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7 de diciembre de 2020

Lecturas para cerrar 2020

Antes de empezar a escribir he buscado y leído mi entrada sobre los que eran mis propósitos lectores 2020. Las cifras son claras: 5 libros leídos de 16 previstos. Cri-cri.  Luego vino la pandemia y aquí sigue, desestabilizando cada vida. Al menos, creo, cumpliré con las 50 lecturas que fijaba como reto lector al principio del año.

No sé si tendré tiempo o ganas (especialmente con el estrés laboral que se avecina) de hacer un recuento de las mejores lecturas, pero creo que es fácil adivinar que todas las entradas hasta aquí deberían de contar como tales. Así que voy a mencionar algunas de las que me han acompañado estas últimas semanas y que se fueron quedando en el tintero.

El otro día vi esta foto y pensé que bien podría ser una metáfora de algunas vidas, de las nuestras, últimamente. Sé que hay gente que a los que hablamos de lo importantes que son los libros para nosotros -de ese super poder que ejercen para sacarnos de nuestra rutina o nuestros problemas y llevarnos a otro lugar, o de ese otro super poder sanador- nos toman por locos. Lo cierto es que este año, más que ningún otro, los he necesitado y me han mantenido un poco más a flote. También he echado mano de cine y series; la cuestión es que podía irme a dormir sin haber encendido la televisión en todo el día, pero no sin haber abierto las páginas de un libro. Cuando el agua nos ha llegado al cuello, siempre me han quedado los libros. Y buena compañía para hablar de ellos.



Empezaré por No digas nada, de Patrick Radden Keefe. 


En casa nos hemos empapado de todo el cine relacionado con el conflicto armado irlandés: Michael Collins, En el nombre del padre, En el nombre del hijo, The boxer,  Bloody Sunday, El viento que agitaba la cebada, Hunger, ´71, El viaje, Omagh... En 2012 viajamos a Dublín e invertimos un día en Belfast para visitar los barrios más implicados en el conflicto. Allí aún se palpaba la tensión entre católicos y protestantes. Ahora, después de leer No digas nada he entendido mucho mejor lo que había detrás de cada mural, de cada bandera, de cada valla.

Patrick Radden parte del hallazgo de los restos de una mujer, treinta años después de su secuestro a manos del IRA, y realiza una brillante investigación y desarrollo del conflicto irlandés. 

Es una obra imprescindible para acercarse al pasado y el presente en Irlanda del Norte. En definitiva, me ha fascinado.


El consentimiento, de Vanessa Springora.

Sinopsis: Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento.

Admiro lo que ha hecho Springora: contar lo que vivió, hacerlo de manera precisa y con la frialdad necesaria para que no sea tachada ni de oportunista ni de vengativa (aunque probablemente lo han hecho y lo seguirán haciendo). Vivimos rodeados de negacionistas

Poner sobre la mesa cómo le ocurrió y cómo un entorno familiar y social fue capaz de permitir (y seguir haciéndolo) algo así en nombre de "la libertad y el amor" son razones suficientes para leerlo.

«La carencia, la carencia de amor como una sed que se lo bebe todo, una sed yonqui que no mira la calidad del producto que le suministran y se inyecta su dosis letal con la certeza de estar haciéndolo bien. Con alivio, gratitud y felicidad.»


La hora violeta, de Sergio del Molino.

Dice la sinopsis: Este libro narra un año de la vida de su hijo Pablo, desde que fue diagnosticado de un raro y grave tipo de leucemia hasta su muerte. 

Sí y no. Es eso y mucho más. Es dolor, es sanación y amor. Y hay admiración ante párrafos así:


«En el poema de Eliot, la hora violeta es esa zona de la tarde en que los oficinistas están a punto de abandonar corriendo sus escritorios rumbo a la promesa de un beso, de un baile, de una cena, de una noche en que sus deseos se frustrarán de nuevo. Es ese temblor previo a la estampida, el instante en que nos quitamos la máscara con que nos presentamos ante el orden burgués y asumimos la máscara de carnaval, la que mejor nos sienta, la que merece la pena. La hora violeta es una taxi que espera en marcha en la parada, con el motor encendido. La hora violeta, en realidad, no existe más que como lugar de paso, como transición molesta y necesaria. Nadie vive en la hora violeta: la gente huye de ella hacia la vida real, hacia la vida normal. Yo tengo que aprender a escapar, pero no he encontrado la manera.»


Noches sin dormir: Último invierno en Nueva York, de Elvira Lindo.

Hubo muchas partes de este diario que me interesaron menos, pero incluso cuando no lo parece, Elvira Lindo siempre tiene algo que decir, algunos pensamientos que me guardo en mi cuaderno de notas, porque solo ella sabe contarlos con las palabras precisas. Ni una más, ni una menos.

«Qué difícil es ser buena amiga, pero cuánto más difícil es ser buena adversaria, no denigrar jamás al otro por mucho que te sientas ofendida. Tras una ofensa, cómo reparas una amistad. Qué difícil es encontrar personas que muestren con sosiego su profundo desacuerdo. Quiere una rodearse de buenos amigos pero, sobre todo, de buenos adversarios.»


Tierra salvaje, de Robert Olmstead

Sinopsis: 

Tierra salvaje reconstruye la época de las grandes matanzas que diezmaron al Bisonte americano y narra, con una prosa de gran potencia y lirismo, la epopeya de las caravanas en la segunda mitad del siglo XIX, dentro de una historia personal de amor, lucha y sacrificio.

Tierra salvaje ha sido mi última lectura y aún me duran los efectos. Es tan difícil encontrar un libro situado en esta época, en la que no se huela el tufillo del western con héroes a lo Clint Eastwood y saloons atestados de prostitutas, que ha sido un placer leerlo de principio a fin. Y no es que no haya escenas crudas, que las hay. Lo que ocurre es que este relato está lleno de verdad, matices y silencios. Una protagonista femenina fuerte y determinada, un protagonista masculino arrollador, y una cantidad de imágenes que siguen en mi cabeza y que no voy a olvidar. 

La edición de Hermida Editores es, además, una maravilla.


«Esa noche Michael pensó que la guerra de los americanos no había sido el fin de algo, sino el comienzo de aprender a matar más fácilmente, de aprender que, por muy destructivos que pudieran ser, eran capaces de serlo aún más. El mundo sería un lugar en guerra. Las naciones se formarían y se llevarían cuanto pudieran. El nuevo mundo sería el viejo mundo, solo que peor. Los dueños de la riqueza, los bebedores de sangre, los hombres que se complacen en su vergüenza..., ésos determinarían quién tenía derecho a vivir libre. Si las personas no eran útiles serían asesinadas.»

Y si solo tuviera que dar una razón para leerlo sería por lo valioso del brevísimo ensayo final del autor. 

«En palabras de la Declaración de Sentimientos redactada en 1848 en la Convención de Derechos de la Mujer de Seneca Falls, Nueva York, estaba "civilmente muerta". No tenía derechos de propiedad, ni siquiera respecto al salario que ganaba. Estaba obligada a la obediencia. La teología, las leyes, la educación, la política, todo eso estaba cerrado para ella.
Pensad en esto: como las mujeres no poseían nada, sus vestidos no necesitaban bolsillos. Y una vez que hayáis pensado en ello, volved a pensarlo una vez más.»


Iniciamos la cuenta atrás para decir adiós a este 2020 que más que darnos, nos ha quitado tanto. Incluida la fe, esa que afirmaba que saldríamos mejores.

Cuidaos mucho. Leed siempre.

11 comentarios:

  1. Hola!!
    Lo que me has hecho reír con esa foto!! Y justo no la he visto con el mismo sentido jajaja
    A veces olvidamos que leemos por placer y nos saturamos. Al menos, a mí me pasa, tengo diciembre que tengo que leer unos libros sí o sí, reñido está el tema
    pero espero conseguirlo!!
    Por cuestiones de trabajo mis diciembres también son una locura, pero, como todos los años, saldremos de esta
    Un besote y mucha fuerza ♥

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    1. Hola, Pepa
      Llevas toda la razón, a veces nos obcecamos en "cumplir compromisos" y se nos olvida que no es la cantidad sino la calidad de las lecturas lo que luego recordaremos.
      Te mando mucha energía y mucho ánimo para terminar el año. Como bien dices, saldremos de esta, como cada año.
      Un beso grande y qué alegría tenerte por aquí, Pepa.

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  2. Me han gustado todas, la de la Hora violeta no me veo con fuerzas, la de Lindo muy divertida y real, que buenos adversarios se cuentan con los dedos de mi mano izquierda ;) en fin... Del resto, creo que ya me habías hablado de alguna o al menos me suenan, interesantes son, sí, pero me quedo con esa reflexión final del bolsillo en los vestidos y me lo pienso un par de veces y ahí seguimos.
    Un abrazo muy muy fuerte, sigue a flote, por favor.

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    1. Hola, Mara
      Hay libros que necesitan su momento (y puede que nunca llegue) así que entiendo muy bien las reticencias con algunos de los que traigo a veces (no hace mucho Marisa me decía aquello de "lo que te gusta sufrir" y bueno, no es que me guste, pero quizá sí que tengo el ánimo tendente hacia ciertas lecturas o experiencias; lo cierto es que creo que es porque en la vida real soy una afortunada que puede controlar la mayor parte de las preocupaciones y eso me permite buscarlas en la ficción... quien sabe).
      Por aquí seguiremos, Mara, resistiendo juntas, como lo hemos hecho este año ¿verdad? Que año tan difícil y qué bueno teneros cerca.
      Un beso enorme.

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    2. :') ya nos veo a las cuatro del té virtual tomándonoslo de viejecitas y diciendo eso de "hay cuánto sufrimos y qué poco nos quejamos" ;) Te quiero infinito, amiga.

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  3. Para variar, tomo nota de párrafos que destacas, como el de Elvira Lindo, o me apunto el del oeste americano. No ha sido un buen año 2020, no. Y tienes toda la razón, ni siquiera nos queda la fe de que saldríamos mejores de esto. La realidad nos demuestra que la bondad de la sociedad está en nuestra mente, en nuestros deseos, pero ausente de los corazones. Estoy cansada de pelearme con el mundo por un mundo mejor. No creo que la humanidad tengamos arreglo a grandes rasgos, solo en pequeños universos.
    Me temo que no estoy ni lúcida ni optimista. El cáncer ha entrado en mi casa , aunque no en mi cuerpo, pero eso da igual, y el miedo me corroe el alma por los malos ratos que vendrán. Me cansa ser fuerte y que los demás lo esperen de mí. Pero sé que, igual que este jodido año se va, llegará otro y sobreviviremos también, pese a las cicatrices.
    En fin, Lidia, que mi deseo para el 21 es que tu aliento en forma de blog no nos falte a la gente que te necesitamos. Feliz navidad en lo posible.

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    1. Querida Mercedes
      No ha sido un año para ser optimistas y siento mucho que a todo lo pasado se te haya unido un cáncer de una persona próxima. Solo puedo darte palabras de aliento y de ánimo, y desearos que pase y lo haga sin destrozos, que de esos ya estamos teniendo suficientes.
      Sobreviviremos pese a las cicatrices, eso tenlo por seguro. Gracias por tus palabras siempre, por tu amabilidad y por pasar por aquí y recordarme que este rinconcito sirve para algo.
      Te mando mucha fuerza y espero que paséis unas fiestas felices, como dices, en lo posible. Sé que pondrás de tu parte, está en tu ánimo y en tu forma de ser, quizá por eso el resto espera que les infundas esa fuerza.
      Un beso enorme, Mercedes. Cuidaos mucho.

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  4. Este rinconcito sirve para mucho. Nunca lo olvides. Leerte es oxígeno en estos tiempos raros y difíciles. Siempre te leo, lo sabes, aunque no escriba todo lo que me gustaría. Ojalá el año que viene nos devuelva muchas de las cosas que nos ha quitado el 2020, como por ejemplo, vernos por fin. Te echo de menos.

    ¡Mua!

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    1. Hola, Moni.
      Qué bonito lo que dices. Ojalá el año que viene nos de eso, al menos, poder compartir un ratito juntas donde sea (no descarto las visitas relámpago a Villa Brandon ;) )
      Un beso enorme y gracias por estar. Siempre.

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  5. «Qué difícil es ser buena amiga, pero cuánto más difícil es ser buena adversaria, no denigrar jamás al otro por mucho que te sientas ofendida. Tras una ofensa, cómo reparas una amistad. Qué difícil es encontrar personas que muestren con sosiego su profundo desacuerdo. Quiere una rodearse de buenos amigos pero, sobre todo, de buenos adversarios.»

    Este párrafo es para llevarlo en una camiseta y repartir tarjetitas con estas palabras. NO puedo estar más de acuerdo.

    Ahora sí, Hola Lidi :)
    Ay hacía un montón que no me pasaba por aquí, y es que no podía menos que hacer parada técnica a saludar porque estamos coincidiendo en varias lecturas.
    No digas nada me ha fascinado de principio a fin. Es tremenda la manera de contar todo con ese nivel de detalle y que te cree aún más necesidad de seguir investigando. Ha sido una de mis mejores lecturas, la verdad y repetiré con el autor seguro. Este es el buen periodismo, al menos el que a mí me gusta.

    Justo ayer comencé con Tierra Salvaje, fue uno de los libros que me regalaron mis padres por mi cumpleaños (el otro fue El infinito en un junco que no me ha dado lugar a leerlo este año, mecachis). Tenía muchísimas ganas de este libro y qué ilusión me hizo ver que lo habían traducido por fin! Ya te iré contando qué tal va.

    El consentimiento después de ver la estupenda entrevista de Página Dos, ya lo tengo apuntado para el año que viene.

    Espero que estas últimas semanas del año las pases de la mejor manera posible, tranquila, en paz y con energías renovadas para dar el paso al 2021.
    Muy felices fiestas, Lidi y por un año donde podamos recuperar un poquito más la confianza.
    ¡Un besote y abrazo enorme!

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  6. A buenas horas, mangas verdes... En fin, no me lo tengas en cuenta, amiga.

    "La hora violeta", sí, es todo como dices. Me gustó mucho ese libro, me hizo sufrir, porque leer sobre la muerte de un hijo es un ejercicio doloroso (vivirlo más aún) y dentro de toda su exposición, me dio calidez.

    "El consentimiento" lo tengo pendiente. ES curioso, lo compré sin casi leer la sinopsis, y luego vi la entrevista en Página 2 y me enamoré. Ya comentaremos cuando lo lea.

    BEsazos.

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