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20 de octubre de 2018

Por si me oyes - Pascale Quiviger

SINOPSIS

Cómo se puede seguir viviendo después de un accidente, cómo se consigue volver a desear, reconstruirse por dentro y aceptar los cambios que sobrevienen mientras la persona que más queremos está sufriendo. 

David, que es obrero de la construcción, se ha caído de un andamio y está en coma. En Por si me oyes, al oír su discurso interior, notamos cómo siente la presencia de los que le rodean y si le hablan o le tocan. También asistimos a la vida diaria de su querida mujer y de su hijo pequeño y a las dificultades que tienen para afrontar el drama de David. 

Una novela de emociones fuertes con un final lleno de esperanza.


Hay libros que son como estados de ánimo. Algunos te transmiten felicidad, tristeza, esperanza, resignación. Por si me oyes es para mí algo así. Lo leí en febrero y, aunque merecía una reseña, lo dejé pasar. Llegó el parón en el blog, la despedida y las semanas de dejarlo todo en stand by a la espera de tomar mejores decisiones. Le debía una entrada y también le debía una relectura. 

Creo que todos tenemos apegos a ciertas cosas materiales, objetos que están vinculados a sentimientos, recuerdos, sensaciones. Como ese anillo de oro que me regaló mi abuela hace más de veinte años, que no uso por miedo a perderlo y que está a buen recaudo, en casa (no donde vivo, sino en la casa familiar). A veces abro el joyero y está ahí y es imposible no sacarlo, acariciarlo, probármelo y dejar que los flashes llenen la cabeza de recuerdos y de imágenes con ella. Tocar ese anillo hace que sienta la calidez de mi abuela.

Cuento todo esto para explicar lo que me pasa con esta novela. Desde que la leí ha estado vagando por todas las habitaciones. En la mesilla baja del salón, encima de la pila de libros pendientes de leer, en el sofá, en la mesita de noche... Cualquier sitio donde pudiera tenerla cerca, a mano, donde pudiera tocarla, recordarla, hojearla y leer alguna página. Cualquier lugar que no fuera ese definitivo de la estantería donde se perdería entre el resto. Y esa sensación, ese no querer dejar ir también tiene mucho que ver con la propia historia de David, Caroline y Bertrand.

Ya sé que poco tiene de atractivo una novela que trata sobre un paciente en coma. Dicho así, ¿quién podría recomendar esta historia y quién podría tener ganas de leerla? David es un albañil de treinta y seis años que sufre una caída en el trabajo y le lleva directo al hospital en ese estado. Su esposa Caroline y su hijo de siete años, Bertrand, tienen que adaptarse a la nueva situación. Cuando algo así ocurre ¿qué haces con la vida que tenías, que conocías, que esperabas? 


Pascale Quiviger, ha creado una novela en torno a eso y, a pesar de la dramática situación, es tanta la emoción, la calidez, la ternura y la sensibilidad entre sus páginas que solo puedo invitaros a leerla. 


En cuanto la entrevista termina, Caroline la vuelve a poner. Quiere volver a oír una frase, pero no sabe cuál. Hacia el final. Ésta: «Somos demasiado débiles para mirar el amor a la cara.»

La anota en el post-it amarillo fosforito de la señora Blouin y lo pega dentro de un armario, el de las tazas, porque lo abre a menudo. 



Por si me oyes es un canto a la vida, un desafío al destino, a afrontar lo que no tiene explicación, una reflexión sobre el sistema sanitario, sobre la importancia del bienestar de los pacientes y del propio personal, su responsabilidad y su humanidad. 

En una fracción de segundo, el doctor Hamel titubea (...)
Así que recurre a un refrán en el que cree a pies juntillas:
- Buen corazón quebranta mala ventura.
Si no lo creyera no estaría de guardia esa semana. Ni siquiera sería médico. Se sobresalta un poco cuando Caroline replica:
- No puede el hombre huir de su ventura.

Es difícil no dejarse conquistar por ellos, protagonistas y secundarios: Caroline, todas sus dudas, su lucha por adaptarse, su dolor y su amor por su joven marido;  Bertrand, que se comporta como el niño que es y, en su inocencia, hace de contrapunto como una luz constante durante toda la novela; Karine y Janek, los padres polacos de David, emigrados a Montreal y cuyo pasado (y el de su país de origen) se presenta a través de su hijo. El enfermero Steve, con sus propios fantasmas y, aun así, tan fiable, dulce, reconfortante y esperanzador. Y, siempre, David. Tan presente en su propia ausencia, tan en su mente y en su cuerpo. 

Bertrand con el corazón en la mano
viene en mi busca cueste lo que cueste
me trae a la superficie.
Quiero mover un dedo, un pie, los ojos bajo los párpados, mi voz en la garganta, para él.
Moverme para él. Hablar.

No pasa nada si no queréis leerla, si no queréis sentir este tipo de emociones o, simplemente, si no os interesa. Pero mi experiencia ha sido que todas las veces que la he leído, que la he sentido, he dado por buenas las lágrimas no contenidas y he disfrutado de la belleza que contienen sus páginas. Hay algo reconfortante en ese dejarse llevar por ella hasta el final. Ahora sí, puedo buscarle un hueco definitivo en mi estantería.

5 comentarios:

  1. Qué reseña tan, pero tan bonita, y cuánta justicia le hace a la novela. Más teniendo en cuenta lo difícil que es reflejar todas las facetas que contiene, y no, no es fácil desprenderse de ella, ni tenemos por qué, ¿verdad? Se quedan dentro, como la huella que dejó Bertrand en sus seres queridos, como ese anillo que no necesitas llevar puesto. Sí que sería triste renunciar a esas emociones. Gracias una vez más por tanto. Me alegro de que encontraras el momento de recuperarlo.

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    1. Tú mejor que nadie sabe cuánto deseaba darle un sitio a esta novela. También que, habiéndola leído, esta reseña tendría un sentido especial para ti, aunque solo sea por recordarlos a ellos.
      Podemos renunciar a muchas cosas, pero nunca a todas las emociones que nos generan los libros ni tampoco las palabras ;)
      Gracias por compartirlas conmigo.

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  2. Lo has escrito muy muy bonito.
    A veces no es necesario leer el libro del que hablas, sólo hay que leerte a ti.
    Mil gracias Lidia.

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    1. Gracias, M. Angeles. De las cosas más bonitas que me han dicho (y mira que no puedo quejarme), pero que te llegan en los momentos adecuados.
      Gracias por decírmelo y por estar siempre cerquita.
      Un beso.

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  3. Me encantó Por si me oyes. Me emocionó muchísimo, es más, me hizo llorar, porque esuna historia triste y al mismo tiempo es bellísima, por toda la magia de sentimientos entremezclados que hay a lo largo de la novela.
    Besos.

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