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12 de mayo de 2020

Los que fuimos, los que somos, los que seremos

Hace unos días vimos la película de Christopher Nolan, El caballero oscuro. Teníamos ganas de ver al Joker de Heath Ledger y compararlo con el de Joaquin Phoenix. Si después de verlos no pensáis que se merecían sus respectivos Oscar es que no tenéis corazón. Aquí os aviso de que voy a hablar de una escena de la película así que, si no la habéis visto y no queréis saber detalles, este es el momento de parar de leer.

Hay una escena, hacia el final, en la que dos ferris llenos de gente pretenden abandonar una Gotham que va a ser destruida. En uno van ciudadanos de a pie, en el otro van presos y delincuentes. El Joker -en un alarde de querer demostrar que hay algo negro y oscuro en cada uno de nosotros-, ha introducido un detonador en cada ferri. Suena su voz a través de los altavoces e informa a los pasajeros de que el destino de ese transbordador está en manos de los pasajeros del otro, que si quieren salvarse tendrán que volar por los aires al otro barco antes de que sean ellos quienes lo hagan con el suyo. Y aquí se inicia el dilema: ¿son los delincuentes dignos de perdón o de confianza? ¿vale más la vida de un ciudadano sin antecedentes que la de un preso?
El Joker cree que, llegada la hora, alguien detonará las cargas explosivas por miedo a que "el otro" se adelante. Pero no ocurre. Ningún pasajero, delincuente o no, quiere tener bajo su conciencia la muerte de miles de personas.
A mí esta escena me gustó mucho porque oye, a todos nos toca el corazoncito que nos recuerden que siempre hay un resquicio para la esperanza, para creer en la bondad humana. Así funciona la ficción.

De vuelta al mundo real, al hoy, creo que algo de ese espíritu optimista y reconfortante hizo que algunos dijeran que íbamos a ser mejores después de esto y que algo bueno aprenderíamos. A estas alturas yo creo que como deseo está bien pero en el fondo sabemos que, como la escena de El caballero oscuro, que eso ocurra pertenece al mundo de la ficción.

Siempre me gustó esa famosa afirmación de Maya Angelou: «He aprendido que puedes descubrir mucho acerca de una persona si te fijas en cómo se enfrenta a estas tres cosas: perder el equipaje, un día de lluvia y una ristra enredada de luces de Navidad». Qué pensaría Maya si hubiera vivido solo unos años más para ver los estragos de esta pandemia.

En mi cuaderno de citas anoté el siguiente fragmento:

«La bondad es más provechosa que la verdad. Un hombre que hace el bien es más necesario que uno que persigue la verdad. La edad me ha hecho desconfiar de la verdad, por excluyente y dogmática, y me ha hecho abrazar la bondad, por frágil y escasa. No me interesan demasiado las personas que hablan en nombre de la verdad, ni siquiera cuando esa verdad apela a mis convicciones más íntimas. En cambio me conmueven las personas capaces de ejecutar la bondad. La novela en mi opinión más extraordinaria escrita en España durante la segundad mitad del siglo pasado lo expresó con la rotundidad de un apotegma: "El mayor misterio no reside en la existencia del mal, sino en la del bien».

El fragmento pertenece a la novela de Ricardo Menéndez Salmón, No entres dócilmente en esa noche quieta, y la cita entrecomillada es del libro Escuela de mandarines, de Miguel Espinosa.

Como a Menéndez Salmón, a mí también me conmueven las personas capaces de ejecutar la bondad y añadiría que me atraen como una polilla a la luz aquellas que ejecutan la empatía, la crítica, la reflexión y la humildad. Lo cierto es que no hay nada como una situación de crisis para confirmar tus mayores temores y certezas: nuestro tiempo es finito y más vale hacer frente a la falacia de que necesitamos un millón de contactos y amigos virtuales. Lo mismo ocurre con los ídolos de barro. Un día se presentan investidos de dignidad y sabiduría y poco tiempo después descubres que en realidad lo que les empuja y levanta es la soberbia y la fama.
Corren tiempos difíciles así que prestad atención: a quienes seguís, a quienes regaláis vuestro tiempo y a quienes mantenéis a vuestro lado. Tened siempre presentes las palabras de Maya Angelou y pensad en quienes fuisteis, sois y esperáis ser en el futuro. Con todo esto no pretendo convertirme en ninguna gurú, más bien os cuento lo que a mí me ha ido funcionando y reconfortado.

Hace mucho que no os hablo de lo que leo porque es poco y tengo las energías concentradas en otros menesteres, pero os voy a dejar dos recomendaciones de mis últimas lecturas.


Lo que queda del día (Los restos del día), de Kazuo Ishiguro



Inglaterra, julio de 1956. Stevens, el narrador, durante treinta años ha sido mayordomo de Darlington Hall. Lord Darlington murió hace tres años, y la propiedad pertenece ahora a un norteamericano. El mayordomo, por primera vez en su vida, hará un viaje. Su nuevo patrón regresará por unas semanas a su país, y le ha ofrecido al mayordomo su coche que fuera de Lord Darlington para que disfrute de unas vacaciones. Y Stevens, en el antiguo, lento y señorial auto de sus patrones, cruzará durante días Inglaterra rumbo a Weymouth, donde vive la señora Benn, antigua ama de llaves de Darlington Hall. 

Y jornada a jornada, Ishiguro desplegará ante el lector una novela perfecta de luces y claroscuros, de máscaras que apenas se deslizan para desvelar una realidad mucho más amarga que los amables paisajes que el mayordomo deja atrás.



Creo que existe una norma para poder tildar a ciertos libros de "clásicos". No sé si Lo que queda del día cumpliría con la norma pero para mí lo es. Pensaba que quizá no lo cogía en buen momento pero lo cierto es que si existiera un manual sobre hábitos de lectura y consejos, debería incluirse lo siguiente: si estás pasando una de esas rachas donde solo puedes concentrar tu mente y tiempo de lectura en apenas veinte minutos seguidos al día, al menos hazlo en un libro que merezca la pena. Porque solo ese puede ser el secreto para que te deje un buen recuerdo.
No sé si habéis visto la maravillosa adaptación de esta novela: a Anthony Hopkins bordando el papel de mayordomo estirado, firme y obsesionado con la perfección de su trabajo; a Emma Thompson en el papel de ama de llaves apasionada y prisionera de esa vida, mientras anhela y espera mucho más de ella. Hacedlo. Tanto la novela como la película son una auténtica delicia.


París puede esperar, de Marisa Sicilia


Alicia y Manuel llevan años planeando viajar París, pero en el último momento siempre surge algo que lo impide.

Esta vez ha sido el confinamiento, pero cuando no es una cosa es otra...

Y es que así es la vida. Impredecible.


Este relato es un regalo. Y no lo digo solo porque pueda descargarse gratis, sino porque si rascas sobre la superficie encontrarás mucho más que una bonita historia de una pareja que nunca consigue cumplir su deseo de visitar París. No me cansaré de decirlo: este relato está lleno de verdad. Alicia podríamos ser cualquiera de nosotras y/o todas las mujeres que conocemos. Las que se enfrentaron a su trabajo, a los cambios e imprevistos, a tomar decisiones sobre la maternidad, a intentar que eso que llamamos vida sea lo más plena posible, estrecheces incluidas. Lo que sabemos es que no es tiempo de idealizar nada, porque todo requiere intención y esfuerzo. Por eso también me parece un regalo. Porque no es momento para que nos digan que salir de esto será fácil, nos vale con sentir que podremos hacerlo. Y aquí vuelvo al principio: a todos nos toca el corazoncito que nos recuerden que siempre hay un resquicio para la esperanza. Y eso también es París puede esperar.


Cuidaos mucho, acercaos a personas que sumen y olvidaos de todo lo demás. Pensad en lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Dejad que el viento se lleve todo aquello que no suma y tened siempre en la mesilla un libro donde encontrar consuelo y esperanza.

8 comentarios:

  1. Gracias por estar a mi lado en este viaje :)

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  2. Magnífica reflexión, para variar! El libro no lo he leído pero la película me pareció preciosa, llena de sensibilidad y belleza visual. Mucha razón en el relato de Marisa, podemos ser cualquiera, siempre aparcando los sueños porque la vida se encarga de complicar el día a día, pero el sueño está en ser feliz con lo que haces y por quien lo haces. Vital quedarse con la gente que suma en la vida, los que restan mejor dejarlos de lado. Por suerte, hay bastantes de esos en mi vida, de los que suman. Me considero afortunada, en los momentos en los que los necesité estuvieron. También yo estuve si fue preciso así que es una experiencia que me colma de paz. Poco más, que me encanta leerte. Ojalá te tuviera más cerca para tomar cafés interminables.Un beso. No olvides cuidarte.

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    1. Hola, Mercedes:
      Creo que nos hemos perdido un poco en el mensaje de que hay que estar interconectados, de que la popularidad y el gustar a mucha gente era señal de éxito y lo cierto es que no creo que alcanzar eso genere mayor satisfacción que la de verte rodeado y conectado a pocas pero buenas personas. Como hemos hecho siempre en nuestra vida, donde cuentas y pueden contar contigo relativamente poca gente. A lo mejor es algo muy obvio, pero yo lo valoro cada vez más.
      A mí también me encantaría tenerte más cerca para poder disfrutar de tu compañía y tu charla más a menudo.
      Gracias por tus amables palabras, como siempre, y cuídate mucho tú también.
      Un beso fuerte.

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  3. ¡Muy a favor de las palabras de Maya! siempre he creído que hay poder en la bondad y sigo sin entender por qué se menosprecia.
    Tanto El caballero oscuro como Joker son dos películones para enmarcar. La última es un golpe en la mesa ante la hipocresía norteamericana (por eso hubo un sector que intentó boicotear la película y la nominación al oscar de Joaquin Phoenix)

    La última cita: "El mayor misterio no reside en la existencia del mal, sino en la del bien», me ha gustado mucho pero tiene un fondo triste, ¿verdad? que nos parezca raro encontrar gente buena y verlo como una rara avis...

    En cuanto a los libros no voy a repetir otra vez que a Marisa la tengo muy pendiente, y que viniendo de ti la recomendación es acierto seguro. A Ishiguro no lo he leído, es uno de esos eternos pendientes, pero tenía apuntado "nunca me abandones", justamente el que comentas tú me sonaba por la película, me lo apunto a ver cuál encuentro en la biblioteca, ya te contaré.

    Como siempre, es un placer pasar por aquí, Lidi. ¡Muchísimo ánimo y fuerza!
    ¡un abrazote!

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    1. Hola, Ani
      Estoy muy de acuerdo contigo en ese menosprecio hacia la bondad. Justo otra lectora me decía lo mismo, que a veces se confundía con "ser tonto", que es algo que está denostado. Me entristece que sea así porque "de lo malo" ya andamos bastante servidos.

      Espero que te animes con Marisa y me lo cuentes. La única novela que había leído antes de Ishiguro fue la que mencionas "Nunca me abandones" y también me gustó (la novela y la película, que te recomiendo). Ya nos contarás por cuál te decides y tus sensaciones, pero yo no puedo dejar de recomendar "Lo que queda del día" porque me ha hecho viajar y desconectar en días tan difíciles como los que estamos pasando.

      Te mando mucho ánimo a ti también y gracias por pasarte por aquí y contarme tus impresiones.
      Un beso enorme.

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  4. Hola,
    A mí tambuién me está costando mucho leer, así que opto por novelas ligeras que, quizás en otros momentos, me gustarían menos pero ahora ya me dan lo que busco, diversión y evasión :)
    Aunque pronto volveré a mis enaguas jajajaj
    lo que queda del día, solo he visto la genial el película,
    el regalo de Marisa sicilia,e está leído y disfrutado, me encanta el optimismo que despierta
    Un besote

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  5. Ya sabes que voy y vengo a intervalos y me he perdido un montón de entradas tuyas por lo que veo, y he empezado por esta.

    Sabes también que ese título de Menéndez Salmón me apetece y mucho, ya hemos hablado de ese autor, y sobre tu reflexión general.... ¿qué más añadir que no hayamos comentado ya? Hay que quedarse con la gente que es luz en tu camino, fin.

    BEsazo.

    Ah, tengo muy fichado ese título de Ishiguro que, por una cosa y otras voy dejando en la lista...

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