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6 de enero de 2022

En cualquier invierno hay un calor decente hecho a vuestra medida - Bienvenido, 2022

 «Creo que, poco a poco, invirtiendo mucho tiempo, me he ido creando un mundo propio. Y cuando estoy en él, yo sola, me siento hasta cierto punto tranquila y segura. Pero el hecho de haber tenido que construirme ese mundo significa, en sí mismo, que soy una persona débil, frágil, ¿no?
Además, desde el punto de vista de la sociedad, mi mundo es algo insignificante. Parece una casa de cartón que un vendaval puede llevarse en un abrir y cerrar de ojos...»

After Dark
Haruki Murakami



Buscaba una cita con la que iniciar la primera entrada de 2022, sin haber tenido el tiempo ni la forma de despedirme del 2021 como es debido. Y ahí estaban las palabras en After Dark -me he ido creando un mundo propio, en el que estar tranquila y segura; mi mundo es algo insignificante...- encajando como anillo al dedo.

Puedo hacer un rápido resumen de las lecturas más reseñables para mí. Tomo como referencia mi Goodreads y los datos están claros: sesenta libros terminados donde se cuentan novelas, ensayos y algunas maravillas ilustradas. 
Ha sido el año de Maggie O´Farrell (he leído todo lo que tiene traducido y publicado), de dejarme llevar por las recomendaciones de mi familia lectora para caer rendida a Claus y Lucas de Agota Kristof, Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, Federico de Ilu Ros, El hombre de hojalata de Sarah Winman, El duelo es una cosa con alas, de Max Porter y After Dark de Haruki Murakami. 

Clásicos con los que he disfrutado mucho: Expiación de Ian McEwan, La carretera de Cormac McCarthy y Mendel, el de los libros de Stefan Zweig.

Miro al 2022 de frente y veo un año lleno de posibilidades. Decía Robert Frost: «Puedo resumir en tres palabras todo lo que he aprendido de la vida: la vida sigue.»

Cruzo enero de la mano de El corazón helado, de Almudena Grandes porque es verdad eso que dicen: el mejor homenaje que se le puede hacer es leerla, nombrarla, que permanezca en nuestra memoria. Descansa tranquila, Almudena. Aquí en la Tierra somos muchos más los que te queremos, los que no usamos tu nombre en vano, ni lo ensuciamos. Somos más los que se emocionan al escuchar las palabras, el tono, ejemplo de dignidad y amor de Luis García Montero cuando habla de ti.

Empecemos, pues, 2022 de la mano de quienes tienen algo valioso que decir. Con la esperanza de que en la balanza de los próximos 365 días pesen más los luminosos que los difíciles, que siempre haya más apuntes en nuestro debe que en el haber. Pongámonos manos a la obra.


EN CUALQUIER INVIERNO SE ESCONDE
UN CALOR HECHO A NUESTRA MEDIDA


Ya no nieva. La noche
descansa en la blancura de unas sábanas
con forma de ciudad.
Detrás de la ventana no estoy solo.
Tengo algunos tejados, esquinas luminosas,
y pasan caminantes
con prisa y muchas bolsas de regalo     
en busca de una cena familiar.

A la luz de la noche
parpadea la nieve. Parpadea
la pantalla del móvil. Feliz año,
que tus sueños se cumplan,
justicia para el mundo,
la dirección del banco saluda a sus clientes...
Parpadean mensajes y navegan
con sus breves deseos   
en esta religión de la distancia.

Que se acabe la crisis,
república, salud y el amor de los tuyos,
mañana no será lo que Dios quiera,
este año es el nuestro y es valiente,
atreverse a nacer con la que está cayendo,
hoy me acuerdo de ti.

Parpadea la vida, los años parpadean,
las historias, papeles en el viento,
desarraigados árboles que pasan 
en el viento que pasa
como pasan las hojas y la nieve.

El náufrago perdido en una isla
procura dar señales con el humo
de una hoguera, o arroja
una botella al mar.
En medio de la nada,
mientras las olas llegan como números
a una orilla electrónica,
también me acerco al mar y envío mis mensajes.

Con la barba crecida
y la camisa rota,
descalzo por la arena de una isla,
súbdito de mi caza, de mi pesca y mi red,
nada digo a los otros
si no es que estoy aquí,
que sigo naufragado en un lugar del mundo
y que marco los días
en el tronco de un árbol,
para que no se olviden,
desarraigados días que pasan con el viento,
con el viento que insiste y murmura
deberías hablar,
deberías hablar
porque en cualquier invierno
hay un calor decente
hecho a vuestra medida.

Luis García Montero
Un invierno propio (2011)