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12 de octubre de 2020

Las personas son respetables. Las opiniones, no.


«
Un buen sitio desde el que construir es desde donde todo está perdido.
Otro buen sitio desde el que construir es cuando sabes lo que no quieres.»

María Fornet.



Los domingos o los días como hoy, festivos, me gusta sentarme frente al ordenador con un café recién hecho, la luz entrando por la ventana, el sonido de fondo de alguna canción que me inspire. 

Quisiera hablaros de mis últimas lecturas, de Sostiene Pereira de Tabucci o de Los fuegos de otoño de Némirovsky, pero me cuesta centrarme en eso con todo lo que nos rodea últimamente.


Me acompaña la sensación de perder la fe, de estar atrapada en una sociedad que cada vez tiene menos que aportar, con su fingida felicidad y esa insoportable necesidad de opinar de todo y todos sin filtros.


¿Sabéis esos tutoriales que de vez en cuando aparecen en las redes donde una chica pasa veinte minutos explicándote, a ti mujer, todos los trucos para que, usando un sinfín de potingues, acabes teniendo la cara de otra? Otra mucho más exitosa, más bella, menos tú.
Las redes, la sociedad, cada vez se parece más a eso. Un lugar donde el mensaje está más dirigido a encajar, a triunfar, a mostrarte con suficiente maquillaje, sin rendir cuentas de ello. Una aceptable tiranía. De verdad os digo que si ese es el camino del éxito, no estoy dispuesta a recorrerlo.

¿Recordáis esa icónica escena de Origen, de Christopher Nolan? Aquella en la que Di Caprio dice:

«-¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus? ¿Una lombriz intestinal?
- Lo que el Sr. Cobb intenta decir...
-Una idea. Resistente, muy contagiosa. Una vez que una idea se ha apoderado del cerebro es casi imposible erradicarla.»

Estamos rodeados de personas con ideas, personas más que dispuestas a defenderlas, a darlas por válidas y a seguirlas a ciegas. Ideas que no podría compartir ni en un millón de años. Por eso, quizá, resulte un auténtico consuelo escuchar a Adela Cortina, filosofa y catedrática emérita de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, en su charla "Una lección de ética frente a la intolerancia", cuando dice:


«(...) Hay que distinguir dos cosas muy claramente. A las personas, a las personas hay que respetarlas siempre. A las personas. Otra cosa son sus opiniones. No todas las opiniones son respetables, ni muchísimo menos. Y recuerdo que, después de la época de Franco, que estábamos todos muy modosos, la gente decía cualquier tontería y se decía: “Esa es una opinión y, por lo tanto, muy respetable”. Pues no.

Hay opiniones que son nada respetables. Las personas son respetables, las opiniones, no. Las opiniones se tienen que ganar el respeto. Y lo que no se pueden tolerar son las opiniones que no son respetables. Entonces, hay que ser tolerante con las personas que son intolerantes, pero no con sus opiniones, no con sus puntos de vista. (...)

(...) Pero por eso tenemos que hacer la tarea ética y tenemos que hablar mucho en las sociedades de esto en voz alta y argumentar y desvelar juntos qué es lo que nos parece que, efectivamente, sí es respetable y qué no lo es ya. Porque, si no, al final cada quien dice lo que se le ocurre y parece que es todo igualmente valioso. Pues mire, no. Hay cosas que no son admisibles, que no son presentables y que no son respetables, y otras que sí y que hay que abundar mucho en ello.»

Empezaba esta entrada con las palabras de María Fornet: un buen sitio desde el que construir es desde donde todo está perdido.

En eso estamos. Construyendo desde donde todo está perdido. Resistiendo. Porque, en palabras del profesor de filosofía Josep María Esquirol«El resistente se resiste al dominio y a la victoria del egoísmo, a la indiferencia, al imperio de la actualidad y a la ceguera del destino, a la retórica sin palabra, al absurdo, al mal y a la injusticia.»

Voy a cerrar esta entrada con un poema de Enrique Gracia Trinidad, recogido en 11-M. Poemas contra el olvido.

Toda una declaración de intenciones, una revolución.


«No»


No hay bandera que valga un sólo muerto.

No hay fe que se sujete con el crimen.

No hay dios que se merezca un sacrificio.

No hay patria que se gane con mentiras.

No hay futuro que viva sobre el miedo.

No hay tradición que ampare la ignominia.

No hay honor que se lave con la sangre.

No hay razón que requiera la miseria.

No hay paz que se alimente de venganza.

No hay progreso que exija la injusticia.

No hay voz que justifique una mordaza.

No hay justicia que llegue de una herida.

No hay libertad que nazca en la vergüenza.




«La vida en común depende del comer juntos, y de ahí que todas las imágenes de aislamiento -que no de soledad- tengan algo perturbador. El pan, la sal, la fiesta, el duelo y la paz: de todo esto que se comparte depende la siempre difícil y precaria comunidad del nosotros.»
(Josep María Esquirol. La resistencia íntima)


4 comentarios:

  1. Hola :)
    Una entrada muy cierta. Primero decir que para mi opiniones transfobas, homofobas, racistas, machistas, y cualquiera de índole parecido nunca tendrán mi respeto. Ahora en bien en otro tipo de opiniones (hobbies, vestimenta, etc) me gusta escuchar y leer diferentes, debatir desde el respeto. Ahora bien siempre digo que antes de opinar hay que saber, por ejemplo, no puedo opinar de un libro si no lo he leido (otra cosa es que de razones por las que en base a otras opiniones no quiero leerlo) o la mitica discusion de que es peor trabajar o estudiar, pues yo digo que depende del trabajo, estudios, persona.. ahora bien creo y solo daré por valida la opinión de alguien que ha probado las dos cosas.
    Y por último decir que en muchos temas (excepto los primeros que he nombrado) soy mucho de usar la frase: darle la razón como a los tontos, me libro de muchos dolores de cabeza, pues me he encontrado con gente que casi te obligan a pensar como ellos y que su opinión es la unica valida, pues en ese momento soy modo, emm si si si, vale. ok, Fin.

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  2. Todos hablan, pocos se paran a pensar, las mentiras parecen tan válidas como la verdad... Entran ganas de apagarlo todo, pero entonces encuentras las palabras acertadas y el mensaje que sí firmarías. Gracias por compartirlo, Lidia. Yo también me apunto a esa revolución. Restiremos ❤

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  3. ¿Qué puedo decir? Como siempre, tus argumentos me dejan con la "envidia" de no haber sido yo quien los expresara, así que paso a compartirte y ya está. No nos faltes, Lidia! Bien sabes que lo digo desde el corazón. Gracias por tu cordura.

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  4. Primera vez que te leo y me ha gustado mucho. ¡Enhorabuena!

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