Margaret Mazzantini
Edición impresa y ebook
ISBN: 9788432229251
Seix Barral
(2016)
Sentimental
Narrativa extranjera
SINOPSIS
¿Llegará el día en el que tengamos el coraje de ser nosotros mismos?
Ésta es la pregunta que se plantean los dos inolvidables protagonistas de esta novela.
Dos niños, dos hombres, dos increíbles destinos. Uno es intrépido e inquieto; el otro, sufrido y atormentado. Una identidad hecha pedazos que es necesario recomponer.
Una conexión absoluta que se impone, la hoja de un cuchillo en el filo del precipicio de toda una existencia.
Guido y Constantino se alejan, kilómetros de distancia los separan, establecen nuevas relaciones, pero la necesidad del otro se resiste en aquel primitivo abandono que los lleva a ellos mismos al lugar en el que descubrieron el amor. Un lugar frágil y viril, trágico como la negación, ambicioso como el deseo.
Dos días me ha durado Esplendor. La resaca ya es otra cosa. Soy una admiradora absoluta de Margaret Mazzantini, su obra, su narrativa, toda ella. Siempre temo empezar una novela suya, porque sé lo que vendrá después. Pensamientos hilvanados al corazón, imposibles de separar.
En esas estoy. Digiriendo. Pensando y sintiendo a Guido y Constantino. Esos dos jóvenes que lo tenían todo a sus pies, la vida, la plenitud, el amor. La portada, ese lanzarse al vacío -como volar-, esa juventud, esa libertad, me parece de lo más apropiada.
Constantino es el hijo del portero, el descendiente de una familia con pocos recursos, siempre servicial, siempre dispuesta a cumplir con el vecindario. Guido es el hijo único de un matrimonio defectuoso, de una madre ausente y una figura paterna apenas perceptible.
Ambos han crecido juntos, compartiendo el mismo espacio, aunque esa cercanía no pueda ser llamada amistad. Y el paso de los años les muestra que lo suyo, esa relación extraña y equívoca, esos sentimientos anormales, eso que sienten pero que no pueden mostrar ante nadie, ni siquiera ante ellos mismos, todo eso, bien podría ser amor.
¿Qué es lo que viene después? Lo que ocurre, lo que les pasa, sus idas y venidas, sus errores, sus aciertos, sus decisiones, su fragilidad y su valentía, todo eso, es la vida. Y no está dispuesta a ponérselo fácil a estos dos hombres. Porque este mundo, esta sociedad, se encuentra más cómoda juzgando y castigando lo diferente, cubriéndolo de una pátina de culpabilidad y vergüenza, haciendo que nieguen su propia identidad sexual.
<<...Me contó una historia, la historia de un pueblo de muertos, al morir la última vieja, hasta el campanario calla, y queda sólo un perro hambriento y asustado. Un perro blanco. Mientras los lobos se acercan, el pobre perro se mezcla con la tierra, se mancha el pelaje, y cuando llegan los lobos se pone a aullar ronco, y ellos se lo llevan consigo en su manada. Tiempo después se acercan a un rebaño, el perro ve a un corderito, finge ladrarle pero le dice huye, vete. Es un perro pastor, tiene esa naturaleza. Los lobos se dan cuenta y pasan por el río, lo hacen aposta, para que el pelo del perro se vuelva blanco en el agua. Entonces cogen palos y lo matan.
—Ser marica en Calabria es como ser un perro pastor entre lobos.>>
Lo que continúa son un cúmulo de acciones que afectarán a otras personas, secundarios cuya presencia resulta imprescindible y especial: Izumi, Leni, Geena, Zeno, Giovanni...
Las referencias a la película Alguien voló sobre el nido del cuco han sido uno de esos detalles que me han sorprendido y gustado, presentes en el momento adecuado.
<<Constantino callaba como si fuera mudo, preñado de lirismo y de dolor. Yo era Randle, y él, el Gran Jefe. Tenía la fuerza de alguien capaz de arrancar un lavabo de la pared y romper un cristal para escapar de la mentira>>
Lo que hace especial esta obra, aquello que la hace única, es Margaret Mazzantini y su manera de contar historias: contundente, trágica, poética, hermosa y cautivadora. Es su forma de hablar de la relación de padres e hijos, maridos y esposas... de hacer que acompañemos a Guido, nuestro narrador, de que le entendamos, de que seamos testigos de ese camino que siempre parece llevarlo al mismo destino. Siempre lo lleva a Italia, a la playa, a Constantino.

<<Y tú, por primera vez en tantos años que lo conoces, pensaste es él, es del todo él, es feliz. Entonces alargaste la mano para enjugarle esa lágrima y te paraste ante ese ojo bellísimo, que sólo tú sabes lo bello que es, que sólo tú has visto morir y renacer, y sabes que no ha tenido mucho, y sabes que lo merece todo, sabes que ya no sois jóvenes, pero que tampoco estáis para el arrastre, y tú quieres darle todo pero no sabes cómo decírselo, entonces le pones esa pulsera en la muñeca y le dices sobre esta mesa de metal sucio se consuma el amor, sobre este mar silencioso y embelesado como nosotros, todo esto es nuestro esplendor.>>
Y, como ya hiciera en No te muevas o en La palabra más hermosa, Mazzantini se guarda un as en la manga, un giro final, el golpe de gracia que nos descoloca y a la vez nos hace darle sentido a todo. Ver la imagen completa. Esos pequeños flecos que estaban ahí, pero no vimos, en los que solo reparamos al final. Ese detalle apenas insinuado, sutilmente mostrado. Y es justo en ese momento cuando sabes que ya no podrás sacarte esta novela de la cabeza, ni del corazón.
Y, si me preguntáis, ¿la recomendarías? Os diré, sí, a ciegas. Siempre. Es la clase de novela que me recuerda por qué no todo me vale. Por qué no consigo sintonizar con ciertos estilos, con cierta literatura faltona, fácil, huérfana de calidad lingüística. Es una muestra de ese "otro nivel" que solo consiguen unos pocos. Es el don de la palabra usada para tejer una buena historia. Y, ya sabéis que, algunas veces, me gusta mencionar el impecable trabajo de los traductores. Qué labor tan magnífica ha realizado en esta ocasión Isabel González-Gallarza.
Si no habéis leído nunca a Mazzantini, este es un buen momento para hacerlo y salir de vuestra zona de confort. Hacedlo y contádmelo.
Si no habéis leído nunca a Mazzantini, este es un buen momento para hacerlo y salir de vuestra zona de confort. Hacedlo y contádmelo.