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13 de marzo de 2022

Partir es morir un poco y llegar nunca es definitivo

Escuché ayer al periodista Enric González en una de sus piezas radiofónicas hablar de esta frase del músico argentino Moris: La vida está bien aunque el mundo esté mal. Decía además: Todo indica que durante una temporada, quizá bastante larga, el mundo va a darnos muy pocas satisfacciones. No vale la pena engañarse. No hay día sin malas noticias, ni precio sin subida, ni cuerpo que aguante lo que estamos viviendo en Ucrania. Son tiempos de angustia.

    

Unos días antes, el escritor Ian McIwan empezaba una de sus columnas periodísticas con esta lucidez terrible: Aquí estamos, en nuestros asientos de primera fila de un circo sangriento, viendo todo en la televisión y en Twitter, atrapados entre la piedad infinita y un razonable egoísmo.

Uno y otro ponían palabras a lo que muchas de nosotras sentimos estos días. No hay cuerpo que aguante esta incertidumbre, esta desazón, este espectáculo diario en las cadenas televisivas. Ya veníamos heridos de muerte con la pandemia. Los grandes desastres no borran los pequeños porque, a todo esto, sumamos: crisis económica y sanitaria, la salud mental en vilo, erupciones volcánicas, crisis de refugiados, crisis climática, conflictos bélicos normalizados, discursos de odio, comentarios machistas y xenófobos emitidos en prime time...

Y sin embargo: la vida está bien aunque el mundo esté mal y seguimos agarrándonos al clavo ardiendo y dando las gracias por el privilegio de llegar a otro día con algo pequeño que celebrar. 

La escritora Rosa Montero indica en un artículo y también en su libro Lágrimas en la lluviaEl primer emperador romano, Octavio Augusto, consiguió sus inmensos y abusivos poderes porque la República se los otorgó de buen grado. ¿Y por qué hizo semejante barbaridad la República romana, por qué se suicidó? Cuncta fessa, explicó Tácito: “Todo el mundo está cansado”. Sí, estaban cansados de la inseguridad política y social y no creían en las instituciones. Así perdió Roma sus derechos y libertades durante siglos. A veces los pueblos se suicidan. A veces los pueblos deciden arrojarse al abismo.

Rachel Cusk señala en su libro Despojos: En la tragedia griega, la comunidad comparte el dolor de la guerra con los combatientes que vuelven a casa. Sale a la calle a ofrecer su amor y su solicitud a quienes han sufrido el dolor de la batalla. El matrimonio deja fuera a los demás, dice mi amiga. Cuando te casas te alejas de los demás, pero cuando el matrimonio se acaba salen a darte la bienvenida. Eso es la civilización dice. Lo peor que te ha pasado ha sacado lo mejor de ellos.

Y así es como leyendo aquí y allí, saliendo un poco del ruido y de las frases fáciles, de los discursos en las redes vacíos a veces, estúpidos y mediocres en muchos casos, sin ningún filtro ni reflexión la mayoría, es como consigo salir del mutismo solo por un día. Me da miedo el cansancio del mundo pero la experiencia también nos dice que lo peor que le ha pasado a alguien ha sacado lo mejor de otros. Así que me voy a quedar con lo que decía Moris: La vida está bien aunque el mundo esté mal. Tendremos que evitar el cansancio por nuestro bien y celebrar cada pequeña victoria.





*La oración del migrante dice que

Partir es morir un poco y llegar nunca es definitivo.

**Fotografía: Ventana del investigador Lev Shevchenko en Kiev. Marzo 2022.