Tener un blog te permite publicar, opinar, guardar, compartir... Para eso creé la sección de fragmentos. Es la forma de almacenar todo aquello que quiero recordar, que quiero tener a un clic cada vez que me apetezca.
De eso va esta entrada. Una entrada que está aquí un poco por culpa de o gracias a Mónica Brandon, porque un día compartió en las redes un vídeo precioso que me recordó a otro que yo había visto unas semanas antes. Y desde entonces pensé que quería que ambos estuvieran aquí, en mi rincón.
Y también, por qué no decirlo, porque el autor de las palabras que pronuncia la voz en off en cada vídeo no es otro que el polémico Risto Mejide (ambos textos son los originales que publicó en su día). Provocador, irreverente y muchas cosas más, pero a ver quién dice que no es capaz de crear cosas hermosas. Al menos para mí lo son. Y no, no hay un final feliz.
Así que, aquí os dejo una muestra, en forma de palabras y también de imágenes. Leed, pinchad y emocionaros. Yo lo hago cada vez que los veo.
POR QUÉ NO VOLVEMOS
Por qué no volvemos. Recuérdamelo, por favor. Por qué no nos queremos de vuelta, de segunda mano o de ocasión. Por qué. A ver, si es que había tantas razones, es que te juro que las había. Es que hasta las llegué a apuntar en algún sitio. Y ahora va y no las encuentro. Justo cuando más las necesito. Justo cuando sólo recuerdo todo aquello que juré olvidar. Así que si no te es mucha molestia, recuérdame por qué no nos dejamos de hostias. O por qué me las sigo dando yo.
Por qué no volvemos. Por qué me despierto y lo primero que hago es pensar en tus fotos. Pero si las metí en el fondo del cajón ese que ya ni abro. El de las cosas perdidas aposta. El de los recuerdos que son demasiado grandes para llevarlos encima. Malditas fotografías. Malditas emulsiones enmarcadas en vidrio. Escaparates de 15x9 que ya sólo te venden saldos, instantáneas con retraso de lo que pudo ser y no fue. Por qué las escondí allí, si se me agarran a la retina día sí día también. Por qué hago ver que no las veo, si no me hace falta ni mirarlas, si ya me las sé.
Por qué no volvemos. Por qué no dejo de seguir tus pasos. Por qué entro de puntillas en las redes sociales como quien entra a por algo que se dejó. Por qué analizo tus fotos, tus gestos, tus lugares y tus palabras. Por qué veo en cada nuevo amigo o contacto tuyo un potencial enemigo. Por qué me da miedo que me olvides con ellos, que me entierres sin mí. Por qué busco señales que al fin y al cabo tú ya no emites. Por qué. Eh. Por qué.
Por qué no volvemos. Por qué no he sido capaz de volver a sentarme en la única mesa maldita de nuestro restaurante. Por qué salgo todas las noches como si nada, como si jamás te hubiese conocido. Y por qué les acabo pidiendo a todas que hagan de ti. Que les gusten tus mismas cosas. Que se rían como lo hacías tú. Por qué las comparo siempre contigo. Qué culpa tendrán ellas de no alcanzarte. De no saber que me exististe. De no poder acabarse este final.
Por qué no volvemos. Por qué sigo mirando el móvil cada dos horas simplemente para ver si estás en línea. Por qué empiezo a escribir siempre el mismo mensaje. Uno que arranca con un por qué no volvemos. Uno que sigue explicándote cuánto te echo de menos. Que ya casi olvidé tus defectos. Que me quedé solo a soportar los míos. Que ya es mucho soportar para una sola persona. Y por qué, cuando acabo el mensaje perfecto, le doy siempre al borrado completo en vez de al enviar. Por qué no te llamo cuando tengo tantas ganas de hablar.
Por qué no volvemos. Dímelo, de verdad, tan sólo recuérdamelo una vez más. Aunque te cueste algún que otro esfuerzo. Hazlo por este pedazo de vida tuya que sigue a la deriva de los recuerdos. Por los viejos tiempos. Por este mal sabor de boca después de algo tan dulce. Por lo que fuera yo en tu vida. Por lo que sea. Por lo que fui.
Yo la verdad es que no he aprendido. Sigo estando igual. Me siguen haciendo daño las mismas cosas. Me siguen emocionando las canciones de siempre. Sobre todo ahora, que sé que en realidad todas me hablaban de ti. Me sigo haciendo muchas trampas al solitario. Me veo con los mismos amigos a los que les ruego que no me hablen de ti. Hasta que les acabo preguntando yo. Ah, y he vuelto al microondas, que cocinar para uno ya sabes que no vale la pena. Supongo que soy aún más difícil. Imagino que el gas noble de mis manías se habrá expandido hasta ocupar parte del hueco que dejaste tú. Y seguramente, a base de vivir conmigo, me habré vuelto mucho más yo.
Por eso, te podría decir que he cambiado. Que ahora sí que sí. Que ahora entiendo por qué no funcionó lo nuestro. Que por qué no volvemos. Que por qué no intentarlo, sabiendo lo que sabemos. Pero te estaría mintiendo, y lo haría simplemente para conseguirte de nuevo, para volverte a tener, para volverme a dar a ti.
Nos estaríamos engañando de nuevo.
Y volveríamos dispuestos a ello, tan sólo por lo mucho que nos queremos.
Tan absurdo como cuando estábamos juntos y tras cada silencio resonaba siempre la misma pregunta.
Por qué no lo dejamos.
EL DÍA QUE TE MEREZCA
El día que te merezca seré una persona increíble. El día que te merezca seré, de lo bueno, lo mejor. Me admirarás casi tanto como yo te admiro, me envidiarás casi tanto como yo a ti hoy. Los pajaritos se dejarán de cantar babosadas, las nubes se levantarán cachondas perdidas y las vírgenes suicidas abandonarán sus dos vocaciones de un polvazo y sin dilación. Todo eso el día que yo te merezca, todo eso el día que tú te merezcas algo como yo.
El día que te merezca habré hecho tanto por ti como lo que tú ya has hecho por mí. Poner cara de que estás conmigo cuando nadie más lo está. Y ponerla hasta partírtela si hace falta por cualquier tontería indefendible que se me caiga de la boca. Hacer ver que tengo razón aún cuando ya hace rato que me la quitan de las manos, oiga. Y aflojármela un poco cuando ya hacía tiempo que se me estaba atragantando. Nuestra amistad dará por fin balance cero, pero un cero con muchos unos a su izquierda y bien relleno de aparentes sobras, como todo buen relleno.
Y es que el día que te merezca, al resto del mundo, que le den. Esta sensación de no llamarte ni oírte ni verte lo suficiente no creo que desaparezca, pero como mínimo tendré claro que a ti también te compensa.
Ya sé que nada cambiará demasiado por tu parte el día que te merezca. Seguirás sin exigir tu cambio, como hasta ahora. Seguirás al otro lado de mis cosas, como hasta siempre. Con la distancia prudencial del que viaja todo el trayecto por el carril de al lado, exactamente a la misma velocidad, seguramente hacia cualquier destino menos el mío. Pero mira, igual para entonces ya me siento mejor, por estar dando a la altura de lo que llevo recibiendo durante todo este tiempo.
Mientras tanto, tendrás que conformarte con lo que hay. Mientras tanto, tendrás que perdonarme si sigo siendo fecha en tu calendario, inversión al cero por ciento de interés, llamada perdida de tanto en tanto que te recuerda que tenemos que quedar, y ese encuentro esporádico con todas las garantías de poder retomar las cosas justo en el punto donde las dejamos.
Ahora que lo pienso, es difícil que llegue el día en que te merezca. La entropía no deja de ser la religión de la naturaleza, la asimetría, su liturgia, y lo natural, este equilibrio caótico entre cosas muy desequilibradas que tienden a desordenarse juntas. Y las personas, las relaciones, las amistades y hasta las cosas más descojonantes, como la pareja, representan equilibrios jodidamente inestables, imposibles, contradictorios… aunque necesarios.
Corte al final de mi película favorita. Un tipo va al psiquiatra y le cuenta, oiga, mi amigo cree que es una gallina. Y el psiquiatra le pregunta y por qué no me lo trae. El hombre contesta, no puedo, necesito los huevos.
A lo que iba.
El día que te merezca te llamaré amigo.
El día que te merezca, te llamaré.
No conocía yo este lado de Risto, me ha gustado :D La primera parece el monólogo interior del macho prota de una new adult ;) y la segunda es muy Sabina, me han encantado las dos. Los videos no los he visto, ahora no puedo poner el sonido, pero volveré aprovechando que tú me los guardas ;)
ResponderEliminar¡Un abrazo muy fuerte!
PD: lo de el amigo-gallina, es de Woody Allen, ¿no? pero no recuerdo cuál es, hago trampas y vuelvo ;)
PD2: he googleado y sí, es Annie Hall. ^^
Me encanta el análisis que has hecho. Sí, puede ser un prota de una new adult empeñado en convencer a la chica. Creo que los vídeos le dan un plus (el tono, las imágenes...) Así que cuando quieras, aquí puedes verlos.
EliminarY no tenía ni idea de la peli a la que se refería. Así que gracias por chivármelo.
Un beso.
Al igual que Mara yo tampoco conocía este lado de Risto, y me ha gustado muy mucho. Qué manera de diseccionar los sentimientos... Me han gustado los dos, pero quizá me ha llegado más el primero. Gracias por compartirlos, si no seguramente no los habría leído nunca.
ResponderEliminar¡Un beso, Lidia!
Son de esas cosas que te quedas prendada y cuando ves quién es el autor piensas: imposible, no lo habría adivinado nunca.
EliminarQué bien que te guste, Carol.
Un beso.
Hola Lidia!!
ResponderEliminarMe gusta mucho esta sección, de hecho yo vi estos dos vídeos cuando Mónica subió "Por qué no volvemos" y tu pusiste "El día que te merezca", que bonitos los dos, pero con el primero no se porque se me puso la piel de gallina y al leerlo en tu entrada me ha vuelto a pasar. La verdad que Risto puede ser muchas cosas pero estos trabajos son preciosos :) Gracias por mostrarlos aquí!!
Un beso!!
¡Hola Elena!
EliminarPues fíjate que al día siguiente preparé esta entrada y no terminaba de convencerme a publicarla o no. A veces me pasa eso, me pregunto que a quién le va a interesar. Pero luego pasáis por aquí y me dejáis estos comentarios y se me pone una sonrisa muy tonta en la cara.
Así que, ¡gracias Elena!
Un beso.
Como dice Mónica son estas cosas las que hacen especiales vuestros rincones, así que toda idea que te guste para poner aquí no lo pienses :)
EliminarA mí me encantan estas entradas diferentes!!
Un beso y feliz finde Lidia!!!
Gracias Elena. Aunque no lo creas, este tipo de comentarios animan mucho. Son un acicate para seguir.
EliminarUn beso, feliz finde y felices lecturas.
hola,
ResponderEliminaryo tampoco conocía esta faceta de Risto Mejide, escribe muy bien, me ha gustado un monton
un beso
cdc
Hola Serena,
EliminarSon textos que sorprenden más cuando sabes que los ha escrito Risto. No descargo leer alguna de las novelas que tiene publicadas. A ver si elijo. Puede que también me sorprendan para bien.
Un beso.
Me encanta ♥ Y me alegra muchísimo que lo hayas compartido con nosotras, las cosas bonitas hay que compartirlas.
ResponderEliminarNunca pienses si lo que tienes pensado publicar no va a parecernos interesante. Escribe lo que te nazca porque de esa manera nunca te equivocarás y te sentirás satisfecha con lo haces. Además, esta clase de entradas que se salen de "lo común" son precisamente las que hacen que este rincón sea más especial.
¡Mua!
¡Te voy a nombrar mi coaching personal (y recomendadora oficial también)!
EliminarGracias Mónica. Ya sabes como es eso de "la crisis" del primer año del blog y parecer que lo que a uno le interesa puede no interesarle a los demás. Pero sigo tu consejo a pies juntillas. Dejar que aparezca todo lo que realmente quiero que esté y lo que quiero contar. Prometido.
Un beso.
¡Hola! ¿Qué tal todo? Espero que muy bien :) Nunca he leído nada de Risto, pero desde hace tiempo tengo muchas ganas, porque me parece alguien que aun teniendo un personaje muy estereotipado de cara al público (al fin y al cabo, todos tenemos un personaje que en algunos casos se potencia), es una persona muy inteligente, suspicaz y con unas dotes comunicativas tremendas. Las pocas cosas que he leído de él de manera aislada, es decir, en forma de artículos o pequeños textos, me han impactado mucho y me han resonado aún más. Gracias por dejarnos estos videos junto a sus textos, es algo bastante curioso y yo creo que a todo el que pase le va a gustar.
ResponderEliminarTe veo en La Reina Lectora ❤
Y si no es mucho molestar, me gustaría invitarte a mi ¡sorteo de 22 ganadores!
¡Hola Eva!
EliminarComparto la misma opinión sobre Risto. Creo que, como él siempre ha dicho, ha creado un producto que vende. Pero fuera de eso, me parece una "mente" a tener en cuenta.
Y muchas gracias por tus palabras. La verdad es que espero que a quienes paséis por aquí os gusta y os sorprenda tanto como a mí.
Un beso.
PD: Pasaré para ver el sorteo. Gracias.
¡Hola, Lidia!
ResponderEliminarQué entrada más bonita, me ha emocionado mucho.
Más allá del personaje que él mismo ha creado, Risto tiene unas reflexiones muy interesantes. De él he leído su novela Que la muerte te acompañe y la recopilación de artículos titulada El pensamiento negativo, y las tengo llenas de subrayados, hay fragmentos preciosos.
Te animo a que publiques lo que te salga de dentro, coincido mucho con Mónica, que siempre a alguien le interesará (a mí me encanta encontrar cositas como ésta) y nunca te defraudarás porque estarás satisfecha con tu trabajo. Y te lo dice alguien que lleva con una entrada similar a ésta dos años en borradores (un texto muy bonito también de Risto, "Teorema de una sonrisa") y que se quedó en espera porque pensé que no interesaría, ahora me la has vuelto a traer a la memoria. Cualquier día la rescato.
¡Besos!
¡Hola Bea!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Se publican tantas cosas bonitas, curiosas y originales que una piensa que lo que publica o escribe puede resultar poco aburrido. Siempre pienso ¿a quién le puede interesar leer esto?. Luego me acuerdo de eso que dicen que hace el miedo: paraliza, y al final las entradas salen a la luz. Por eso, comentarios como los tuyos se agradecen más.
Risto es una asignatura pendiente, porque muchas veces paso por las librerías y puedo estar mucho tiempo cogiendo y leyendo capítulos enteros de libros de Risto y al final siempre lo dejo atrás.
Te diría que, es hora de desempolvar esa entrada. A mí me encantaría leerla.
¡Besos!