Hace algunas semanas inicié esta sección Entre bambalinas de la mano de Marisa Grey y Marisa Sicilia para dar a conocer el trabajo que hay detrás de la ambientación y documentación de una novela romántica histórica.
Continuando con ella, esta vez os traigo una novela situada en Canarias. El Puerto de la Luz ha sido la obra ganadora del V premio HQÑ Digital y creo que el contexto y el fragmento os va a resultar tan atrayente que espero que decidáis conocer el resto de la historia.
Desde aquí quisiera agradecer a su autora, Jane Kelder, todo el trabajo que ha realizado para que esta entrada haya sido posible, tanto por el contenido como por las fotografías. Gracias.
El Puerto de la Luz
Jane Kelder
Novela ganadora del V premio HQÑ Digital
(20 de abril - Edición digital y en Junio -Edición impresa)
SINOPSIS
Natalia tenía que decidir entre dos hombres y el agradecimiento o el amor.
El Puerto de la Luz es un viaje en el que se mezclan la huida y la búsqueda. ¿Cuántos nombres necesita una persona para saber quién es y desenterrar su origen? ¿Qué motivos llevan a esa persona a hacerse pasar por alguien que no es?
Nathalie Battle, Nathalie Lindstrom y Louise Fairley son la misma mujer en busca de respuestas: quién es, quién cree ella ser, quién piensan los demás que es. El camino en busca de su identidad la llevará a Gran Canaria, donde Natalia también encontrará el amor y la libertad de ser ella misma.
Jane, para ir entrando en materia...¿Cómo suena esta época?
A pianola. A principios de siglo todavía se mantenían las interpretaciones de fragmentos de ópera o los conciertos de piano en las reuniones caseras de los ingleses, pero, en lugares públicos, como el Club Náutico, ya se había impuesto la pianola, aunque a veces también había, más que orquestas, un grupo de músicos amenizando las veladas. Sin embargo, en el lado canario, no hay que olvidar la música popular (folías, isas, seguidillas…). Aunque aún no la habían compuesto (sería pocas décadas después), yo escuchaba de vez en cuando durante el proceso de escritura una versión musicada con timple de Campanas de Vegueta, que me encanta. Y, en la novela, he querido recuperar también las dos piezas que Saint-Saëns compuso para Las Palmas tras su estancia allí.
¿Por qué elegiste este lugar y esta época?
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Barrio de los ingleses |
Yo he vivido muchos años en Las Palmas y necesitaba hacerle un homenaje. Fueron unos años de plenitud, donde me descubrí a mí misma y me rodeé de gente que ha sido y es muy importante no solo en mi vida, sino en lo que soy.
Allí también conocí la huella inglesa (la Playa del Inglés, la calle inglesa, el cementerio inglés, las casas coloniales, los edificios Miller y Elder…) y muchas veces me hacía el ejercicio de imaginarme esa peculiar convivencia entre dos culturas tan dispares.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y hasta la Guerra Civil española, la isla parecía una colonia inglesa y busqué un momento para ubicar la historia en la que ya hubiera terminado la guerra de Cuba porque fue algo que dejó huella. El canario lo vivió casi como un fratricidio. Sin embargo, como verás, el punto de vista de la novela se sitúa en la comunidad inglesa.
Y aquí toman relevancia lugares como el Las Palmas Lawn Tennis Club, el Hotel Santa Catalina, el Hotel Metropol, el Club Náutico (también había clubes de criquet, fútbol, golf… todos ellos ingleses).
Y no he querido olvidarme del Gabinete Literario, frente al cual solía quedar en una terracita para tomar café (ese café Tirma tan peculiar) con mis compañeros.
Añadiré, además, que es una novela con muchos guiños personales de mi experiencia allí, a personas, a personajes literarios y, sobre todo, al tema de la identidad, del que tantas veces he conversado en la isla.
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Hotel Santa Catalina |
¿Cómo hiciste para documentarte? ¿Cuáles han sido tus fuentes?
En primer lugar, ya llevaba muchas cosas aprendidas de mis años allí, y un libro que fue muy importante para despertar mi curiosidad fue Smoking Room, de Alonso Quesada, donde relata estampas de los ingleses en Canarias con un excelente sentido del humor (es mi autor canario favorito).
También había asistido a un curso del que luego se publicó el libro Varia lección sobre el 98. El modernismo en Canarias, coordinado por Eugenio Padorno. Allí tomé conciencia de la importancia de la construcción de El Puerto de la Luz (antes se usaba el Muelle de San Telmo) para que la modernidad entrara en la isla y aparecieran los grandes hoteles y se mejoraran los balnearios.
No puedo olvidar Tenerife y sus seis satélites, de Olivia Stone, donde en el capítulo dedicado a Gran Canaria uno se acerca a esa época desde el punto de vista inglés, que me ha venido muy bien.
Ni tampoco Los ingleses en Canarias, de Víctor Morales, que me costó mucho conseguirlo y documenta perfectamente esa época.
Y, por supuesto, la palabra. El hecho de tener a varios amigos trabajando en puestos importantes para la cultura canaria me ha ayudado a contrastar información y a ampliarla.
¿Hasta qué punto la época ha condicionado el comportamiento de tus protagonistas?
La época, la nacionalidad y la clase social…, son muchas cosas las que condicionan a los personas y, por tanto, siempre procuro que ocurra igual con los personajes. Por supuesto, el carácter no depende de ellas, pero sí las formas que adopta en cada uno. Por la parte inglesa era necesario dibujar sus prejuicios, ese sentimiento de superioridad que siempre han tenido de cara a otras nacionalidades y, mucho más, en sus colonias. Por el lado canario, sé que he hecho hincapié en la alegría, pero es que pienso en Las Palmas y enseguida me nace la sonrisa.
Los protagonistas:
Natalia: A los 21 años descubrió que su vida había sido un engaño y su condición social se vino abajo. Debe empezar de nuevo y su deseo es descubrir quién fue su padre, del que solo sabe que es canario. A los 25 años por fin logra su deseo de viajar a Canarias para encontrarlo, aunque para ello deba comprometerse con el viudo señor Nordholome, por quien siente un gran agradecimiento. Lo hará llena de remordimientos, pues le oculta su condición de bastarda y le hace creer que su nombre es Louise Fairley.
Dan Nordholome: Hijo del anterior. Tiene 32 años y toda su vida ha estado enmendando los errores de su ocioso padre. Es responsable y trabajador. Aunque su hermana insiste en que ya debe casarse, no ha encontrado a la mujer adecuada. Contra su voluntad, su corazón se sentirá arrebatado ante la prometida de su padre y, dispuesto a impedir ese matrimonio, comenzará a investigar sobre el pasado de esa enigmática mujer.
Aquí tenéis un pequeño fragmento de El Puerto de la Luz.
–¿Y también puede prometerme que no era
la amante de Lord Shrewsbury? –le preguntó él con evidente intención de
lastimarla.
–Puedo prometérselo –respondió ella con
tono y ojos desafiantes–. Puedo prometerle que jamás he mantenido ese tipo de
relación que usted insinúa con ningún hombre, pero mis promesas no servirán de
nada porque usted me sentenció desde la primera vez que supo que su padre iba a
casarse conmigo.
–¡Su desfachatez no tiene límites!
–masculló con desdén a la vez que se apartaba de ella y le dejaba por fin
cierto margen de libertad.
Dan dio media vuelta y se dirigió hacia
el otro lado de la habitación, se detuvo a mirar por la ventana, pero enseguida
volvió a girarse y de nuevo avanzó hacia ella, aunque esta vez mantuvo una
distancia decorosa.
–Yo sí le prometo algo: usted no se casará
con mi padre. Haré todo lo posible para que así sea. Y en cuanto él sepa qué
clase de persona ha escogido como esposa, no querrá volver a saber nada más de
usted.
Natalia se estremeció, no supo si por
sus palabras amenazantes o por el odio que percibió en la mirada de él.
–Tendrá que buscar usted a otro pelele
para sus planes de matrimonio y no le recomiendo que escoja a Pearce… –Tras una
pausa, añadió con evidentes ansias de regodearse en el insulto–: Aunque tal vez
eso sería lo justo: ambos son de la misma calaña.
Afectada por una nueva humillación,
Natalia, indignada, le arrojó el abanico, que golpeó sobre el rostro de él, y
Dan, como si hubiera estado esperando un pretexto, avanzó hacia ella
enfurecido, la agarró de ambos hombros con virulencia y la besó. Ella forcejeó
para deshacerse de aquel doblegamiento al que sus labios y su espíritu estaban
siendo sometidos, pero la fuerza de él le impidió separarse y las bocas
continuaron unidas en un acto de pasión, desdén y dolor. Cuando por fin él la
soltó, Dan la contempló victoriosamente, sin mostrar ningún cariño, y a
continuación se frotó los labios con la mano como si quisiera desprenderse de
su sabor. Con latente desprecio, añadió:
–¡No tiene usted tanto que ofrecer!
Dicho esto, abandonó la estancia y un
portazo puso fin a aquel encuentro.
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Puerto de la Luz |