.Image { text-align:center; }

19 de agosto de 2020

Hilando fragmentos

«Solo aquel que acepta el vértigo
se merece las cimas»
Benjamín Prado

Hace unos días vi una película que tenía en su entradilla un pequeño fragmento de una entrevista que le hicieron a Jacques Brel -conocido por la famosa canción Ne me quitte pas- en 1971. Decía así:

«No me gusta la gente idiota. La idiotez es simplemente pereza. La idiotez es un tío que vive y se dice, ya tengo suficiente. Es ése que no mueve el culo y por las mañanas no se dice a sí mismo que no es suficiente, que aún no sé lo suficiente, que aún no he visto lo suficiente. La idiotez es una especie de capa de grasa alrededor del corazón y del cerebro.»

Paré la película y anoté la cita porque entiendo el fondo del asunto. 

Pienso mucho estos días en cómo hemos cambiado mientras nos adaptamos a convivir con la pandemia. No hablo de cambio como sociedad, más bien de manera individual. 

Sigo.

Entre los fragmentos que guardé de No entres dócilmente en esa noche quieta de Ricardo Menéndez Salmón se encuentra el siguiente:

«¿Era justo? ¿Razonable? La vida no es justa ni razonable. La vida es lo que sucede, todo en uno, uno en todo, aquí y allí, entonces y ahora, desde el inicio y a cada instante. La vida es un atropello, un anacoluto. La vida es invisibilidad y veneno. Una formidable extensión de tedio y sobresalto que se enciende con estrépito y se apaga como un fósforo.»

Lo que quiero decir, llegados a este punto, es que hay un termino medio, creo, entre lo que dice Brel y Menéndez Salmón.

Tiene que existir, al menos es lo que deseo, una parte de gente que entiende que la vida no es justa ni razonable y que, a pesar de ello, hace todo lo que está en su mano para que no crezca nunca una capa de grasa en su corazón y en su cerebro. Una masa silenciosa que continua luchando por tener una vida fértil, capaz de ofrecer algo valioso  y hacerlo sin ruido. No hablo de mansedumbre. Hablo de eliminar todo lo innecesario, abandonar los altavoces que no dicen nada salvo llevar al enfrentamiento y al desánimo. Hablo de apreciar lo suficiente un paseo por la noche bajo una luna inmensa o la imagen de candidez de unos vencejos que se paran a descansar en un tendedero: ser conscientes de cada pequeño instante que salva un mal día (y en estas palabras va un guiño a una amiga).

Publicaba Laura Ferrero un post en Instragram en el que hacía una lista de cosas a las que sobreviviremos. Y sobreviviremos a esta pandemia, eso es una certeza. Pero cuando lo hagamos ¿qué quedará de nosotros como sociedad y como individuos? Cuando todo pase, cuando en nuestro carnet de vida añadamos la palabra superviviente... ¿Habremos hecho algo para enriquecernos y enriquecer al resto? ¿Nos habremos preguntado en el proceso si sabemos lo suficiente, si hemos visto, sentido, experimentado, lo suficiente? Como dice Benjamín Prado ¿habremos aceptado el vértigo y merecido las cimas?

Yo sigo en proceso de aprendizaje. Observando, en silencio. Lo único que me permito son estos momentos y las charlas con la gente que quiero. Y leer, como antídoto de todo.


TENSA EL ARCO

La poesía:
una ballesta.
Y en el punto de mira, 
un corazón.

Roger Wolfe



7 comentarios:

  1. "Hablo de apreciar lo suficiente un paseo por la noche bajo una luna inmensa o la imagen de candidez de unos vencejos que se paran a descansar en un tendedero: ser conscientes de cada pequeño instante que salva un mal día". ¡¡¡Ay amiga!!!, ¿se puede ser más poética? Me encanta, me fascina como lo cuentas. En relación con lo que dices, te cuento que mi intención de hoy era escribir un post llamado "El sueño de una noche de verano", para poner en valor esas noches puntuales que se dan en verano, muy poquitas veces, y que se convierten en momentos mágicos: por pequeños detalles, por una cena con amigos, por una conversación interesante, por un momento de silencio en la hamaca... Y no es más que lo que dices, detenerse un minuto y darse cuenta de que es un momento inolvidable, para archivar en el armario de recuerdos (Al final me he decantado por publicar reseña, sentía que con mi escritura no iba a hacer justicia a una de esas noches. Me queda pendiente pensarla más).
    Y bueno, además de volver a decirte que cada día escribes más bonito; te digo que sí, que sí existe ese termino medio, y que entre problemas e injusticias tenemos la obligación de buscar esos pequeños momentos que nos hacen seguir adelante. Con un libro, con un paseo, con el trabajo bien hecho, con música, con gente que te aporte... Me estoy poniendo pedante...
    Por cierto "Tensa el arco"... genial.

    PD: Leí tu entrada anterior la semana pasada pero te juro que fui incapaz de comentar. Como esas conversaciones que te encanta escuchar pero en las que sabes que es no hablar. Te lo digo con admiración: nivelazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una semana y pico después me siento por fin a contestar mensajes y leo lo que me has puesto y sabiendo dónde estás ahora pienso que, quizá, cuando vuelvas podrías hablarnos de esa entrada y "El sueño de una noche de verano", porque estoy segura de que estás disfrutando cada segundo de tus vacaciones.
      Recuerdo una conversación con Marisa en torno a esto cuando me recordaba aquello de que "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita". Pues un poco así es esto de afrontar la vida y disfrutarla con las cartas que te tocan.
      Beso grande y gracias por esas palabras tan bonitas.

      Eliminar
  2. Qué lindo, amore, no solo los "recortes", el hilado y la disposición. No me cansaré de decirte que escribas, llevas muchas historias dentro y les darías una forma realmente bonita, apuntando al corazón ;) y con cerebro. Un abrazo inmenso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vengo y poco tarde, pero no quería dejar de agradecerte tus palabras. También a recordarte que nunca pierdas la ilusión por escribir, por seguir haciendo lo que te hace feliz o necesitas en cada momento. El resto, lo dejaremos en manos del azar.
      Un beso.

      Eliminar
  3. Sólo por el poema de Wolfe habría merecido la pena leerte! Cuánta belleza en tan pocas palabras!
    Ya sabes lo que opino; me manifiesto a menudo en las redes. La cuestión de la pandemia es solo una bofetada que la vida nos ha dado de forma inesperada; no estamos acostumbrados en el primer mundo a las contrariedades, y aunque esta es bien grande, la gente lucha ahí fuera, en el resto de continentes, día a día no solo por su salud sino por sobrevivir, al hambre, a las guerrillas, a las dogas, a la violencia... Y consiguen reír a veces. Pienso que somos muy jodidamente flojos en este continente; que sufrimos, claro, pero lo llevamos peor. Y va siendo hora de que sepamos que el dolor existe. No digo que renunciemos a la felicidad. Eso, una hedonista como yo, no lo diría jamás. pero seamos más humildes y aprendamos a convivir con la fealdad. Los telediarios de antes del covi no eran un reallity show, eran vidas ajenas, de pateras, campos de refugiados, vallas... Igual se me ha ido de nuevo la pinza en el comentario (en tu blog me pasa mucho, me haces pensar y sacar lo que llevo dentro) pero es lo que mi alma me dicta decir. Quiero disfrutar de la belleza de una puesta de sol, pero no voy a estar muriéndome de miedo por las insensateces de los demás; las denunciaré, pero intentaré hacer las cosas bien. El resto, se escapa de mis manos.
    Ale, otra vez dejo sentencias. Todo mi cariño, Lidia, que ya sabes que es grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mercedes
      Estoy muy de acuerdo en todo lo que dices porque hay mucho en ello que compartimos. Quizá en mi caso ha ganado el desencanto a opinar y publicar en las redes, la verdad es que hace tiempo que no me compensa. Una no puede eliminar todo lo malo de la noche a la mañana y mucho menos influir en ciertas opiniones, así que me quedo al margen he intento hacer valer algo que sí me compense.
      Gracias por dejar por aquí tus pensamientos y tu cariño. Te mando un abrazo muy fuerte de vuelta.

      Eliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog