo miró dudando, rodeada como estaba por sus brazos, tratando de buscar en su rostro, tan cercano al suyo, la respuesta al significado de sus palabras. No estuvo segura de haberlo encontrado, así que lo que hizo en su lugar fue volver a desear con todas sus fuerzas que la besase, antes de que acabase el último baile de su noche de puesta de largo. Ahora. Ahora o nunca. Pero la apagada melodía que les había estado acompañando cesó por completo, las luces volvieron a brillar con fuerza y las exclamaciones de tristeza les rodearon. Tras un corto instante de desconcierto para ambos, Andreas la soltó despacio y le sonrió, un poco como si se disculpara, con su eterna sonrisa traviesa. 
—Se terminó el baile, Lili. 


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