.Image { text-align:center; }

22 de septiembre de 2018

El país sin memoria


El día que aprobaron el Real Decreto para sacar los restos del dictador Franco de su monumento a la infamia, el Valle de los Caídos, acababa de terminar dos lecturas: La voz dormida, de Dulce Chacón y Gurs, el campo vasco de Josu Chueca. Al día siguiente de la aprobación, con un mapa del sur de Francia, B y yo - aprovechando que nos encontrábamos allí de vacaciones-, preparábamos un itinerario de visitas a campos de concentración e internamiento franceses con destino final Collioure. En 1939, medio millón de españoles atravesaban la frontera y emprendían el gran exilio a Francia. Medio millón. Ni llegaron en las mejores condiciones ni la avalancha fue bien gestionada por el gobierno francés.
Centro Rivesaltes

Centro Rivesaltes

Hasta hace un año no sabía nada de lugares como Gurs, Argelès-sur-Mer, Rivesaltes, Le Barcarès o Saint Cyprien... Todos hemos oído hablar de Auschwitz, Dachau o Mauthausen. Siempre en relación al exterminio judío. 


Toulouse
Pero en España seguimos teniendo un problema con la Memoria Histórica. Somos un país que carece de ella y por eso, imagino, hay gente que se atreve a decir sin ningún pudor, que hay cosas más importantes y urgentes que sacar a Franco de Cuelgamuros o que remover cunetas. El hecho de que uno de los partidos políticos con más votantes en España se haya abstenido en la aprobación del Real Decreto me produce escalofríos.

Acabar con esta falta de memoria, de educación sobre nuestro propio pasado, con este silencio e ignorancia, es necesario y es tarea de todos. Más en estos tiempos, cuando tan evidente es la carencia de solidaridad, la manipulación, este brote xenófobo, este discurso político y social diario enfocado al inmigrante y al refugiado. Ese mismo discurso del odio lo sufrieron los españoles que llegaban a Francia pero ¿quién se acuerda de eso?.



Mencionaba al principio dos libros. Gurs, el campo vasco era una lectura pendiente desde que el año pasado asistimos a una conferencia de su autor y nos abrió los ojos. Fue entonces cuando visitamos lo que queda del campo de Gurs, situado al sur de Francia, creado en apenas 42 días para acoger a españoles republicanos que huían de las represalias del régimen franquista y voluntarios de las Brigadas Internacionales. Posteriormente, bajo el gobierno de Vichy, internarían a todos aquellos que los nazis llamaban indeseables: comunistas y judíos.



Fue entonces cuando empecé a buscar información. Y ahí estaba la playa de Argelès-sur-Mer, destino de los exiliados republicanos: hombres, mujeres, heridos de guerra, niños... Allí permanecieron hacinados y sin apenas comida ni agua -lo que produjo una importante cantidad de fallecimientos- hasta que fueron redirigidos a otros campos como Rivesaltes o Le Barcarès. No fue una solución definitiva. Muchos españoles acabaron colaborando con la resistencia francesa cuando empezó la II Guerra Mundial o en Compañías de Trabajo y, después de haber prestado sus servicios y su experiencia militar, todavía sufrieron la deportación a los campos de exterminio fruto de la colaboración del gobierno de Petain con Hitler y de éste con Franco. 



Argelès-sur-Mer
Monolito playa Argelès
Barracones - Rivesaltes
Machado - Collioure



















Las escaleras de la muerte - Mauthausen
Lo explica perfectamente el periodista Carlos Hernández, autor de Los últimos españoles de Mauthausen: 
«Hitler jamás habría enviado a esos 9.300 españoles a los campos de concentración sin el consentimiento de Franco. Los españoles, tras ser capturados por los nazis durante la invasión de Francia, son enviados junto a soldados británicos y franceses a campos de prisioneros de guerra. En estos campos se respetaba la Convención de Ginebra. Todo cambió con esa visita de Serrano Suñer a Berlín en septiembre de 1940. Tras reunirse con Hitler, Himmler y con toda la cúpula del III Reich, Alemania emitió una orden a la Gestapo para que sus agentes sacaran a los españoles, y solo a los españoles, de esos campos de prisioneros de guerra para enviarlos a campos de concentración»

Dos de cada tres españoles murieron en los campos. Cuando fueron liberados no tenían ninguna patria a la que volver.


De mi visita a Francia y sus Centros de la memoria he aprendido la importancia de los testimonios y la necesidad de recordarlos. He sido consciente del trabajo que se está realizando en ese país para mantener el recuerdo de lo ocurrido, asumir responsabilidades, dejar a un lado la vergüenza de saberse culpables y cómplices del arresto, deportación y asesinato de miles de personas para dejar paso a la conservación y homenaje de las víctimas. No olvidar. Mientras, aquí, el silencio, la discordia, las trabas administrativas para evitar homenajes o la colocación de monolitos, el vandalismo y destrucción de placas conmemorativas, los discursos de es mejor no reabrir heridas. Queda mucho por hacer.

Liberación campo de Mauthausen

Centro Rivesaltes
Las nuevas generaciones tienen el deber de mantener y conservar el legado de quienes lucharon contra el fascismo. A modo de anécdota os contaré que haciendo una ruta de senderismo en el pueblo cántabro de Tresviso, fuimos testigos del siguiente encuentro: un hombre de cierta edad se acercaba -con varios documentos en la mano- a un anciano para preguntarle por una víctima de la guerra. 

Había recabado información, sabía que había estado allí y que lo habían asesinado por la zona junto con otros tres compañeros y le preguntaba a ese anciano, vecino de Tresviso, si había oído hablar de él, si podía ayudarle con su investigación.

Una semana después, cuando llegamos al Centro de la memoria de Argelès, nos encontramos con un anciano que hablaba con la persona que estaba en recepción. En la mano, una cartilla ajada y amarillenta. Ese anciano había estado en el campo de Argelès con su familia cuando tenía apenas año y medio. En los años cincuenta emigró a Argentina y ahora, a sus ochenta años, había vuelto a España. Allí estaba, aportando documentos y su propio testimonio.

Cuando escucho que las actuaciones en las cunetas, los actos de homenaje o la salida de Franco del Valle de los Caídos es reabrir viejas heridas, pienso en el ingente trabajo que aun queda por hacer. Pienso en lo que ocurrirá cuando ya no queden testigos ni testimonios de primera mano y las decisiones sigan quedando en manos de nuestra clase política.


Leer La voz dormida una semana antes de visitar los campos fue casi como una premonición. Y este regalo también se lo debo a mi querida Miss Brandon. Porque Dulce Chacón trata con una maestría admirable los años de la represión franquista, la vida en la cárcel de Ventas de todas aquellas mujeres que lucharon por la República, la verdad silenciada. Las sacas, los fusilamientos en mitad de la noche, las torturas, el trato vejatorio y cruel de las carceleras, la arbitrariedad con la que decidían sobre las presas y sus familiares, los años de represión... Es la voz de los que no pudieron huir. La voz de los que se quedaron.


Leer a Dulce Chacón es como reecontrarse con el pueblo llano, con la verdad que subyace en su hablar y su sentir, con el papel tan importante y tan silencioso de las mujeres, con su resilencia. 

El vello de punta cuando Reme le dice a otra compañera de celda sangre mía, porque así nos llamaba mi abuela y desde que falleció no se lo había oído decir a nadie. La emoción ante los desmanes de la posguerra o al saber que Dulce Chacón murió apenas un año después de publicar esta novela, en 2002. Por eso, aunque no lo pretendía inicialmente, cierro esta entrada con un vídeo donde se habla de la importancia de la memoria, donde podemos escuchar a Dulce y también a una de esas mujeres que pasaron media vida en la cárcel, dieciocho años, sin haber cometido delitos de sangre. No es ésta una entrada sobre historia o sobre política. No solo. Es mi particular granito de arena para evitar el olvido. Leer, viajar, escuchar testimonios y recordar, parecen el único remedio para esta desmemoria.

                                                                                



«Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha». MIGUEL DE UNAMUNO.


11 comentarios:

  1. ¡Excelente entrada! La desmemoria de la mitad de la gente de este país es acorde con su grado de borreguismo. Es patético y da mucha vergüenza. Mucha.
    Me apunto los títulos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Marianchu
      Muchas gracias por tu comentario. No es solo un problema de desmemoria, diría que sobre todo es un problema de educación (eliminación de ciertos temas en los manuales de estudio) y de interés político.
      Solo por ellos, por las víctimas de la guerra civil, merecía la pena hacer esta entrada.
      PD: Estoy segura de que La voz dormida te gustará.
      Un beso.

      Eliminar
  2. Cada vez que alguien suelta eso de que no hay que reabrir heridas, se me llevan los demonios. Porque esa masacre continuó durante muchos años tras la guerra, y la mayoría de esos asesinatos quedaron impunes y eso no se puede olvidar jamás.
    Gracias, gracias de todo corazón por esta entrada, por acercarnos un poco más a esa realidad que para muchos, quedará siempre en nuestra memoria.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Maribel!
      Gracias a ti por tu comentario, que viene a confirmar lo dicho: no podemos acabar con la memoria y no podemos borrar los hechos ni el pasado. Si hay que reabrir heridas, hagámoslo para poder cerrarlas de una vez.
      Ponerle la tirita del olvido no conseguirá acabar con el problema.
      Un beso.

      Eliminar
  3. Si no me sintiera rídicula haciéndolo, ahora mismo me pondría en pie para aplaudirte hasta que me dolieran las manos. Cuánta verdad y tan bien explicada. Yo también me leí La voz dormida con un puño en el pecho y busqué después más información sobre los refugiados repúblicanos en los campos de Francia y en los que aquí mismo se construyeron. Un imagen horrible y difícil de digerir. Todavía hay nietos llorando la desaparición de sus abuelos, yo he llorado con ellos al leer su inmensa tristeza, su impotencia. No podemos olvidarles.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Ainara!
      Como bien dices, es necesario conciliar y reconfortar a los familiares de las víctimas. Al menos, ayudándoles para que se sientan acompañados: sacando al dictador del mausoleo, dedicando tiempo y dinero a darles una sepultura real a sus familiares. Lo que no podemos es usar el discurso de no reabrir heridas.
      Como bien dices, no debemos olvidarles.

      Eliminar
  4. Como siempre buena entrada.
    Este tema me resulta muy interesante, no tanto por desconocido, pero si por cómo es tratado en los últimos cuarenta años.
    Aquí se ha hecho, creo, un magnifico trabajo de no información educacional sobre el tema que viene de perlas ahora para lo eso tan peligroso del revisionismo histórico.
    Los que por suerte pudimos hablar con abuelos que vivieron esa época tenemos otro punto de vista. Pero ahora cada vez hay menos personas que tengan ese referente.
    Algunos, incluso tuvimos mas suerte aún cuando algún profesor se saltó el temario y nos habló del tema, e incluso siento hijo de republicano huido por Francia, respetó el rigor que le exigía su profesión de profesor.
    Creo que es importante que no se olvide, pero también que se entienda que durante muchos años partidos políticos de ambos lados no han querido educar a un país en la historia. Y esto es algo que ha traído lo que ahora tenemos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Cris
      Lo que cuentas no deja de ser la única solución que parecemos tener para recordar lo que pasó: personas que bordean los límites o se saltan los temarios para poder darle voz a todas las víctimas de la guerra civil (de ambos bandos). Es un trabajo de memoria necesario y lógico, tanto que me da rabia tener que recurrir a la comparación de Hitler para hacer entender que no es posible tener a un país sin memoria como lo hacen los alemanes.
      Afortunadamente sigue existiendo gente luchando por dar visibilidad al pasado. Ojalá hubiera más voluntad política para normalizar esta situación.
      Un beso.

      Eliminar
  5. Que feliz me hizo saber que te gustó tanto La voz dormida. Leyendo esta entradaca que te has marcado y sabiendo que estás con el libro de las Trece rosas, creo que estás en el punto perfecto para darle un tiento a El corazón helado. Estoy convencida de que te gustará, aunque por su volumen haya que dedicarle un tiempo, ¡pero lo merece! Hace ya un año que lo leí y todavía hay ciertas partes que recuerdo con la piel de gallina.

    ¡Mua!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Mónica!
      Ya sabes que El corazón helado está en mi kindle, también gracias a ti, así que espero no dejarlo mucho más. Sobre todo porque yo también siento que es "su momento".
      Lo leeré y, estoy segura, correré a contarte todos los sentimientos que me genere.
      Gracias, siempre, por ese día en el que me regalaste La voz dormida y lo hiciste con esa dedicatoria tan tuya. Esa novela, tú y Dulce Chacón os ganasteis un huequecito en mi corazón.
      Un beso.

      Eliminar
  6. Jo, Lidia, no había leído esta entrada tuya y hoy, curioseando, la he encontrado. Es magnífica! Conocí los campos de Francia cuando investigué para Saudade y me asombró lo poco que conocemos de nuestra propia Historia. Tengo la mala costumbre de sufrir por todas esas personas que debieron soportar esos años terribles, llenos de sueños que se hicieron añicos. No soporto que se menosprecie la memoria histórica y me da mucha pena que tantas experiencias hayan quedado enterradas con quienes las vivieron; la gente de cierta edad nos damos cuenta de que hemos perdido las fuentes de primera mano , cuando antes las tuvimos tan próximas, y es frustrante. pero creo que, mientras existamos, tenemos la obligación de mantener vivo el recuerdo de que esas cosas pasaron, de que no nos las pueden seguir ocultando. La mayor parte de la juventud conoce mejor la historia americana, por las pelis, que la nuestra. Así no podemos defendernos de las mentiras. Así que, gracias por el gran trabajo que haces con este blog, enseñándonos o recordándonos asuntos que importan. Por cierto, el libro de Almudena Grandes es magnífico ( aunque tan recargado como ella siempre escribe) lo mismo que toda la saga de posguerra; es una mujer que escribe desde las entrañas. Como siempre, un abrazo y mil gracias. Leerte es un placer.

    ResponderEliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog