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13 de septiembre de 2020

El arte de la ficción

El panorama literario está casi siempre repleto de contradicciones. He aprovechado un tiempo de desconexión para ponerme al día con mis lecturas (que no con mi lista de pendientes) y ya tenía ganas de sentarme frente a la hoja en blanco y hablaros de ellas.

Hace unas semanas comentaba en Instagram que me había dejado conquistar por Sally Rooney y su novela Gente normal gracias a la recomendación y reseña de Una bloguera eventual. Una de las cosas que más valoré fue que consiguió engancharme a su historia y terminarla en dos o tres días. Mi querida Miss Brandon ya me había hablado de Conversaciones entre amigos, la primera novela que se tradujo y publicó en España así que, aprovechando el rebufo, también cayó estos días.

Si tengo que quedarme con una de las dos, esa es Gente normal. Veréis, Sally Rooney tiene 29 años y publicó su primera novela hace tres. Se dice de ella que es la nueva promesa, la autora millenial y un montón de etiquetas más. Puede que quizá también por su éxito (hay quien no se lo perdona) le lluevan críticas positivas y negativas sin término medio. 


Marianne y Connell son compañeros de instituto pero no se cruzan palabra. Él es uno de los populares y ella, una chica solitaria que ha aprendido a mantenerse alejada del resto de la gente. Todos saben que Marianne vive en una mansión y que la madre de Connell se encarga de su limpieza, pero nadie imagina que cada tarde los dos jóvenes coinciden. Uno de esos días, una conversación torpe dará comienzo a una relación que podría cambiar sus vidas.

Gente normal es una historia de fascinación mutua, de amistad y de amor entre dos personas que no consiguen encontrarse, una reflexión sobre la dificultad de cambiar quienes somos. La segunda novela de Sally Rooney acompaña durante años a dos protagonistas magnéticos y complejos, dos jóvenes que llegamos a entender hasta en su contradicción más sonada y en sus más graves malentendidos. Esta es una historia agridulce que muestra como nos conforman el sexo y el poder, el deseo de herir y ser herido, de amar y ser amado. Nuestras relaciones son una conversación a lo largo del tiempo. Nuestros silencios, lo que las define.


A mí Gente normal me gustó mucho. Su estilo sencillo, sus protagonistas veinteañeros, su trama y conflictos sobre temas que ahora podrían parecer alejados de lectores de cierta edad es, en mi opinión, mera apariencia. Puedes quedarte en la superficie o puedes ahondar un poco en el fondo. Porque en ese fondo están las cuestiones universales que afectan a nuestra sociedad: las relaciones interpersonales, la desigualdad de clase, la posición y encaje de cada individuo dentro del grupo, las enfermedades y trastornos mentales, el sexo, la dependencia, las relaciones familiares y el amor.
Marianne y Connell son alumnos brillantes, buscan encajar en su entorno, tienen que decidir qué hacer con su futuro y todos sabemos la ansiedad que nos crean las expectativas. Ya lo dice el título y se menciona en varios momentos: quieren ser gente normal

No sé vosotras pero a mí, cuando escucho esa frase recurrente de ojalá tener otra vez veinte años, se me pone el vello de punta e inmediatamente reniego: mira no, a mí no, a mí me dejas mi cabeza de ahora, mi seguridad de ahora, mi vida de ahora. Yo no quiero pasar por mis veinte otra vez, porque eso es volver a sentirme como Marianne y Connell. No quiero tener que decidir qué hacer con mi vida, mis estudios y futuro profesional, mis medios económicos limitados, o mis relaciones amorosas tóxicas que no supe detectar en su momento. De esa batalla ya salí y quizá por eso es por lo que creo en la historia y la escritura de Sally Rooney. Es algo que me suena.

Han estrenado recientemente la serie en la BBC y para mí es una de las mejores adaptaciones que he visto jamás de un libro. Los actores son absolutamente maravillosos y la química de ambos traspasa la pantalla.

Conversaciones entre amigos tiene algunos puntos en común, quizá por eso no me ha sorprendido y la deriva de la historia no ha conseguido emocionarme tanto. No es que sea una novela inferior, creo que hay puntos muy favorables, es solo que no son comparables y, por tanto, os invito a que le deis una oportunidad a ambas y decidáis.


Empezaba diciendo que el panorama literario suele estar lleno de contradicciones. Lo decía porque quería leer algo de James Salter (al final he comprado Años luz), y estos días he leído El arte de la ficción, con prólogo de Antonio Muñoz Molina cuyo inicio empieza así:

«Leyendo las conferencias sobre el arte de la ficción que James Salter dio en la Universidad de Virginia en 2014, uno no puede creerse que esas palabras hayan sido escritas y dichas por un hombre de ochenta y nueve años. Y el motivo no es el grado de lucidez que muestran y la agudeza de sus observaciones, sino el aire de asombro y de tanteo que irradia de ellas, de entusiasmo a la vez sobrio y romántico hacia el oficio de escribir y las posibilidades de la literatura.» Más adelante añade«Hay quien antes de publicar e incluso de escribir ya habla como si fuera un escritor, como si formara parte de ese club, de ese gremio.»

No he leído aún a Salter pero sí que últimamente veo referencias a él por todas partes. Es un autor muy apreciado por sus compañeros de oficio, con una biografía interesante. Estuvo doce años en las Fuerzas Aéreas y fue piloto de combate. Pasados los cuarenta dejó ese trabajo e inició su carrera como escritor y guionista. Estoy segura de que, de seguir vivo, le sorprendería el éxito de Rooney

No sé cómo resultarán sus novelas pero reconozco que me ha gustado El arte de la ficción. Comparto algunas de sus afirmaciones, especialmente ahora que cualquiera, con mucho o nulo talento, se autodenomina escritor@ y se coloca en las listas de Amazon o es superventas en una editorial. No es una crítica, es un hecho. 

«Los libros que he leído y he disfrutado los recuerdo bastante bien, y con esos autores desarrollo una especie de vínculo. Creo que a muchos lectores les ocurre lo mismo. Si el libro es bueno, el escritor también ha de serlo. Ese sentimiento puede ser de admiración, de fascinación, y a veces incluso de cierta idolatría. He conocido a demasiados escritores como para que se me ocurra idolatrarlos, pero entiendo que suceda.»

Me gusta leer o escuchar a gente como James Salter, Sally Rooney o Antonio Muñoz Molina. Me recuerda que entre tanto ruido quedan personas que tienen algo que aportar, a modo de opinión, de reflexión, de crítica o de obra literaria. Me reconcilia con el gremio, con quienes no buscan atajos, con quienes se toman esta profesión en serio.

«Bábel escribió y reescribió incansablemente sus relatos. Decía que en una frase hay una especie de palanca que puedes agarrar y girar apenas, lo justo, ni más ni menos, hasta que todo encaja. Quizá resulte difícil de imaginar, pero se aprecia en sus frases.

También es suya la memorable sentencia de que no hay hierro capaz de atravesar el corazón humano con la fuerza de un punto colocado en el lugar preciso.»


El arte de la ficción siempre será mucho más que una campaña de marketing, una etiqueta, una firma de libros, un montón de groupies en Instagram o colaboraciones editoriales. Cuando se acabe la función y los aplausos, será la obra la que permanezca. De cada escritor@, de su trabajo y trayectoria, depende cómo y cuánto será recordada.






1 comentario:

  1. No quería preguntarte porque quería sorprenderme. Sabía que ibas a hablar de "Gente normal" pero estaba segurísima que no se iba a quedar ahí.
    Has hablado de tres libros, has mencionado a Sally Rooney, a Salter, a Muñoz Molina. Sally Rooney ha "empezado a ser" cuando el marketing lo es todo, tal vez hasta le haya hecho flaco favor en determinadas lectoras; pero que ese marketing no tape lo que hay debajo, que a mi parecer y aún habiendo leído solo "Gente Normal" está muy bien. Más con lo joven que es.
    Con Salter me has picado, supongo que por esas palabras que dice Muñoz Molina y que tan bien has elegido: «Hay quien antes de publicar e incluso de escribir ya habla como si fuera un escritor, como si formara parte de ese club, de ese gremio.». Frase para enmarcar. Y bueno, sin conocer a Salter, si te puedo decir que Muñoz Molina cumple perfectamente el papel de escritor que "te deja algo, que consigue atraparte": a mi aún me persigue esa escena del principio de Plenilunio que me dejó impactada en mi adolescencia {estoy pensando desde ya que debería hacer una relectura}.
    Como siempre, bravo amiga, tienes el arte de contar mucho más de lo que se espera.
    Beso grande.

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