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31 de mayo de 2017

Una imagen vale más... Margaret Bourke-White

Finaliza mayo y yo no quiero que termine dejando de nuevo desierta la sección de fotografía, tal y como ocurrió en abril. Y qué mejor que hacerlo con una mujer pionera, una de las que junto a su nombre aparece la expresión: fue la primera mujer fotógrafa que...





Nacida en 1904, aquí tenéis una lista de sus méritos:



- La primera en trabajar desde un bombardero y la primera acreditada como fotógrafa de guerra autorizada para volar en una misión de combate.




- La primera en trabajar en plantilla y firmar una portada para la revista Life. Previamente había trabajado para Fortune.








- La primera en hacer fotos en la URSS de Stalin, al que retrató con una leve sonrisa y donde fotografió el ataque alemán en Moscú, siendo la única fotoperiodista extranjera presente en ese momento.








- La primera en entrar en el campo de concentración de Buchenwald, liberado por los estadounidenses, acompañando al general George Patton. 


Sus fotografías fueron utilizadas en los juicios contra los criminales de guerra. Captó alguno de los momentos en los que los civiles fueron llevados al campo y a los que se les mostró el horror que se cometía en su interior.






Son famosas sus fotografías tomadas en locales de espectáculos y camerinos de Nueva York y también las dedicadas a la maquinaria y zonas industriales. Se preocupó de dejar constancia de las secuelas que había dejado la Gran Depresión (años 30). Retrató a la población rusa. En 1950 viajó a Sudáfrica y documentó las condiciones de los trabajadores de las minas de oro y diamantes.


   


Tras las Segunda Guerra Mundial, viajó a India y fotografió a Gandhy unas horas antes de que fuera asesinado (1948).


Falleció a las 67 años, víctima de la enfermedad de Parkinson. 

Es curioso que, con ese curriculum (solo os he mostrado la punta del iceberg), haya dado con ella por casualidad. Y no puedo evitar que me moleste ser consciente de esta invisibilidad.

Así que, si yo puedo contribuir a mostrarla, a darle un sitio, a que en el otro lado de la pantalla haya otra persona tan curiosa como yo y que quiera saber más de ella, Margaret Bourke-White tiene aquí un sitio de honor.












21 de mayo de 2017

Ophelia

Casi sin querer, mayo se ha convertido en un mes dedicado a las mujeres. He publicado entradas sobre Casa de muñecas, Las horasEl cuento de la criada. Leo a Irène NémirovskyAnna Karénina de Tólstoi. He hablado mucho, no solo en el blog, del papel de madres, profesionales y esposas. La entrada sobre fotografía también tendrá como protagonistas a dos mujeres. No podían faltar, por tanto, en la sección de Fragmentos de este mes.

La he programado para publicarla en domingo. Los domingos tienen un ritmo especial, más lento, más cálido. Si tuviera que convertirla en imagen sería una habitación con una ventana llenando de luz una cama de sábanas blancas, donde es palpable la pereza, y donde suena música suave de fondo. Algo parecido a la fotografía de la derecha.

Los domingos me apetece leer fragmentos, bucear en la red buscando imágenes bonitas y escuchar podcast. Esta semana, casualidad o no, estoy escuchando todos los que publicó el programa radiofónico: Mujeres malditas.


Así que, esta entrada tiene nombre de mujer. Ophelia. Y Natalie Merchant.
La Ofelia de la obra Hamlet, de Shakespeare, era un personaje cuyas decisiones dependían de los hombres de su familia: su hermano y su padre, y también de su enamorado Hamlet. Cuando escuché la canción de Natalie Merchant, Ophelia, pensaba en lo poco que parecían tener en común esas mujeres de las que habla la cantante con la imagen lánguida, dependiente y finalmente enferma en su locura, de Ofelia.

Esta entrada no habría sido posible sin la ayuda de otra mujer de la que siempre tengo algo que aprender. Carol, del blog Los mundos de Caroline, ha traducido la letra de la canción que da título a esta entrada. Creedme cuando os digo que es más suya que mía, que no sería sin ella. Dadle al play del vídeo para que tengáis de fondo esta preciosa canción y leed la letra.

*BONUS TRACK - Al final de la entrada os dejo también la letra - esta vez en inglés - y el vídeo de My Skin, otra pequeña maravilla de Natalie. Porque es domingo y porque, como dice en algún momento la letra, hay días en los que necesito la oscuridad, la dulzura, la tristeza, la debilidad...



Ophelia fue una novia de Dios,
una novicia carmelita.
En las celdas de las hermanas
las campanas del claustro doblaron en su noche de bodas.

Ophelia fue la chica rebelde,
una sufragista docta
que ponía remedio a la sociedad entre cigarrillo y cigarrillo.

Y Ophelia fue la niña bonita
de toda una nación de la noche a la mañana,
con sus muslos esculturales
y sus ojos vivaces.
Fue amor a primera vista.
Fue amor a primera vista.

Ophelia fue una semidiosa en la Babilonia de antes de la guerra,
con su escultural silueta envuelta en trajes de satén negro.

Ophelia fue la amante
de un jugador de Las Vegas,
la Signora Ophelia Maraschina,
una cortesana de la mafia.

Ophelia fue la reina del circo,
la mujer bala
que atravesó cinco aros en llamas
y provocó un aplauso estruendoso y estupefacto,
y provocó un aplauso estruendoso y estupefacto.

Ophelia fue un ciclón,
un puñetero huracán.
Tu sentido común y tu mejor defensa
no sirvieron de nada.

Ophelia conocía todas tus aflicciones
y todo el dolor que sentiste.
Ella se compadecía y secaba tus lágrimas
y te ayudaba a olvidar,
y te ayudaba a olvidar,
y te ayudaba a olvidar.

Ophelia dejó volar sus pensamientos
y te preguntas adónde habrá ido.
A través de puertas y pasadizos secretos
los deja vagar a solas,
completamente a solas.



BONUS TRACK
MY SKIN - NATALIE MERCHANT


Take a look at my body 
look at my hands 
there's so much here 
that I don't understand
Your face saving promises 
whispered like prayers 
I don't need them 
I don't need them
I've been treated so wrong 
I've been treated so long 
as if I'm becoming untouchable
Contempt loves the silence 
it thrives in the dark 
with fine winding tendrils 
that strangle the heart
They say that promises 
sweeten the blow 
but I don't need them 
no, I don't need them
I've been treated so wrong 
I've been treated so long 
as if I'm becoming untouchable
I'm a slow dying flower 
frost killing hour 
the sweet turning sour 
and untouchable
Oh, I need 
the darkness 
the sweetness 
the sadness 
the weakness 
I need this
I need 
a lullaby 
a kiss goodnight 
angel sweet 
love of my life 
oh, I need this
Do you remember the way 
that you touched me before 
all the trembling sweetness 
I loved and adored?
Your face saving promises 
whispered like prayers 
I don't need them 
no, I don't need them

Oh, I need 
the darkness 
the sweetness 
the sadness 
the weakness 
I need this
I need 
a lullaby 
a kiss goodnight 
the angel sweet 
love of my life 
I need this
Is it dark enough? 
can you see me? 
do you want me? 
can you reach me? 
or I'm leaving
You better shut your mouth 
hold your breath 
kiss me now you'll catch my death 
oh, I mean it









17 de mayo de 2017

Sobre despedidas y eventos inolvidables


Hacer una presentación es toda una responsabilidad. Es como preparar una boda. Piensas que lo fundamental es que los asistentes se vayan contentos, que sientan que no han perdido su valioso tiempo y que ha merecido la pena. Si encima consigues que la novela les seduzca, misión cumplida.
Si preguntáis a un escritor cuándo es su momento más difícil y a la vez más placentero, es bastante probable que os diga que el día de la publicación de su novela, cuando la historia sale a la luz y deja de ser del autor para que sean los lectores quienes se apropien de ella.




Colaborar y llevar a cabo la Presentación de El último baile tuvo ese efecto secundario, especialmente al día siguiente, cuando se pasó la euforia. Era el momento en el que tenía que despedirme de Lilian y Andreas. Era una sensación que no había tenido antes. Una sensación de pérdida. Ésta es mi despedida.

Os diré que, hasta el último momento, esperaba que aparecieran por la puerta de la librería. Dos ancianos. Lili y Andreas. Ella enfundada en un abrigo largo, el pelo claro y bien peinado, la tez pálida y los labios de un discreto color rosado. Él con traje de chaqueta, el brazo colocado en posición caballerosa donde ella apoyaría su mano. La mirada clara y la sonrisa dulce hacia el amor de su vida y levemente socarrona hacia la audiencia.
Por supuesto era imposible y no solo por lo obvio, ser personajes de novela, sino también porque el espacio temporal desde ese encuentro en Viena del primer capítulo con el que empieza la novela, en 1952, hasta el momento actual casi los convierte en inmortales.
Sin embargo, yo quería que estuvieran. Poder preguntarles qué tal les había ido, si eran felices, y si se animarían a bailar un vals. Nosotras poníamos la música.

Como decía Marisa en su entrada, estamos nostálgicas. Lilian y Andreas se vistieron de gala el 12 de mayo y quisimos presentarlos oficialmente en sociedad. Sé que volveré a ellos. Sé que no pudimos hacer algo con más amor ni más cuidado. 
También sé que nunca podré agradecer suficiente a Marisa Sicilia dos cosas: que diera vida a estos protagonistas y secundarios y que me dejara participar en este baile. Me siento muy en deuda con ella por todo lo bueno que siempre me da, por lo mucho que me aporta. En breve volverá a hablar de Lilian y Andreas en el Club de lectura que han organizado en Valencia (el 10 de junio) y creedme cuando os digo que sentiré perdérmelo porque volverá a contagiar de entusiasmo a sus lectores y porque conseguirá hacer eso que se le da tan bien: defender sus historias y hacer que sus protagonistas cobren vida.
No quería cerrar esta entrada sin dar las gracias a todos los que asistieron y nos arroparon. Incluso quienes no pudieron acudir estuvieron presentes. Muchas de esas personas hacen mucho más enriquecedora mi vida y consiguen sacarme una sonrisa siempre.
Ojalá la vida me brinde la oportunidad de disfrutar de más momentos así. Hacen que todo merezca la pena.
Me ha sido imposible hacer mi propia crónica, solo esta entrada sentimental así que, si queréis saber lo que ocurrió el día que quisimos hacer un homenaje a Lilian y a Andreas, pero también a la época y a la música, os invito a que visitéis estos enlaces.


Crónica de la presentación, vídeos y fragmentos, por Marisa Sicilia

Crónica del evento de Inés Joyce, del blog En mi rincón de leer

Crónica del evento de Miss Brandon



Así me imagino a Lili y Andreas, un día cualquiera






14 de mayo de 2017

El cuento de la criada - Margaret Atwood


EL CUENTO DE LA CRIADA


Margaret Atwood

Edición impresa y ebook

ISBN: 9788498388015 
Salamandra
(2017)



Narrativa extranjera



SINOPSIS
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

He estado a punto de no hacer esta entrada. No porque el libro no la merezca sino porque, mereciéndola, no me veo preparada para hablar de ella con justicia.
Tenía una ligera idea de lo que iba a encontrar. La reedición de la editorial así como el inminente estreno de la serie basada en la novela, iban dando pequeñas píldoras de información. Además de las charlas con Ani, administradora del blog Ajuste de letras, que fue la que me sumergió en el universo Atwood.
No obstante, no ha sido la historia que me esperaba y no creo que pueda hacer una reseña de ella. Solo consigue mantenerme en un estado de reflexión continuo.

El planteamiento de El cuento de la criada es el de una sociedad en la que las mujeres carecen de libertad y todas ellas asumen un papel en pro de la maternidad. El cómo se llega a esa situación nos lo irá contando Defred (Offred), una Criada, la protagonista de la historia. 

Imaginad la situación: las mujeres fértiles son entregadas a familias con el objetivo de quedar embarazadas por el cabeza de familia. Defred llega a casa de un Comandante - que pertenece a la élite y encargado de dejarla embarazada - donde convive con la Esposa y con dos Marthas (mujeres estériles que realizan las labores caseras). ¿Por qué una mujer accedería a eso? Porque la alternativa es que te envíen a las Colonias, donde tu vida no vale nada. ¿Puede que os esté dando demasiada información? Quizá, pero creo que lo importante no es lo que sabes antes de iniciar la lectura, sino lo que sientes mientras lo haces.

Por eso solo puedo dejaros un montón de pensamientos que surgían mientras tomaba contacto con la historia:

- ¿Qué necesita un gobierno para tomar el control y crear un estado de excepción? Una excusa y el miedo.

- ¿Qué puede acabar con los derechos de hombres y mujeres? ¿Cuáles son las herramientas más efectivas? Anula cualquier forma de manifestación de pensamiento (libros, periódicos independientes...), elimina a quienes ponen en duda el régimen y crea tu propia doctrina. Llámalo religión y limítate a mostrarla, a convertirla poco a poco en ley. No necesitas que sea justa, ni democrática ni cierta. Solo necesitas imponerla y dejar que cale.

- ¿Qué ocurre cuando tienes a una población femenina libre y con capacidad de decisión? ¿Qué ocurre cuando un hombre tiene una idea descabellada pero cuenta con las herramientas para llevarla a cabo? Crea un ejército, rodéate de colaboradores y seguidores -tanto o más fanáticos- como brazos ejecutores, anula y reprime cualquier forma de oposición y siembra el miedo. Crea tal caos y alarma que, cuando restituyas el orden, la gente piense que ese nuevo estado es ideal. 

- La eliminación de la memoria histórica, del pasado, hará que se pierda cualquier forma de toma de perspectiva.

- Convierte a la mujer en una cosa. Haz que piensen que viven en un estado matriarcal dotando de poder a Esposas, Marthas, Criadas, Tías... todas de una manera muy diferente. Todas con un fin, que nunca será el mismo para unas y otras. Divide et impera. Usa a una mujer para que traiga descendencia y luego, arrebátale al hijo para que lo críe otra persona. 

Todos estos planteamientos, y algunos más, están en El cuento de la criada. Es una lectura incómoda, desconcertante, terrible en su mensaje. Y el hecho de que se publicara hace más de treinta años convierte a Margaret Atwood en una especie de visionaria. ¿Por qué? Porque hay tantos paralelismos con la vida real, que asusta.

- Pienso en las niñas liberadas por Boko Haram después de tres años, o en las mujeres que fueron retenidas durante la guerra de los Balcanes, Congo o Ruanda. No es solo un acto de crueldad, es un arma de guerra. Se trata de anular a las mujeres, de usarlas y devolverlas como mercancía dañada. Son las mujeres las que perpetuarán o no un pueblo, una etnia. 

- La masa es manipulable y es fácil de atemorizar. Recuerdo lo que sabemos del mccartismo (EEUU) y de la Stasi (Alemania Oriental). El temor que produce ser denunciado por actividades subversivas, la facilidad para crear y justificar un servicio o red de espionaje o para conseguir una confesión. Nadie actúa cuando cualquiera puede delatarte y, además, evitas que unos confíen en otros.

- Pienso en las ropas que llevan las Criadas y pienso en burkas y velos que tapan el cuerpo de las mujeres evitando cualquier signo de feminidad. No son tan diferentes a los de cualquier comunidad religiosa (pensemos en las monjas).

- Mi lado ateo me lleva a pensar en la conveniencia de la fe y en el adoctrinamiento. Me hace pensar en la capacidad de convocatoria del Papa en la plaza de San Pedro del Vaticano, en la gente que va detrás de un paso de Semana Santa, en cómo se llena la misa de los domingos de señoras de cierta edad que no olvidan pasar por el confesionario a limpiar sus pecados. Me hace pensar en la peregrinación a la Meca, en las privaciones del ayuno musulmán (Ramadán) y la obligación del rezo diario.

- Echo un vistazo a la programación televisiva, a la manipulación informativa, a los intentos de los diferentes gobiernos por cargarse la educación. Le doy una vuelta a las confrontaciones sobre la guerra civil española, a por qué siempre salimos del instituto sin tener ni una mínima noción sobre nuestro pasado más reciente. Siempre es más cómodo manejar a un pueblo inculto o interesado en el entretenimiento (programas de corazón, fútbol...)
Ya lo decían los romanos: Panem et circenses.

Os avisé al principio. Es imposible que El cuento de la criada deje indiferente a nadie. Más aun, no hacer un lema de una de las frases que aparecen: Nolite te bastardes carborundorum




5 de mayo de 2017

Sobre mujeres, libros y momentos mágicos

Ha pasado bastante tiempo desde mi última publicación. Y durante estos días he leído varias novelas: 

La chica que dejaste atrás, de Jojo Moyes 
La Partitura, de Anna Casanovas
El domador de nubes, de Pilar Fernández Senac
Las horas, de Michael Cunningham
Casa de muñecas, de Henrik Ibsen (obra teatral)

Me negué a reseñar las dos primeras, en protesta por la estrategia de marketing usada por las editoriales, que ceden sus libros a diestro y siniestro en busca de publicidad y reseñas. Algo que me ha resultado mucho más chocante porque ni Jojo Moyes ni Anna Casanovas son unas principiantes y creo que tienen una cuota de lectoras fieles bastante amplia y consolidada. Pero así funciona el mercado y así funcionan lo que he dado en llamar lectoras-bloggers satélites, que crecen gracias a acercarse a escritoras de éxito, pero que siguen aceptando los libros gratis de editoriales y autores, no vaya a ser que leer a sus autores favoritos les cueste dinero...
Luego llegaron los días de estrés (los terribles cierres de trimestre), de cansancio y las merecidas vacaciones en forma de puente del 01 de mayo. Y me trajo un regalo del que no quería hablar mucho para no gafarlo: iba a conocer a M. Ángeles, una bloguera eventual, en Málaga, tierra que adoro por muchas razones. Solo os diré que ese encuentro fue justo como yo lo esperaba y no por eso menos especial y mágico. No es fácil congeniar desde el minuto uno con una persona que solo conoces por las redes sociales, pero este no fue ni mucho menos el caso. Hubo feeling del bueno.

Os contaré también que mis últimas lecturas me tienen un poco en rebeldía, mucho más ahora que me enfrento a El cuento de la criada, de Margaret Atwood. Hablan de mujeres, de ciertos roles que hoy en día continúan. Los libros que leo siempre me trastornan un poco, me hacen reflexionar, es probable que más de lo necesario. Así que, justo cuando mi cabeza era una bomba de relojería, asistí a la charla-coloquio que tuvo lugar en la biblioteca de Ugena el día 26 de abril, con Marisa Sicilia, y pocos días después conocí a M. Ángeles. Lo que ocurre cuando coincides con espíritus afines es que, cuando estás en plena crisis, cuando piensas que todo está perdido, que el futuro de las mujeres no va por buen camino entre tanta demagogia, falta de educación y discurso vacío, esas charlas con personas que piensan como tú y que tampoco lo han tenido fácil para abrirse camino, te devuelven la esperanza. Y eso hicieron Marisa y algunas de las personas que se acercaron a charlar a Ugena y también lo hizo M. Ángeles, con ese currículum que lleva detrás, con sus viajes, su experiencia y su energía positiva. Recuerdo muy claramente el momento en el que M. Ángeles mencionó el síndrome de la impostora: mujeres que han alcanzado cierto éxito o reconocimiento en lo que hacen y piensan que ese éxito no les pertenece. Todas esas conversaciones -también las que mantengo con Ana, del blog Ajuste de letras, o Cris D de Estantes de papel- me ayudan un poco a encauzar toda la frustración que me producen ciertas noticias: que siguen los casos de violencia de género, que Arabia Saudí ha sido aceptada como miembro de la comisión de Derechos de las Mujeres de la ONU, que cada día nos bombardean con anuncios en los que se espera de nosotras que seamos perfectas en todos los ámbitos de la vida: guapas, sanas, inteligentes, independientes pero a la vez timón de la familia, madres perfectas, buenas anfitrionas y mejores profesionales en el trabajo y un largo etcétera que os voy a ahorrar. Cuando eso ocurre y no tengo a mano una amiga con la que dialogar e intentar cambiar el mundo, están los libros. Y, después de esta larguísima introducción, que es a la vez un desahogo, voy a recomendaros dos lecturas:

Las horas, de Michael Cunningham

Premio Pulitzer en 1999 y con adaptación cinematográfica que recomiendo ver después de leer la novela. Meryl Streep, Nicole Kidman y Julianne Moore están soberbias en sus papeles y además encontraréis un guiño a una de las primeras escenas que seguro que os hará sonreír.
Las horas contiene las historias de tres mujeres en un momento concreto de sus vidas: 

Virginia Woolf, alejada de Londres y asfixiada por su retiro en Richmon (forzado por su estado mental, ya que estaba aquejada de crisis, cefaleas y períodos de ingreso en centros psiquiátricos). La novela empieza con los minutos antes de su suicidio y la carta a su marido Leonard Woolf, para posteriormente retomar los días en los que Virginia comenzó a escribir la novela La señora Dalloway.

Laura Brown, que vive en Los Ángeles en 1949. Una ama de casa que está leyendo La señora Dalloway, mientras se plantea qué hacer con su acomodada vida, con su marido y su hijo. Está de nuevo embarazada y se encuentra viviendo una vida que no desea, interpretando el papel de perfecta madre y esposa cada día.

Clarissa, en el Nueva York de finales del siglo XX. Es la representación de la señora Dalloway, pero situada en un tiempo y lugar muy diferentes a los de la novela de Virginia Woolf. Clarissa va a preparar una fiesta para su amigo Richard, al que han concedido el premio Carrouthers de poesía. Richard tiene sida y la relación con Clarissa está marcada por el pasado.

Lo que me llevó a leer esta obra fue la recreación que de ella hicieron en el programa radiofónico Videodrome usando fragmentos de la película, del libro y hablando de la biografía de Virginia Woolf. Es magnífica y podéis escucharla pinchando aquí: Primera parte y Segunda parte

Es una novela que se lee muy rápido, como un guion de película, pero llena de matices. Es la historia de tres mujeres asfixiadas por sus vidas, por su entorno. Si tenéis la oportunidad de leerla, no la dejéis escapar.

Casa de muñecas, de Henrik Ibsen

Como aparece al inicio, Casa de muñecas es un drama en tres actos. Teatro. Os puedo decir que se puede leer fácilmente en una tarde. 
El planteamiento de la obra es claro: Nora Helmer es una mujer de la que solo se espera que sea buena esposa, buena madre y que acate las decisiones de su marido al igual que hizo con las de su padre. En un momento dado aparece un conflicto en el que se desvela que Nora tomó una decisión a espaldas de su marido, que salvó la vida de éste, pero cuyo método es moralmente reprochable. Y hasta ahí puedo leer.
La verdadera importancia de Casa de muñecas está en que fue estrenada en 1880 y supuso todo un escándalo para la época. Las decisiones de Nora Helmer ponían en entredicho los valores familiares socialmente aceptados hasta el momento. El impacto de leerla es que, en 2017, todavía se repite ese patrón familiar y muchas mujeres quedan relegadas a ese papel de esposa florero. 

Os dejaré una escena:

NORA: Sí, así es, Torvald. En casa, papá me comunicaba todas sus opiniones, con lo que yo tenía las mismas; y caso de tener otras, las ocultaba; porque no hubieran sido de su agrado. Me llamaba su muñequita, y jugaba conmigo, lo mismo que yo jugaba con mis muñecas. Después vine a esta casa contigo...

HELMER: ¿Es así como te refieres a nuestro matrimonio?

NORA (Sin inmutarse)
Quiero decir que pasé de manos de papá a las tuyas. Lo dispusiste todo a tu gusto, y yo adquirí el mismo gusto que tú; o lo fingía; no sé exactamente... creo que las dos cosas; tan pronto una como otra. Cuando ahora pienso en ello, me parece haber vivido aquí como una pobre... al día. He vivido de hacer gracias para ti, Torvald. Pero eso era lo que tú querías. Tú y papá me habéis causado un gran daño. Sois culpables de que no sea nada.


Termino la entrada de hoy con un párrafo del libro Las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes, de Ute Ehrhardt.

<<Sólo quien no depende de los demás puede decidir libremente con quién quiere tener algo que ver y de qué manera. Únicamente las personas que adoptan sus propias decisiones y son independientes pueden convivir con los mismos derechos>>.