2018 toca a su fin y he estado dejando rezagada esta última entrada del año: un poco por falta de tiempo, un poco porque la actualidad te pide hablar de otros temas pero la energía que te queda prefieres invertirla en cosas que no te desgasten más.
Creo que llevo semanas intentando despedirme de este año y no voy a añadir más a lo que he dicho en mis últimas entradas, porque toca hablar de lecturas y quiero cerrar el año lector como merece.
<<Hay ángeles que buscan
playas abandonadas donde olvidar el cielo>>
Benjamín Prado
El título de esta entrada no está elegida al azar. Cambio ángeles por lectores, playas abandonadas por libros, cielo por realidad.
Cuántas veces hemos pensado que los libros nos salvan, nos enseñan, nos emocionan. Todo eso han hecho las lecturas de las que voy a hablar. Las que, por unas razones u otras, me parece que deben ser destacadas de todas las de este año (68 en total, según mi Goodreads).
Por emocionarme
Con el paso del tiempo voy siendo más consciente de que soy una lectora de género sentimental. Puedo disfrutar con una novela de casi cualquier género pero, si consigo conectar, aquellas que permanecen en mi memoria son las novelas sentimentales o lo que yo considero como tal.
Llámame por tu nombre es una delicia para los sentidos y para quienes disfrutamos de cierta narrativa, de una manera de contar historias.
Por si me oyes es, sin lugar a dudas, la novela con la que más he disfrutado, sentido, conectado y en la que se ha quedado mi corazón. Buen corazón, quebranta mala ventura.
Quédate conmigo será siempre la novela a la que le debo una reseña, aquella que recomiendo en cuanto tengo oportunidad. Por su originalidad, por la valentía de esta autora nigeriana, por los estados de ánimo por los que te lleva y por conseguir que no quisiera soltarla hasta su sorprendente desenlace.
Nadina o la atracción del vacío, tan bien acompañada de las anteriores. Porque si hablo de ella, entonces, tiene que ocupar este rincón donde gobiernan las emociones. Cuando has abandonado casi totalmente un género como el romántico, volver a él resulta casi un esfuerzo. Sin embargo, con Marisa Sicilia se convierte en un placer. Nadina, Mathieu y Dmitry me trajeron de vuelta a un espacio donde cada sentimiento, cada detalle, cada emoción se hace real, donde son posibles las segundas oportunidades. Acudir junto a su autora a la presentación en Madrid fue un auténtico bonus track.


Reparar a los vivos trata sobre la pérdida de un hijo, la despedida de su cuerpo para que éste, sus órganos, puedan salvar la vida de quienes esperan un trasplante.
El cielo oblicuo trata sobre la maternidad y la no-maternidad de una manera que resulta poética y preciosa.
Por enseñarme
Suite francesa me hizo acercarme con mayor precisión a Irène Némirovsky y a la Francia ocupada por los nazis. Siempre me resulta curioso constatar que aprendemos más de la historia con una novela que con un manual. Es más fácil ponerse en la piel de otra persona que limitarte a recopilar datos.
La voz dormida me enseñó a entender por qué es tan necesaria la Ley de Memoria Histórica, la importancia de no perder de vista de dónde venimos como país. La guerra civil, la posguerra, los represaliados... esa venda histórica que escritoras como Dulce Chacón intentan eliminar.
Medio sol amarillo ha sido mi primera toma de contacto con la Chimamanda Ngozi novelista. Y no me ha defraudado. La autora habla del nacimiento y fracaso que supuso la República de Biafra con un estilo muy personal, a veces crudo, sin medias tintas.
Sarajevo 1992-2008
Gervasio Sánchez

Gervasio Sánchez forma parte de aquellos periodistas que hoy ya son considerados auténticos veteranos. El 10 de noviembre tuve el privilegio de asistir a un Taller intensivo que impartía Gervasio Sánchez en Azuqueca de Henares. Creo que hay pocas experiencias comparables a compartir el mismo espacio y poder escuchar a un profesional al que admiras por su sinceridad, su implicación y compromiso pero, especialmente, por su humanidad. Este año también me ha regalado eso y es una de las cosas que hacen que al día siguiente, saturada la retina de imágenes de lo mejor y lo peor del ser humano, te sientas una persona diferente, que tu mochila personal y emocional pese un poco más. Y además de todo eso, me traje Sarajevo 1992-2008: una recopilación fotográfica de Gervasio Sánchez que muestra el antes y el después, los mismos lugares heridos por la guerra y retratados 16 años después.
Por darme qué pensar
Ante todo, no hagas daño podría describirlo como mitad tratado médico, mitad tratado de vida. Empecé la lectura animada por las recomendaciones que hablaban de Henry Marsh como un neurocirujano brillante con un discurso muy humano. Al principio pensé que no era para tanto pero, después de terminarlo, estuve días volviendo a él, a todo lo que hay de reflexión sobre la enfermedad, el miedo a morir, el miedo a vivir sin calidad de vida, lo importante de cada gesto, de la compasión, del trato médico. Ha sido una grata sorpresa y me parece una lectura muy recomendable (mucho más si además estudias o ejerces la medicina, que no es mi caso y aun así lo disfruté mucho).
Laëtitia o el fin de los hombres no podía no estar entre las lecturas destacadas de 2018. Por lo exhaustivo de la investigación sobre el secuestro y asesinato de la joven francesa Laëtitia Perrais, por el discurso que presenta sobre la violencia, la educación, la familia, las fallas del sistema si perteneces a cierta clase social baja, el rédito político de ciertos dirigentes ante casos tan mediáticos (y que me llevan a pensar en la actualidad de nuestro país).
Una lectura que no deja indiferente.
Podría cerrar aquí esta entrada pero no me voy a olvidar de lo importante que ha sido (la música y) la poesía este año para mí. O quizá deba decir que lo ha sido descubrir a Ben Clark, Mary Oliver, Karmelo C. Iribarren, Benjamín Prado, Chantal Maillard, Wislawa Szymborska... La poesía me ha ayudado a canalizar estados de ánimos, a ponerle palabras a sensaciones para las que yo no tenía.
Puede que el año no empezara bien, pero ha merecido la pena persistir, permanecer. Ha merecido la pena aceptar todo lo bueno que me ha traído 2018 y hacerlo de la mano de quienes han estado y me han acompañado a las duras y a las maduras. Sí, ha sido un buen año. Espero que para vosotros también.
Si queréis, nos encontramos el año que viene. Hasta entonces,
¡Felices Fiestas y Felices Lecturas!
<<Sé paciente con todo aquello que esté sin resolver en tu corazón e intenta amar las preguntas en sí mismas. No busques las respuestas, no se te pueden dar, pues no serías capaz de vivirlas. Y la clave está en vivirlo todo. Vive las preguntas ahora. Quizá, poco a poco, sin percatarte, vivas hasta llegar, un día lejano, a la respuesta>>
Rainer María Rilke (Cartas a un joven poeta)