Muchas veces, al hacer públicas mis lecturas, me he encontrado con comentarios como: <<yo no podría leer sobre eso>>, <<yo no tendría estómago>>,<< qué valiente eres enfrentándote a esa lectura>>.
Son lecturas que tratan sobre violencia, abusos sexuales o todo con lo que arrasan los conflictos bélicos. Lecturas incómodas. Hablan de víctimas y verdugos. Pero retratan una sociedad.
En esas ocasiones casi me veo obligada a justificar que no lo hago llevada por el morbo ni ninguna otra oscura razón y mucho menos que tenga que ver con alguna clase de valentía. Lo hago porque siento que, cuando leo sobre ello, me acerco más a las víctimas y puedo hacer un perfil del malvado. Lo hago por empatía, por enriquecimiento personal, porque no puedo entender cómo el ser humano es capaz de lo peor, de lo mejor, de sobrevivir y de destruir vidas. Porque, en algún momento, me cansé del carpe diem de nuestro primer mundo como excusa ante lo terrible, ante la realidad. Nunca he creído que la solución para que algo no te afecte sea no enfrentarte a ello.
Puedes ser muy consciente de todo ello, haber perdido cualquier confianza en el ser humano, ser una pesimista realista, tener la mochila llena de miserias y que aun te dejen noqueada una mañana como la de ayer. Inerme ante tanto cretino.
Parecía que todo estaba a nuestro favor. La huelga y manifestaciones del 8 de marzo y sus consignas todavía resuenan en nuestra cabeza. Hay muestras continuas de repulsa ante los asesinatos machistas. Una parte de nosotras intenta cada día gritar que ya hemos tenido suficiente de este sitio de mierda que le han dejado a las mujeres. Que toca revisar roles, tomar medidas, ponernos en una situación de igualdad. Que está muy bien esto de ir contando que vivimos en una sociedad civilizada y privilegiada, pero que a ver si esos privilegios empiezan a no seguir perteneciendo a un único grupo de población: hombres. Que está muy bien eso de que tenemos que denunciar pero que tampoco te garantiza salir indemne. Estamos sometidas a la presión social, bombardeadas por mensajes machistas, conviviendo con maltratadores, acosadores, violadores y puteros.
Así que, si esperaban que calláramos ante una sentencia cuyos hechos probados describen una violación que se acaba fallando como abuso sexual (y, por tanto, a favor de los agresores), si lo esperaban, señores, van listos. No sé qué puede haberles pasado por la cabeza a esos jueces que, tras el relato detallado de los hechos y ante la evidencia de unos vídeos, deciden que los agresores no son violadores. No sé tampoco cómo todavía una parte de la sociedad puede culpabilizar a la víctima en lugar de poner el foco en el agresor.
Ayer, los jueces, se encargaron de recordarnos que somos ciudadanas de segunda, que la más perversa forma de violación es considerada un mero abuso si no plantas cara a tus agresores. Es la rabia la que habla, la que no puedes evitar sentir ante el contenido y fallo de esa sentencia. Espero que, después de esto, de decirles que hemos perdido la confianza en ellos y su trabajo, nunca vuelvan a conciliar el sueño.
Se acabó el momento de los tibios. Se acabó lo de no posicionarse. Se acabó lo de decir que militar en el feminismo es una moda y como tal, pasará.
Aquí está mi voz. Junto a las mujeres. Junto a mis iguales. Aquí y donde haga falta.
Fragmento de Laëtitia o el fin de los hombres, de Ivan Jablonka
(...) Estos dramas nos recuerdan que vivimos en un mundo donde se insulta, se acosa, se golpea, se viola y se mata a las mujeres. Un mundo donde las mujeres no terminan de ser sujetos de pleno derecho. Un mundo donde las víctimas responden a la saña y a los golpes mediante un silencio resignado. Un fenómeno a puertas cerradas, tras el cual siempre mueren las mismas.
Foto: Paula Bonet |
Estas princesas se cansaron de tanto cuento. Queremos igualdad. Queremos dejar de tener miedo. Queremos justicia.
#yotecreo #esunaguerra
BRAVO!!!
ResponderEliminarComparto y no puedo decir nada más porque ahra mismo estoy tan tan tan cabreada que todo lo que saldría por mi boca sería delito
Un beso de los grandes
Por lo que veo, escucho y leo, el cabreo nos va a durar bastante, Pepa... Pero me quedo con que hemos decidido ponernos en pie de guerra ante este despropósito. Se acabó eso de que "calladitas estamos más guapas"
EliminarUn beso enorme
Cuando vi las primeras reacciones quise esperar y ver qué decía la sentencia antes de sacar conclusiones. El problema es que la sentencia es tan vomitiva y vergonzante, que en sí misma es otra agresión. Y no creo que el problema se resuelva con cambiar el Código Penal, lo que necesitamos es que cambien las conciencias. Gracias siempre por alzar la voz, Lidia.
ResponderEliminarPensé lo mismo. A veces lo hemos comentado, que mejor no hacer caso de los titulares e intentar tener todos los datos antes de hablar. Pero luego te lees la sentencia y, aparte de tener que tragar saliva en gran parte del texto, te encuentras con ese fallo y con ese voto particular... Es el momento del cambio y espero que, entre tod@s, contribuyamos a él.
EliminarGracias a ti, que siempre te implicas cuando la situación lo requiere. Juntas sumamos.
Lo que ha sucedido en este juicio y esa sentencia, parece increíble? De verdad millones de personas, podemos estar equivocadas? Ha sido cuestión de mala suerte que los tres jueces encargados lo vieran precisamente de otra forma? O son las leyes las que no nos amparan??
ResponderEliminarMuchas cosas deben cambiar en el futuro para que esta sociedad cambie a mejor porque de momento, cometer una VIOLACIÓN, que no un abuso, sale muy barato en este país.
Un beso!
Hola, Maribel
EliminarA la vista está que algo no está funcionando bien cuando ocurre algo tan grave como lo que ha pasado estos días. Una sentencia así solo nos deja más expuestas, menos seguras, menos libres.
Cualquier agresión a una mujer sale muy barata cuando dejamos de poner el foco en los agresores y lo ponemos en las víctimas.
Aun así, me sigo quedando con la reacción social. Espero que la apelación nos dé la condena que esperamos.
¡Un beso!
Te comparto. Lo dices tan acertadamente que mis palabras sobran. Gracias, insisto, por volver.
ResponderEliminar¡Gracias, Mercedes!
EliminarSabía que ibas a escribir sobre esto y estaba deseando leerte. No eres de las que se quedan calladas y vuelves a demostrarlo.
ResponderEliminarQue muchas decidan hablar es lo único que sacamos positivo de esto. Que las leyes hay que revisarlas, vuelve a ponerse sobre la mesa. Que los jueces se amparan tras las leyes, también.
Si no se ha considerado violación este caso, ¿hay alguno que se considere en este país? De verdad me lo pregunto.
Me uno a ti, con tu voz.
Hola, M. Angeles
EliminarEfectivamente, no es un tema sobre el que permanecer calladas. Ni este ni muchos otros, pero por algo hay que empezar y creo que estamos en el camino de cambiar las cosas y decir BASTA.
Gracias por unirte tú también, desde tu blog, al movimiento.
Hacen falta más voces como la tuya, hermana. Y leer para crecer por dentro, es un gran motivo, para aprender, empatizar como bien dices.
ResponderEliminarMe encanta leerte, me haces crecer, me dueles y me curas.
Un abrazo
Mara, hacen falta la voz de todas. La tuya, tan valiosa, y la del resto de mujeres. Plantar cara a una sociedad que nunca nos ha representado.
EliminarY, desde luego, hace falta leer, conocer, indagar para entender un poco más lo que nos rodea.
Un beso muy fuerte, hermana.