.Image { text-align:center; }

28 de agosto de 2021

AGOSTO 2021 - II

«Está la memoria que se mueve y nos ayuda a vivir. Y hay otra, que se estanca. Muy poderosa. Y si no somos capaces de ponerla de nuevo en movimiento, nos arrastra hacia abajo.»

La enfermedad del domingo.


Escuchaba hace unos días a Inma Rabasco de living with choco decir que nuestra continua exposición a las (malas) noticias, a la explotación de ciertos temas que nos preocupan como sociedad tiene unos efectos muy directos en nosotros como individuos. Siembran el miedo, desatan las alertas y bloquean nuestra creatividad, aquello que sin estos estímulos negativos nacería de forma natural de nuestro interior. Algo de razón tiene porque salvo que carezcas de la más mínima empatía ¿cómo no te va a afectar lo que ocurre a tu alrededor? 

Sin embargo, hoy me he dicho que no iba a dejar que todo eso impidiera hacer esta última entrada de agosto. Es un tema recurrente (una obsesión) entender cómo hemos llegado hasta aquí, con el ánimo aparentemente intacto y el corazón a salvo. Y desde luego que lo externo influye pero imagino que saber desde dónde partes también ayuda.


Una vez entrevistaron a Manolo García en relación a lo que supuso la participación de El último de la fila en el concierto de Amnistía internacional celebrado en 1988. En él compartió escenario con Sting, Bruce Springsteen, Youssou N'Dour y Tracy Chapman y lo hizo frente a noventa mil personas. Contaba Manolo que cuando finalizó el concierto todos los artistas quedaron en ir a tomar algo juntos, que llegó al autobús en el que ya estaban Sting, Bruce y el resto pero que cuando quiso entrar no fue posible y acabó teniendo que volver a su hotel solo, andando porque no había ni un taxi disponible acaparados por los asistentes, cargado con su maleta y escuchando de vez en cuando a los fans que le reconocían e iban en coche gritarle desde las ventanillas que era lo más. Manolo García terminaba el relato de aquella noche, diciendo que cinco minutos antes había vivido uno de los momentos más importantes de su carrera (y de su vida) y que terminó la noche solo, sin transporte, cargando con su equipaje y que eso no dejaba de ser un buen final porque tú haces planes y la vida ya se encarga de ponerte en tu sitio.

Todos reflexionamos en algún momento con aquellos momentos estelares de nuestras vidas y la mayoría de las veces, al menos para mi generación, no hay una fotografía que inmortalice el momento. Lo que cuenta es el recuerdo, la huella que nos dejó, dónde estabas y con quién, cómo te sentiste. Y, seamos sinceros, no son tantos, y no tiene nada que ver con el relato que nos hemos inventado en Instagram.

Escribe Juan Tallón en su novela Rewind 

«Tiendo a creer que, en último término, el ser humano añora solo la belleza. Las personas a quienes quiere, los sitios en los que fue feliz, los amigos que le hicieron la vida más fácil, los objetos que lo consuelan, las redes de seguridad, la fuerza invisible de las expectativas son belleza, y su ausencia prolongada se vuelve insoportable para los sentimientos.»

Me gusta mucho esta definición de belleza que nada tiene que ver con la estética.

Termina agosto y a mí me pilla con la guardia baja y a punto de hacer la maleta para tomarnos un descanso (la fuerza invisible de las expectativas), entre las bellas páginas de En lugar seguro de Wallace Stegner (objetos que consuelan), un lugar al sur de Andalucía en el que recalar de nuevo junto a B. (las personas a quienes quieres, los sitios en los que fuiste feliz) y la certeza de que a la vuelta me reuniré con personas que me esperan (los amigos que te hicieron la vida más fácil, las redes de seguridad).

Tengo uno de esos recuerdos felices que vuelve a mí de vez en cuando. B y yo hicimos un corto viaje a Dublín y reservamos una excursión a Belfast para ver las zonas urbanas del conflicto irlandés, el museo del Titanic y la Calzada de los Gigantes. Al finalizar, la chica de la agencia que nos llevaba en el minibús nos puso una película para hacer más llevadero el viaje de vuelta. Era Tenías que ser tú (Leap Year) y se convirtió en una de nuestras películas favoritas. Si tenemos un mal día, nos la ponemos para compensarlo. Hay una escena en la que suena "Only love can break your heart" y que me traslada directa a los asientos de ese minibús -como a Amy Adams y Matthew Goode- tras haber pasado un día muy cercano a la perfección y que, como ya os imaginaréis, pone punto y final a esta entrada.







6 comentarios:

  1. Vaya entrada bonita... Si no nos salva la belleza, no sé qué puede hacerlo. Disfruta muchísimo de ese viaje que, estoy segura, traerá nuevos buenos momentos. Y no dejemos de hacer planes... Buen viaje y mejor regreso, Lidia ❤

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Marisa ❤. A la vuelta seguimos planeando y viviendo todo lo que nos dejen.

      Eliminar
  2. Ains, amore, coged fuerzas, descansad y disfrutad mucho. Gracias por dejarnos un poco de tu intimidad con B ;)
    Un abrazo muy fuerte <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Mara.
      Este año la desconexión nos va a venir de perlas y el cuerpo ya va pidiendo un merecido descanso :)
      Un beso enorme.

      Eliminar
  3. Maravillosa la cita de Juan Tallón; me identifico plenamente con ella. En cuanto a Tenías que ser tú, qué decirte. Ana Beltrán elige los votos que salen en la película para decírselos a Dylan en Mo duinne, así que te puedes imaginar cuántas veces la habré visto. Me llenan de ternura y calidez sus imágenes.
    Espero que disfrutes de un merecido descanso. Besos, Lidia. Y gracias por aportarme, sin darte cuenta, tantas sensaciones bonitas con tus escritos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Mercedes, ya de vuelta y encontrándome con tus buenos deseos, qué más se puede pedir. Es preciosa la escena de los votos ¿verdad? No me extraña que la eligieras para una de tus novelas.
      Espero y deseo seguir aportándote esas sensaciones. Gracias por pasarte por aquí y contármelo.
      Un beso enorme.

      Eliminar

Antes de comentar, revisa la política de privacidad del blog